"Al artista le debería resultar una obligación denunciar en su obra lo que está mal en la sociedad"

La poeta y directora de actividades de la Fundación Caballero Bonald, Josefa Parra, habla sobre el compromiso social, la falta de presencia femenina en los puestos de poder y la necesidad de cultivar el amor por la poesía desde la infancia

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"La vocación por la poesía me viene por contagio, los primeros textos que leí de Rubén Darío y Juan Ramón Jiménez eran poéticos", Josefa Parra Ramos (Jerez, 1965) se considera una persona fantasiosa desde su más tierna edad. "Creía que todos los autores que leía aún estaban vivos y me enamoraba de ellos". Podría decirse que en ese momento nació en ella el germen de la poesía.

La poeta y filóloga jerezana cuenta con decenas de poemarios publicados a sus espaldas. Los más recientes Materia combustible (Ediciones en Huida, 2013), Segunda opinión (Frutos del tiempo, 2014), Tierra albariza (Torrejoyanca, 2018) y su última y ya premiada creación De profesión viajera.

La también también directora de actividades de la Fundación Caballero Bonald y subdirectora de la revista de literatura Campo de Agramante no para de crear mundos "cercanos y presentes" en los que tanto niños como adultos pueden asomarse y viajar con la mente y el corazón.

¿De dónde nace esa prolífica voz poética?

La poesía necesita de estudio y conocimiento, de mucha lectura pero es cierto que esa querencia por lo rítmico y lo musical la he tenido siempre conmigo. No lo he contado nunca porque me di cuenta ayer, pero al ver una de mis fotografías favoritas de la infancia estoy vestida de trovadora. Una amiga me dijo que desde pequeña, con cinco años como aparezco en la foto, ya era poeta. Aprendí a leer con tres años, pese a que algunos psicólogos y educadores dicen que no es bueno ser tan precoz. A mi me llamaba mucho la atención la lectura.

Ha estudiando Filología Hispánica en la Universidad de Cádiz y su doctorado versó sobre la literatura tradicional. ¿Por qué ese interés por la tradición popular?

Me interesa mucho lo que cuenta la tradición, sobre todo lo que cantan los niños y las madres. Siendo de Jerez, tenemos la cultura de las zambombas y tenemos muchos textos maravillosos que cantaban las mujeres en los patios de vecinos mientras lavaban o cosían. En mi familia siempre se ha guardado su tradición oral, somos muy matriarcales. Así, mis tías y abuela guardaban las canciones que en realidad son romances y coplillas, las custodiaron como tesoros y me las traspasaron. De hecho, la memoria es muy frágil se pierde con rapidez. Mi abuela que fue la que me enseñó gran parte de esas canciones me preguntaba cuando era mayor quién me había enseñado esas letras tan bonitas y yo le respondía que había sido ella. Recibí esta herencia y he tenido la suerte de ser la receptora y 'guardadora' de la tradición familiar.

¿Son los niños el público objetivo de la cultura?

Hay que poner la semilla, no puedes cambiar la forma de un árbol cuando ya está crecido y formado, por eso hay que regar el árbol pequeño. Para eso hay que llevarle a los más pequeños la poesía, la literatura y el arte. El amor por todo eso y cuando ese amor prende en la infancia no se te olvida jamás.

¿Habría que fomentar ese amor por la lectura y la poesía desde la escuela?

Siempre lo digo, en el colegio la poesía debería ser una asignatura tan importante como las Matemáticas, ya que forma nuestra conciencia y nuestra alma. Lo repetiré siempre... hay dos asignaturas que los niños deberían tener siempre: la poesía y los viajes. No es necesario viajar con los niños a lugares muy lejanos pero, deben conocer otra manera de entender las cosas, otras comidas, otros ambientes, eso es lo que abre la mente y te hace perder el miedo.

Poesía y viajes son los dos ingredientes de su nuevo libro De profesión viajera. Pero yendo un poco más allá, ¿cómo definiría su propia poesía?

