El mundo de las artes cinematográficas en general, pero en flamenco en particular, ha sufrido una pérdida irreparable en el más amplio sentido semántico de la palabra. Desde el mismo momento en que se daba a conocer la noticia de la muerte de Carlos Saura Atarés (Huesca, 1932 – Madrid, 2023), las rotativas físicas y digitales han focalizado su atención en un artista que ha sido durante décadas una de las máximas referencias del mundo audiovisual en España.
Fotógrafo y cineasta aragonés, que comenzara su andadura profesional en el séptimo arte con un documental sobre La Chunga en su etapa juvenil, siempre fue un enamorado confeso del mundo del flamenco y lo tuvo presente en gran parte de sus producciones. Tal es así, que en su primera película de metraje largo – Los Golfos, 1959- ya contaba con la participación de Pedro del Valle Pichardo Perico del Lunar padre (Jerez, 1894 – Madrid, 1964) y Rafael Romero Romero El Gallina (Andújar, 1910 – Madrid, 1991), gracias a su amistad con ambos a través de las noches que vivieron juntos en el tablao Zambra. Tres años más tarde, volvería a contar con el cantaor jiennense en ‘Llanto por un bandido’.
Para Carlos Saura, el flamenco era algo extraordinario y único en el mundo, considerándolo como una música que “pertenece a un ritmo del pasado, está vivo en el presente y tiene un futuro” tal y como confesaba cuando se le entrevistaba, estableciendo en esos parámetros lo que diferenciaba a este género de otros aspectos folclóricos de la música española “muy hermosas, pero paralizadas en el tiempo”. Y es esa especie de vitalidad que tiene el flamenco “porque nadie sabe de dónde viene, aun cuando todo el mundo tenga su propia teoría” la que hizo que poco a poco fuera centrando su atención en él.
Bodas de Sangre y su relación con Antonio Gades como punto de inflexión
La filmografía de Carlos Saura se puede dividir claramente en dos tipos de películas: las que él consideraba como ‘películas normales’ y las ‘musicales’. Y en esta vertiente flamenca en la que nos estamos centrando, es en el año 1981 con Bodas de Sangre donde empieza a vislumbrar un claro interés por el cine musical y, especialmente, el flamenco, música que siempre le ha apasionado y por la que sentía una especial afición.
Con este trabajo realizado junto a Antonio Gades da comienzo a una trilogía en las que Federico García Lorca, Prosper Mérimée y Manuel de Falla son la inspiración del título antes referenciado, así como de ‘Carmen’ en 1983 y ‘Amor Brujo’ en 1986. Todas estas producciones contaban con el bailaor alicantino como protagonista, escoltado por un elenco que estaba compuesto por los bailarines de la compañía dirigía en aquellos momentos tras dejar el Ballet Nacional de España, además de primeras figuras de la época.
No obstante, la puerta con la que Carlos Saura se abre al ‘musical puro’ llegaría algunos años más tarde. En 1991, a través de un espacio minimalista – que no era más que un rectángulo de bastidores de plástico transparentes- llega uno de sus incunables: Sevillanas. Con esta producción, el cineasta aragonés reúne a muchos de los mayores talentos musicales del género para realizar un homenaje a este cante y baile regional, en el que participan, entre otros, Rocío Jurado, Manolo Sanlúcar, Paco de Lucía, Camarón de la Isla, Lola Flores, Manuela Carrasco, Matilde Coral, Sal Marina o Los Romeros de la Puebla.
Y bajo ese mismo formato continuaría en 1995 con la primera de las dos entregas jondas que realizara Carlos Saura: Flamenco. Con un cuadro compuesto por lo mejor que atesoraba Jerez en su jondura, Francisca Méndez Garrido ‘La Paquera de Jerez’ era la encargada de dar inicio a un trabajo documental que recoge pasajes irrepetibles y que nunca más volvieron a producirse. El encuentro por martinetes entre Manuel Moneo y Manuel ‘Agujetas’ o la alternativa de Farruco a Farruquito, son sólo dos de los muchos ejemplos que podríamos extractar de un trabajo donde las diferentes escenas buscan tener una relación interna que va construyendo una historia que tiene lugar dentro la antigua estación de autobuses de Sevilla.
Estimular al máximo a los artistas y verlos con la máxima pulcritud
Una constante dentro del trabajo de Carlos Saura en su vertiente audiovisual flamenca podría conceptualizarse en su capacidad para estimular a los artistas y que estos lograran expresarse con la máxima pulcritud ante las cámaras. Sin un público delante que provoque una carga de responsabilidad y con los inconvenientes que se generan en cualquier grabación cinematográfica, conseguir envolver cada escena, cada secuencia, cada cuadro y cada momento en la atmósfera adecuada ha sido una de las virtudes que hacen especial a este cineasta y fotógrafo.
