"La foto será mejor o peor, el mural durará más o menos, pero lo que me queda es que Juan (El Torta) me abriera las puertas de su casa y haber conocido a su familia". Así resumía hace cinco años el fotoperiodista y artivista jondo Juan Carlos Toro (Jerez, 1979) su proyecto Presencias. Una combinación de fotografías gigantes de artistas flamencos de Jerez, algunos ya tristemente desaparecidos, que hace diez años comenzaron por sorpresa a aparecer en los muros de casas caídas o lugares insospechados del centro histórico de su ciudad natal. Ahora que se cumple una década de este proyecto artístico, con una vertiente reivindicativa muy importante, Toro resume en diez flashes lo que fueron estas Presencias que asombraron al mundo, llegando a tener eco en medios internacionales.
José de los Camarones en el mockup de lo que iba a ser la Ciudad del Flamenco, en la plaza Belén; Manuel Moneo en una vieja bodega de la plaza del Cristo de la Expiración; Diego Carrasco, en las antiguas bodegas de la calle Cristal; Juana la del Pipa en la calle la sangre (Taxdirt)... "Se cumplen 10 años desde de el primer fotomural del proyecto y cinco años desde que pudimos realizar el proyecto completo para el Festival de Jerez, que está de 25 aniversario. Los fotomurales, siempre efímeros, duraron lo que dura un cante, pero se mantienen en la memoria colectiva", escribía Toro, que colabora en El País y lavozdelsur.es, en su muro de Facebook este miércoles.
800 metros cuadrados de papel, unos 3 litros de tinta negra mate, unos 40 kilos de cola y, por encima de todo, la clave que aportó en su momento su hija Carla: "Mucho, mucho cariño". Un cariño en torno a un proyecto único y singular que todavía hoy siguen reconociendo decenas y decenas de aficionados, propios y extraños.
'Presencias'
Surgen de las piedras, de los muros semiderruidos, de antiguas fachadas encaladas que hoy son un mero vestigio de lo que hubo y apenas se sostiene. Metáfora del momento actual, del cambio de un modelo que ahora exige restaurar, rehabilitar: reconstruir, (re) evolucionar. Están ahí y hay que recordarlos. Para eso, aparecen rotundos y enormes. Emergen las huellas de un legado centenario. El eco telúrico que mueve la historia de una ciudad que es tantas cosas y muchas veces parece no ser nada. Juan Carlos Toro (Jerez, 1979) tiene un sueño. Otro más. Quiere escarbar en las paredes de la memoria de un pueblo, de su antiguo casco viejo, de sus barrios fundacionales que a duras penas se sostienen, y fundir sobre esa primitiva piel otro de los grandes patrimonios, esta vez intangible, de Jerez: el flamenco. Manuel Moneo y su hermano Juan El Torta, Fernando de la Morena, Diego Carrasco, Juana la del Pipa, José de los Camarones, Sordera, Tomasa La Macanita, Luis el Zambo, El Mono, Capullo, Mercé… Sus difusos y quejumbrosos ecos se hacen protagonistas en los callejones del alma de la ciudad y se revelan imponentes y solemnes sobre esas añejas tapias y paredes de Santiago, San Miguel y La Plazuela, San Mateo... Lugares desolados que renacen a base de apariciones. Espacios que reviven a partir de Presencias místicas donde se reflejan las voces de seres únicos, inclasificables, jondos. Apariciones, Presencias, que brotan del sueño de este artista jerezano empeñado en rescatar del olvido lo que nunca debería olvidarse. Ansioso porque hoy sea presente lo que ayer fue pasado.
Texto de Paco Sánchez Múgica para el proyecto 'Presencias'.