Soy muy del presente, porque el presente es lo que tenemos. El futuro llegará y el pasado es lo que pone las bases de nuestro día a día. De hecho, cuando recuerdo en un poema lo hago para traerlo al presente, sus enseñanzas y vivencias pero es una poesía del ahora.

'De profesión viajera', el nuevo poemario de Josefa Parra. FOTO: MANU GARCÍA

Podemos encontrar multitud de temas en sus obras, la poesía erótica es uno de ellos. ¿Estamos aún anticuados en la sociedad para aceptar este tipo de poesía?

Hemos andado ya un largo camino pero las mujeres poetas, por ejemplo, hasta hace muy poco no se expresaban de una manera libre en temas como su amor y sexualidad, ni erotismo. A la hora de escribir, sobre todo en poesía, es importante ofrecer una visión natural, amplia y totalmente abierta del amor y del sexo. También hablo de la memoria y la infancia y el compromiso social.

Con respecto a este compromiso ¿Cómo vemos el mundo actual? ¿Sobre qué deberían escribir los poetas en nuestra sociedad?

Al poeta y al escritor, al artista en general le debería resultar un obligación el denunciar lo que está mal. Tenemos la suerte de que haya alguien que nos lea y siga. Por eso es una obligación, somos como faros, por ejemplo, si Luis García Montero dice algo en un libro que llega a muchos lectores esa voz estará en muchos lugares, y es obligatorio que lo haga. Tenemos que mojarnos por las guerras que están sucediendo, por los problemas de la inmigración, esas personas que solo quieren salvar sus vidas y a sus familias, y por los niños que están pasándolo mal. Todo eso hay que decirlo. El poeta también tiene la obligación de hablar de las carencias que hay en educación, en sanidad y en justicia, es el vocero.

¿Y algún caso particular en el que crea que el poeta debe escribir ahora?

En el tema de la sexualidad, en esa apertura de mente. El poeta tiene que comprometerse, ahora que de nuevo hay tantos ataques homofóbicos, y romper una lanza a favor de la variedad y la diversidad, por la libertad. Cada uno puede amar a quien quiera o a lo que quiera y eso tiene que aparecer en la poesía. A mi también me duelen mucho los niños, he viajado bastante y me he encontrado tanto en Jerez como fuera a muchos pequeños abandonados que viven en la calle. Es de justicia que aparezcan en nuestros libros, que les pongamos nombre y cara y cuando vayamos a los colegios contemos su historia.

Del compromiso de los artistas debemos hablar de las nuevas generaciones ¿Cómo son los nuevos poetas? Recordamos que no hace mucho presentaba a Abraham Guerrero y su poemario Los días perros.

Veo que el interés por la poesía está creciendo, por un tipo concreto de poesía. Quizás no es tanto la que aparece en los libros, está en internet, Instagram y Twitter. Veo bien que cada generación elija sus modos y maneras y pienso que todo son escalones para subir a otro tipo de poesía quizás más alambicada o completa. Todos comenzamos a leer con cosas más sencillas para llegar en el proceso más lejos. Incluso si se quedan ahí ya habrán conseguido un modo de expresarse. Si no se vende más poesía actualmente es porque los jóvenes la encuentran por otras vías como internet.

Pese a ello, ¿cree que la tecnología nos está alejando del mundo creativo?

Son los tiempos, todo se va cambiando y las cosas nuevas empiezan como una revolución. Lo que hoy entendemos como tradición hace muchos años fue algo nuevo y que daba miedo, incluso hubo quien no lo entendía. Dentro de 50 años puede que los instagramers sean parte de nuestra tradición.

Lleva muchos años trabajando en la Fundación Caballero Bonald, ¿cómo se mantiene esa energía para seguir organizando actividades?

