El Festival de Jerez ya está en marcha. En las salas de exposiciones, en las plazas y en los muros de la ciudad encontramos los ecos gráficos del cante y el baile. A pesar de los vándalos y de la escasez de medios, la creatividad inunda todos los espacios. Les recomiendo dos exposiciones para disfrutar y aprender, dos muestras muy diferentes: una nos remite a los viejos espectáculos de los años treinta; la otra nos invita a reflexionar sobre la estética de la danza y el flamenco. Los Claustros de Santo Domingo realizan un homenaje a La Argentinita, a Pilar López y a la Compañía de Bailes Españoles. Sus descendientes han abierto los verdaderos baúles de los años treinta para mostrarnos los trajes originales que utilizaron las bailarinas en sus espectáculos. El visitante se queda embelesado ante las viejas maletas, con sus cajones y perchas interiores, con sus pegatinas, números y nombres en el curtido exterior. Los aromas de la dureza del viaje y de las eternas giras contrastan con el diseño atrevido y elegante de los vestidos. Son rastros de una época en la que se mezclaba lo barroco y goyesco con lo popular y lo poético.
Carteles, documentales, fotografías, zapatos o recortes de periódico explican todo lo que rodea a esos baúles y a los diecisiete trajes originales expuestos. Aparecen creadores tan diferentes como Federico García Lorca, Sánchez Mejías, Salvador Bartolozzi, Santiago Ontañón, Federico Chueca, Enrique Granados, Manuel de Falla, Ernesto Halffter, Salvador Dalí o Manuel de Falla. Eran tiempos en los que la vanguardia quería aprovechar el potencial creativo de los bailes y ritmos populares, tanto en la poesía como en el baile. Las fotografías, los carteles y los programas de la época captan muy bien la ingenuidad creativa de aquellos años. Cada traje viene acompañado por ilustraciones que hacen referencia a los espectáculos en los que fue utilizado. Eran tiempos en los que los trajes de lagarterana y los mantones podían convivir en un escenario con las composiciones de los mejores compositores. Y los documentos, con el estilo periodístico del momento, no tienen desperdicio. Esos titulares que describen al mejor folklore español de la época, esas giras por los teatros de Andalucía, esos escritores convencidos de acariciar las esencias de la tierra…
Coordinada por Carmen de la Calle, la exposición puede ser visitada en los Claustros de Santo Domingo: de martes a viernes de 10 a 14 horas y de 17 a 20 horas; sábados y domingos de 10 a 14 horas.
La otra exposición inaugurada esta semana se encuentra en el convento de San Agustín, al lado del Alcázar. Daniel M. Pantiga en Ceci n'est pas flamenco se plantea los límites de la representación. “Esto no es flamenco”, dice la frase, en clara alusión a “Esto no es una pipa” de Magritte. Se trata de fotografías de cuerpos a pleno rendimiento, imágenes de bailaores, fragmentos de un movimiento, de un gesto. Aparecen retratados Israel Galván, Andrés Marín, Eva Yerbabuena, Belén Maya, Olga Pericet, Rocío Molina… Los claroscuros atrapan el sufrido cuerpo del bailaor en posiciones extremas, tensas, desgarradas, forzadas o poco habituales. Por eso este montaje fotográfico cuestiona los tópicos vigentes en la representación gráfica del baile. Las fotografías nos impregnan del misterio de la danza, de los músculos, del sudor y de los huesos. Cada movimiento corporal quiere concretar ese esfuerzo infinito del ser humano por acercarse a la belleza, a la trágica belleza del existir que tan bien dibujan nuestros bailaores. Y la mirada del fotógrafo no es ajena a la evolución del baile, porque las manos, las costillas y la contorsionada figura atraviesan las fronteras de los estilos, transgresión que es esencial para las artes en el mundo contemporáneo.
En www.danielmpantiga.com podemos ampliar la información sobre el autor y conocer sus anteriores proyectos. Daniel Muñoz Pantiga (Madrid 1970) es licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad Complutense de Madrid. Su trabajo fotográfico se centra en las artes escénicas. Colabora con revistas especializadas, como Globalflamenco.com, y sus imágenes han aparecido en importantes publicaciones: Traveller, National Geographic, Babelia o Télérema. También ha trabajado en la elaboración de portadas de discos, como “El espejo en que me miro” de David Lagos, y de libros, carteles, catálogos y programas de mano de festivales. Ha expuesto en diversos espacios, como la Torre de Don Borja en Santillana del Mar, la Maison Carrée de Nîmes (Francia), el Bimhuis de Amsterdam (Holanda) o The Barclay Theatre de Irvine (California, Estados Unidos). Y ha realizado fotografías para la decoración de las salas del Museo de Baile Flamenco de Sevilla, el Café Sevilla de Long Beach en Los Ángeles y el proyecto de decoración Hospital de Venice, California.
Y otro misterio son los horarios para poder visitar esta muestra, me dijo Daniel, el autor, cuando le comenté mi intención de acudir el viernes por la tarde. Un esmerado trabajo preparado con iluminación específica para las mañanas y para las tardes… Sin embargo, no sabemos si sólo será posible verlo por las mañanas, porque en la puerta del convento de San Agustín no hay ni horarios ni cartel que pueda servirnos de guía en este febrero-marzo flamenco. Convendría que en estas fechas fuésemos capaces de unificar la información y aprovechar al máximo todas las instalaciones. Si no lo hacemos así, el trabajo de nuestros grandes creadores y la oferta turística se devalúan. Si bien es cierto que los recursos son escasos y que no se puede tener abierta una sala todo el día, sobre todo si está dentro de un edificio de oficinas, sí sería un acierto, cultural y económico, realizar un esfuerzo extra durante el festival.