Al igual que el año 2022 ha estado lleno de homenajes, conciertos conmemorativos, concursos de canto, exposiciones y congresos dedicados a la memoria de Renata Tebaldi utilizando como pretexto el primer centenario de su nacimiento, el 2023 está también repleto de iniciativas para celebrar un acontecimiento similar: el de los primeros cien años del natalicio de María Callas. La soprano griega fue una de las intérpretes más influyentes del siglo XX y, naturalmente, es merecedora de cuantos homenajes y estudios se puedan dedicar. No obstante, al contrario que Tebaldi, su nombre ha trascendido los círculos operísticos debido a su azarosa vida sentimental, tan aireada por los medios de comunicación de la época, y que ha mitificado su figura y eclipsado en parte sus logros musicales fuera del ámbito especializado. Esta vertiente es, precisamente, la que más se subraya en la propuesta teatral aquí comentada.
La dirección escénica de actor y escritor Albert Boadella diseña un espectáculo dramático y musical, que fue estrenado en 2021, en el que se pretende profundizar, una vez más, en la muy analizada y recreada soprano Maria Callas, en el año en que, como decimos, se celebra el primer centenario de su nacimiento. Como ya hizo Franco Zefirelli en su película Callas Forever (2002), protagonizada por Fanny Ardant, se fantasea sobre la vida privada de la cantante durante los últimos momentos de su vida, cuando su carrera había terminado y su expareja Aristóteles Onassis había fallecido. Pero, a diferencia del mencionado largometraje, la solitaria vida de Callas en su residencia parisina es utilizada para ir desgranando, a modo de recuerdos que vienen a la mente de la protagonista, varios episodios de su trayectoria sentimental y trazar algunas de sus frustraciones canoras, cuando la voz ya no respondía. Así, se pudieron ir encajando breves citas de páginas operísticas que en su mayor parte no se interpretaron al completo.
La función descansa en las habilidades actorales y musicales de María Rey-Joly y Antonio Comas, con unas prestaciones que son fundamentales para el éxito de la propuesta. Ellos encarnan a Callas y a su repetidor personal, Ferruccio, en un extenso diálogo con momentos de reflexión o divagación en los que se mezclan asuntos referidos a la carrera operística y a la vida privada de la diva. La vertiente doliente y trágica es la que está más desarrollada, dejando poco espacio a los aspectos más amables. La soprano greco-americana es presentada como una mujer aislada, que rechaza el presente y está anclada en el pasado, que insiste en que su maestro repetidor la acompañe en un imaginario repertorio que ya le será imposible asumir. Asimismo, también lo utiliza para que, de forma delirante, encarne a Onassis como su pareja en las tramas operísticas que ella interpretó. Por ello es difícil encontrar ironía, distanciamiento, humor o relativismo en el retrato trazado, lo que resta cierta complejidad y unas dimensiones poliédricas que hubieran permitido un acercamiento que superase el territorio más habitual en el tratamiento de los años finales de la vida de la cantante.
María Rey-Joly ya ha demostrado en ocasiones anteriores que puede llegar a ser tan buena actriz como cantante. Por ejemplo, cuando ha encarnado a Ketty en el aclamado montaje de Paco Mir de la zarzuela Los sobrinos del capitán Grant, de Fernández Caballero. Su carrera es ya larga y en varias ocasiones se ha tenido la oportunidad de escucharla en el Teatro Villamarta entre 2003 y 2011. En ese amplio período de tiempo, el público jerezano ha podido observar la evolución de su voz de soprano en roles como Stephano en Roméo et Juliette de Gounod (enero de 2003), Musetta en La Bohème de Puccini (junio de 2006), Francisquita en Doña Francisquita de Vives (junio de 2008), Alice Ford en Falstaff de Verdi (abril de 2009), Donna Anna en Don Giovanni de Mozart (enero de 2010) y Norina en Don Pasquale de Donizetti (enero de 2011). No ha sido una sorpresa, por tanto, lo óptimo de su interpretación, con una encarnación de la Callas en la que, afortunadamente, no ha intentado hacer una imitación, sino que ha recreado el rol desde su propia personalidad y abordando las partes musicales dentro de los parámetros de una soprano que ha visto disminuir sus medios vocales de forma prematura.
Este último, como director musical, facilitó el buen desarrollo de esta importante vertiente del espectáculo, trenzando el drama con los pasajes líricos que contaron con el acompañamiento grabado de la Orquesta Real Filarmonía de Galicia, salvo en algunos puntuales momentos en los que Comas tocó en directo el piano, que también fue utilizado en algún instante por Rey-Joly.
Para los intérpretes fue especialmente complicado alternar la impostación de voz requerida en el canto con la exigida en el teatro hablado, más cuando tras un texto casi gritado había que cantar inmediatamente después. Eso provocó algunos problemas de proyección y afinación, aunque como se trataba de presentar a la Callas en su decadencia vocal no resultaba inadecuado. No obstante, en los dos únicos pasajes que fueron ofrecidos casi completos, como un destello de la gloria pasada de la soprano (el Lamento de Dido y Eneas y D’amor sull’ali rosee de Il Trovatore), Rey-Joly tuvo algunos contratiempos en la colocación y los reguladores. Explicables, particularmente en la página verdiana ya en el tramo final de la función, por los múltiples requerimientos atendidos.
Hubo muchos juegos y paralelismos con los contenidos de los pasajes operísticos y el estado anímico de Callas: sus pensamientos suicidas con el aria de Gioconda, sus enfrentamientos con Onassis con los que libran Tosca y Scarpia en la ópera de Puccini, su sufrimiento amoroso con el expresado en Porgi amor por la Condesa de Le Nozze di Figaro, su abandono con el que sufren Manon Lescaut o Violetta Valéry, o su plegaria final a través de la de Desdémona de Verdi. Asimismo, utilizando músicas ajenas al universo operístico, principalmente procedentes de los tres países relacionados con los protagonistas (Estados Unidos, Italia y Grecia), se reconstruyeron los recuerdos agradables de la relación de Callas y Onassis.
El espacio escénico se mostró con escasos elementos: un sofá, un tocadiscos sobre un soporte y un piano con una fotografía en blanco y negro de Callas y Onassis. Es decir, lo imprescindible para dar soporte a una trama que es introvertida, que no necesita de más añadidos que distraigan la atención.
Ficha técnica
Diva. Espectáculo sobre la vida de María Callas. María Rey-Joly (Maria Callas), Antonio Comas (Ferruccio / Onassis). Albert Boadellas (dirección de escena), Manuel Coves (dirección musical). Teatro Villamarta, 28 de abril de 2023.