Juan José Téllez esboza una semblanza de la figura del alcalde gaditano, en la celebración en Loreto del 110 aniversario de su fallecimiento, criticando a los que han querido tergiversar la historia de un modo "arriesgado, controvertido y controvertible".
Palomas que vuelan por la plaza más popular del barrio de Loreto. Niños que con gritos y risas alimentan de vida este encuentro de calles antes de desembocar en la avenida. No llueve, esta vez no. No hace frío. Un busto se erige por el verdor de plantas y arriates, preludio del tributo floral que se le iba a ofrendar a alguien que “no fue un santo aunque sí un místico”. Así definía el escritor, periodista y poeta Juan José Téllez a Fermín Salvochea, alcalde de Cádiz y máximo exponente del cantonalismo anarquista de finales del siglo XIX.
Y lo hacía en una charla de barrio –no por ello despectivo- junto a medio centenar de vecinos que se congregaron en la tradicional ofrenda floral que lleva a cabo la asociación de amigos que se reúnen en torno a la figura del “alcalde de los pobres”. En esta ocasión, para recordarlo en el 110 aniversario de su fallecimiento, presidió el acto la máxima responsable de la entidad, Carmen Chico, el presidente de la AA.VV. Campo de Aviación de la barriada de Loreto, Manuel Salomón y el ya citado literato gaditano.
Tras unas palabras de agradecimiento por parte de la propia Chico, Téllez disertó con una semblanza elegante sobre el pensamiento de Salvochea. Un hombre evolutivo y de pensamiento cambiante, porque, apoyándose en una canción de Luis Eduardo Aute, “el pensamiento no puede tomar asiento”. Recordó el periodista frases del regidor gaditano que hacían alusión al concepto de patria, para que fuera entendida como una lucha constante por las libertades: “Mi patria está donde no está la libertad porque hay que conquistarla”.
Tuvo Téllez dos momentos cruciales de crítica y autocrítica. La primera dirigida a todos aquellos que, tras la colocación de un cuadro de Fermín en el despacho del actual alcalde, profirieron sus ofensas respecto al perfil ideológico, “habitualmente desde la bancada de la derecha –refiriéndose al pleno municipal- se cuestionó la supuesta santidad de Fermín Salvochea”. Hicieron juicios sobre el antiguo alcalde “por las acciones violentas en defensa de sus ideales”.
“Me parece sumamente arriesgado, controvertido y controvertible extrapolar la realidad del siglo XIX a la de hoy día, a Fermín no le hubiera hecho falta la utilización de las armas para consolidar su pensamiento hoy”. Téllez critica sacar de contextos las acciones de Salvochea y evitar habar de “una realidad violenta de capitalismo salvaje en el siglo XIX con Fernando VII”.
Por otro lado, el escritor hace referencia al poco conocimiento de la figura histórica que tiene la propia ciudad, quitando a los que sí han realizado una labor importante, esgrimiendo que “Cádiz no termina de saber quién fue Fermín Salvochea”. La gente desconoce que “cuando asume la alcaldía y la presidencia del Cantón aprovechó el momento para cambiar la realidad”. “El Cantón más que antirreligioso fue anticlerical”, se trata de un compromiso “por el laicismo, intentando expropiar de simbolismos religiosos la ciudad, cambiando los nombres de las calles”, entre otras transformaciones.
Sus últimos días es involucrado en los sucesos conocidas como “la mano negra”, que no fue sino “un montaje para descabezar los movimientos libertarios”. Se desprendió de sus riquezas y murió en unas condiciones “de absoluta modestia”. De hecho, falleció tras un accidente al romperse la mesa donde dormía, puesto que su cama se la había dado a alguien que no tenía.
Un tranquilo debate, aunque más bien una serie de aportaciones a la tertulia por parte del público asistente, culminó el acto con los claveles adornando el busto del regidor anarquista de Cádiz y con la esperanza puesta en los presentes, de que algún día se le rindan honores desde el propio pueblo, no desde la instituciones.
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