Algo se mueve en el intramuros jerezano. La plaza Salvador Allende —próxima a su rehabilitación integral— ha vuelto a la vida gracias a la apertura de una sala de artes escénicas en el local de un antiguo bar. "Vamos a intentar crear un espacio en el que tanto la gente de Jerez como de la provincia puede exponer un proyecto", explica Lidia María Jaime, directora de la Asociación de Artes Escénicas y Audiovisuales, entidad que gestiona El Espejo. A su lado, le acompaña Mario Huerta, encargado de gestionar la programación de la sala, que ya cuenta con varias citas en la agenda. Es día laborable por la tarde y en el espacio se encuentran alumnos que hacen una impro. "Los vecinos están encantados, se alegran de que por fin haya algo cultural", dice la actriz, que destaca la buena aceptación del local tras varios meses entre obras y ensayos.
"En Jerez hay profesionales que tienen buenas ideas pero no pueden materializar sus proyectos. Esto era necesario", explica Lidia sobre una iniciativa que abarca teatro, cine, canto, expresión, danza, música y comunicación. El local, que pertenece a El Espejo Producciones —asociado a la Escuela de María Espejo—, ha sido cedido a este colectivo artístico para ponerlo a disposición de la ciudadanía.
El objetivo último, suscriben, es dinamizar la cultura de la ciudad. "Queremos crear una escuela de espectadores, que la gente tenga ganas de ver espectáculos", sostiene esta profesora de teatro y actriz, titulada en la Escuela de Arte Dramático de Sevilla y con experiencia en Madrid. "Volví hace unos años, estaba cansada de perder el tiempo en el metro. La cultura tiene que reivindicar su sitio y Jerez se merece un espacio así", sostiene.
La inquietud es similar para su compañero Mario, que no para de pensar en iniciativas para la programación de febrero y marzo. Este actor, también jerezano, se volcó con la interpretación hace unos años. “En otras ciudades no mucho más grandes que Jerez hay muchas salas de microteatro que funcionan”, comenta. Ambos coinciden en la importancia de crear referentes culturales en una ciudad donde cuesta encontrar un lugar para llevarlos a cabo. “Hay un salto muy grande de algo pequeño a un Villamarta. Tenemos esa labor”, explica su compañera.
Sin embargo, no todo vale en El Espejo. Sus promotores insisten en buscar un contenido de calidad, que ofrezca también garantías. “Nos gustaría fomentar una programación de pequeño formato, pero profesional. Que la gente que venga sepa que hay un trabajo detrás y no se confunda con lo amateur”, indican. En el espacio, de carácter multidisciplinar, puede caber desde un concierto en acústico hasta una obra de microteatro o una proyección de cortometrajes.
“Es muy gratificante cuando encuentras a gente que ha empezado a conocer la cultura (de las artes escénicas) a raíz del contacto con nosotros. Luego, evolucionan, estudian fuera, vuelven y comparte. Queremos que Jerez recupere eso”, señala Lidia delante de un enorme espejo interior que también da nombre a la sala.
Para la actriz, los artistas “regalan tiempo”, dan “ideas” y “remueven conciencias”, pero sin el público no son nada. “Se trata también de fomentar lo crítico. Hay gente que le cuesta pagar una entrada, pero no una copa. Por eso es importante hacer escuela”, añade.
Entre las próximas citas, la proyección de La Más Fuerte, una obra dirigida por María Espejo y grabada en plano secuencia en la pandemia —entrada por invitación—, el concierto de El Pablito el viernes 11—donativo de 6 euros— y el cuentacuentos Flipa la Timidilla el próximo domingo 13. Paralelamente, trabajan en la programación del próximo mes, donde prevén traer un romancero del carnaval de Cádiz. Cultura al alcance de todos en pleno centro histórico de Jerez.