Son ya 20 años desde que empecé (risas) Aquí encontré la horma de mi zapato, era investigadora y di un salto al vacío cuando supe que la Fundación se estaba creando. Comencé como freelance porque vi que aquí podía hacer una labor más interesante. En ese momento había muy pocos gestores de cultura pero creo que acerté porque me sigue emocionando la gestión. Se trabaja el doble y se cobra la mitad pero se disfruta.

¿El objetivo sigue siendo el mismo que en sus inicios?

Sin duda, ir a los jóvenes y a los niños con la cultura. Promover que quien tenga algo creativo lo pueda presentar y que podamos contribuir a la formacion del profesorado y el alumnado como hacemos con los congresos. Lo académico es necesario pero el amor por la literatura lo es más,por eso intentamos acercar a los estudiantes a los autores de una forma más cercana y amena. Yo siempre le vendo a los niños que un poema que le guste pueden utilizarlo para muchas cosas más allá de dejarlo en un libro cogiendo polvo en un estante. Pueden servirle en una carta, email, whatsapp, o para tu propio consuelo.

Josefa Parra en una entrevista para lavozdelsur.es FOTO: MANU GARCÍA

¿Qué programa tenemos en la Fundación para estos meses de verano?

Vamos a continuar con las actividades en el Jardín de la Luna Nueva, esta vez como colaboradores. Ya lo ha visitado Fernando Iwasaki y próximamente tendremos a Clara Obligado, para hablar el relato y el relato breve. Julio y agosto son nuestros meses de atender a los investigadores que quieren acercarse a utilizar nuestro archivo. Están abietos todo el año pero ahora es cuando tienen un momento para rescatar información y escribir tesis y memorias. Tenemos ahora mismo a un español que vive en Escocia, pero nos han visitado de California, Francia y de todo el territorio español. Al margen de esto, donde estoy poniendo todos mis esfuerzos ahora es en el próximo congreso que será en octubre. Aún no se le ha dicho a la prensa, pero el tema escogido será el humor en la literatura. Para ello hablaremos de la música, el carnaval, el humor en la prensa y vamos a tener invitados de todas partes. Estoy contando con la ayuda del "comisario y sheriff" Felipe Benítez Reyes para la organización.

Hablemos de reconocimientos y premios, es un hecho que las mujeres siguen luchando por su espacio en todos los sectores ¿Ocurre también en la literatura y poesía?

Creo que a las mujeres se nos premia menos, ahí están las estadísticas, incluso en los premios estatales hay muchísimas menos mujeres. Si bien es cierto que hay un pequeño cambio de diez años a esta parte. Lo que hace falta es una mayor visibilidad. No es que las mujeres debamos tener más ventaja, el problema está cuando el jurado es en su mayoría masculino y premian a hombres.  Si el jurado fuese mitad y mitad sería más fácil creo yo. Las mujeres están escribiendo tanto y tan bien como los hombres. Las cuotas son necesarias porque no se ha llegado a la visibilidad plena. No queremos que nos traten con paños calientes, solo que nos dejen estar presentes. Que haya mujeres dirigiendo en puestos importantes, como rectoras de universidad, directoras de instituciones y medios de comunicación o editoras. Hasta que no haya un equilibrio seguiremos siendo menos visibles.

¿Qué lectura nos recomiendas para este verano?

Suelo recomendar novela negra pero me gusta mucho Lucia Berlín, por ejemplo, Manual para mujeres de la limpieza y Una noche en el paraíso. También estoy recuperando las cartas entre Pedro Salinas y Katherine Whitmore que nacieron en paralelo a su obra La voz a ti debida, Razón de amor y Largo lamento. 

¿Y ya hay algo fraguándose en su cabeza para un próximo libro?

Sigo con los libros de poesía dirigida al público infantil. Ahora quiero escribir sobre la muerte y la pérdida para los niños pre lectores. Ellos me preguntan mucho qué ha pasado con sus abuelos o familiares cuando han muerto, por eso estoy indagando para escribir de forma sencilla (risas) que es muy difícil y llegar a ellos desde ese punto. El próximo libro se llamará Lolita la gata fantasma.