Inmaculada Delage González (Jerez, 1990) es historiadora y arqueóloga por plena vocación. Cuando recuerda su infancia lo hace desde su amor a los libros de Egipto y al Museo Arqueológico de Jerez. Macu estudió en Los Marianistas y su profesor de Historia, Juan Luis Robles, la animó profundamente a que se dedicara a esta profesión. Siguió el camino deseado y estudió la carrera de Historia en Granada y luego el máster en Arqueología. Entre medias, veranos sin vacaciones en busca de misiones arqueológicas, muchas horas en el campo a pleno sol excavando y también mucha emoción por descubrir los restos de nuestro pasado. Una vocación que la persigue desde es capaz de recordar: “El Museo Arqueológico de Jerez lo visitaba un par de veces al año, iba a la charlas de los Amigos del Museo, conservo todos los carteles de ‘la pieza del mes’ y recuerdo también los domingos de Alameda Vieja y Alcázar”.
La historia de Macu es una historia de perseverancia y pasión y, como ella misma indica, la clave es la “determinación”. Estudiar historia y dedicarse a la arqueología no es tarea fácil en los tiempos que corren, una profesión para románticos y exploradores, dicen algunos; un “albañil culto”, dicen otros. Macu se define como una “mujer itinerante” que vive entre Algeciras y Luxor, dos ciudades impregnadas de cultura mediterránea. Además, es profesora a distancia en Historia en la Universidad Internacional de la Rioja (UNIR) y doctora en Arqueología especializada en el periodo de transición entre el Alto y el Tardo imperio.
“En la Universidad dije que quería dedicarme a Egipto pero también me metí en arqueología clásica y empecé de prácticas en el yacimiento de Los Bañales (Uncastillo, Zaragoza). Comencé como voluntaria con Miriam Seco, ahora mi jefa, y he tenido la suerte de que me ha ido llevando de la mano y me sigue manteniendo en su equipo”, explica Macu. “Nunca he tenido vacaciones de verano porque es cuando se va a excavar. Sobre todo es importante tener determinación, ir a estudiar y a excavar donde sea”, añade. “Tuve un pequeño intervalo entre el máster y la beca en el que fui cajera de Leroy Merlin, pero desde que acabé siempre he trabajado como historiadora y arqueóloga”.
"Lo más bonito de la arqueología es lo que ves, no hace falta encontrar grandes tesoros"
Actualmente, compagina su labor como docente con su participación en el proyecto de excavación y puesta en valor del yacimiento en el templo de Millones de Años de Tutmosis III en Luxor, fruto de la cooperación entre el Ministerio de Antigüedades egipcio y la Universidad de Sevilla, dirigido por los egiptólogos Myriam Seco Álvarez y Fathi Yassen.
Aquí regresa cada año, en septiembre, cuando el tiempo lo permite. “Cualquier momento en Egipto marca, pero el primer año descubrimos en el templo de Tutmosis ‘las joyas de la dama’, los restos humanos conservaban sus colgantes, pulseras, tobilleras… yo estaba tocando algo que fue enterrado hace 4.000 años y no me lo podía creer. Ese día lloré”, relata Macu. “Lo más bonito de la arqueología es lo que ves, no hace falta encontrar grandes tesoros. También me gusta el interés de la gente, hay un gran porcentaje que agradece que le cuentes su pasado y cuando explicas bien las cosas es muy gratificante, ves que te lo devuelven en forma de interés y gratitud”, señala la investigadora jerezana.
"Todos los jerezanos soñamos con Asta Regia"
Macu se declara también una enamorada de Baelo Claudia, su “yacimiento favorito”, y desea que muy pronto puedan comenzar las excavaciones en Asta Regia: “Casi todos los jerezanos soñamos con Asta Regia, es el gran yacimiento que estamos esperando que se empiece a intervenir. Sin ninguna duda espero que se excave y soñaría con participar en este proceso”, cuenta ilusionada.
Macu es una de esas personas que apuesta por su sueño y demuestra que es posible dedicarse a lo que una le gusta, aunque sea en ámbitos tan complicados como la historia. “Se puede ejercer la profesión que te guste con paciencia y trabajo, ¡imagina lo que es trabajar de tu pasión desde que tienes 6 años!”, exclama.
“La historia, y las humanidades en general, son mucho más necesarias de lo que nos quieren hacer ver hoy en día. Resultan fundamentales para que los adultos pensemos y reflexionemos. Los arqueólogos en concreto sacamos a la luz a un tipo de personas que a lo mejor no han pasado a la historia escrita, y merece la pena que quede constancia para así completar toda la historia”, concluye la joven arqueóloga.