No obstante, esta forma de visualizar el flamenco cambió en su segunda entrega jonda —Flamenco, flamenco—, quince años después de la realizar la primera y tras llevar a cabo en 2005 el documental Iberia sobre la música y danza de los artistas más importantes de ese momento como Sara Baras, Antonio Canales, José Antonio Ruiz o Aida Gómez, entre otros. En esta ocasión, en 2010, Saura busca una propia construcción visual y un sentido interno a cada momento, motivado por el surgimiento de nuevos valores jóvenes y algunos no tan jóvenes, pero que están aportando una especie de savia nueva al flamenco empezaban a dar unos resultados interesantes y renovadores.
Pero en ‘Flamenco, flamenco’, si algo llama especialmente la atención, es la forma en la que trata Carlos Saura el baile. Como el mismo se encargaba de preconizar desde que hiciera en los 80 la trilogía con Antonio Gades, la danza flamenca era susceptible de sufrir cambios sustanciales – como así ocurrió a principios de este siglo-, y la libertad con la que consigue que se expresen Israel Galván o Rocío Molina, confronta con un Farruquito heredero de aquel testigo que le legara su abuelo quince años atrás. Dentro de su pasión por lo clásico, era conocedor de que esta disciplina del género era la que más había evolucionado en estos últimos tiempos y es en la que más hincapié puso sus esfuerzos por que se mostrara diferente, por ser de la que se confesaba “profundamente enamorado”.
Desafortunadamente, su muerte en este mes de febrero de 2023 nos ha dejado con la miel en los labios de ver una nueva entrega de este serial jondo. A sus 91 años, el fotógrafo y cineasta aragonés albergaba la esperanza de poder realizar una nueva entrega con Rosalía como protagonista – casí 15 años después de la segunda y 30 de la primera-, aún a sabiendas de la complejidad que supondría trabajar con una artista que “está ahora en otro mundo, como es el americano, pero que hace cosas que son las que siempre he pretendido hacer con el flamenco: modernizarlo, bailarlo de otra manera, con esa libertad y el talento que ella tiene”, tal y como confesaba recientemente a Europa Press.
El mundo de las artes muestra sus condolencias a través de las redes sociales
Como suele ser habitual, el universo de las redes sociales se ha vuelto a convertir en el libro de firmas donde se recogen las muestras de pesar por la pérdida de Carlos Saura. Instituciones y artistas con que han trabajado con el de forma directa o han mantenido algún vínculo más alejado han querido mostrar sus condolencias.
Así, la cantaora jiennense Carmen Linares, Premio Princesa de Asturias 2022 junto a María Pagés, expresaba “todo mi cariño y admiración a Carlos Saura. Un gran cineasta, amante de la cultura, la música y el flamenco. He tenido el honor de cantar en su película “Flamenco”, con la guitarra de Rafael Riqueni y fue un momento inolvidable para mí. Siempre te agradeceremos el respeto y la categoría con la que has tratado a nuestro arte”, mientras Antonio Carmona, líder de la banda Ketama junto a sus primos Josemi y Juan, le definía como “un pionero y alguien que le dio una visión profunda al flamenco. Ketama y Manzanita somos parte de esta maravillosa película llamada Flamenco dirigida por él. Hasta siempre maestro”.
Por su parte, los coreógrafos Rafael Estévez y Valeriano Paños, entonaban un mensaje más cercano y cariñoso recordándole como ‘Tío Carlos’ y le agradecían “haberte preocupado por el flamenco y la danza y música española” así como su genialidad y haber tenido “el honor tan grande trabajar contigo codo con codo y crear 'Flamenco hoy' o participar en tus películas 'Flamenco, Flamenco' y 'Jota'. Qué honor haber mantenido contigo tantas y tantas conversaciones interesantísimas y profundas. Qué honor haber aprendido de ti. Qué honor tener en nuestro archivo esas fotos que nos hacías durante los ensayos y que nos regalabas con tanta ilusión. Qué honor haberte conocido. Buen viaje, maestro... ¡GENIO!”
Por otro lado, el musicólogo Faustino Núñez recordaba que “trabajé con él en el germen de ‘Iberia’. Lo conocí por Gades y junto a Antonio forjo, para mí, tres de sus mejores películas. Descanse en paz el maestro maño”.
En el plano institucional, la Fundación Antonio Gades llora “la pérdida del gran cineasta Carlos Saura y con su partida se cierra una página única en la historia de nuestro cine y nuestra danza. Para nosotros, su nombre siempre estará eternamente vinculado al de Antonio Gades y será siempre símbolo de la modernidad, aventura y de las más altas cotas que la palabra cultura ha dado al mundo. Nuestro abrazo y cariño para toda su familia y amigos”.
Por último, el Ballet Nacional de España expresaba sus condolencias calificándole como “uno de los grandes del cine español que tanto hizo por difundir y dar a conocer nuestra danza española y el flamenco. Muchas gracias por dar luz a tan bello arte con nuestra danza”.