Adú es una película admirable. Es una historia de supervivencia, de crecimiento, de denuncia y crónica periodística y hasta de aventuras. Y si la función de la ficción es tratar de responder a preguntas sobre cómo es el mundo y por qué es así, Adú responde con verosimilitud, rigor y emoción, sin trazos gruesos.

Es verdad que lo que cuenta es conocido y que está algo desequilibrada en sus diferentes tramas argumentales, pero el núcleo central de la historia tiene tanta fuerza emotiva y poder de sugerir, que compensa sobradamente la falta de novedad y la relativa relevancia de sus dos subtramas subordinadas.

A la manera de otras películas, significativamente la Babel de González Iñárritu, Adú se articula en tres historias paralelas que de alguna manera confluyen en la puerta del infierno, la valla de Melilla, ese cancerbero a la entrada y salida de un continente.

En una de las subtramas un grupo de guardias civiles encargados de la vigilancia de la valla es investigado judicialmente después de que su actuación al impedir un salto masivo de inmigrantes acabara fatalmente para uno de ellos. Uno de los agentes se cuestiona su papel de peón en un engranaje inhumano insensible al drama personal de cada individuo.

La segunda subtrama ilustra la actitud condescendiente de algunos blancos hacia la protección de la fauna salvaje africana. Un acaudalado empresario (Luis Tosar) acalla su conciencia luchando contra la caza furtiva de elefantes al tiempo que intenta compensar su falta de atención con una hija díscola e irresponsable.

Es la odisea de un niño camerunés de seis años, Adú (Moustapha Oumarou), la que vertebra toda la película. Desde su despreocupada y feliz infancia en la aldea hasta su abierto desenlace,  Adú recorre un largo camino en el que descubre la bondad y la maldad de los hombres. Le acompañan en distintas etapas, primero su hermana Alika (Zayiddiya Dissou) y después el adolescente Massar (Adam Nourou).

Adú no cae en el sentimentalismo o la truculencia. La realidad del continente africano ya es lo suficientemente dramática para que el director, Salvador Calvo, y su guionista, Alejandro Hernández no necesiten cargar las tintas. Probablemente encontraron inspiración en la crónica periodística. Nos muestran cosas de las que sabemos diariamente por los medios, nada nuevo, pero lo hacen de forma efectiva y conmovedora, con unas imágenes hermosas y terribles a la vez.

Luis Tosar, siempre intenso, y Anna Castillo o Álvaro Cervantes están correctos en sus personajes, no demasiado exigentes. Dejan más huella, sin embargo, los más jóvenes

Ese es uno de los logros de esta película: podíamos imaginar cómo es viajar en el tren de aterrizaje de un avión, pero Adu nos lo muestra de manera magistral en una escena simple pero muy efectiva. La pequeña travesía en el mar, en un flotador de goma, en una oscuridad casi total, no es espectacular pero también está bien resuelta. 

Las etapas de la aventura de Adú remiten al viaje épico del héroe. Su obligada partida, la ayuda amorosa de Alika, la intervención de un mentor, Massar, con poderes mágicos o la estancia en la cueva o el vientre del gran leviatán con alas, son vicisitudes seguramente reales pero cuyas resonancias arquetípicas hacen de Adú un personaje de la estirpe de los héroes.

Luis Tosar, siempre intenso, y Anna Castillo o Álvaro Cervantes están correctos en sus personajes, no demasiado exigentes. Dejan más huella, sin embargo, los más jóvenes. El pequeño Moustapha Oumarou, descubierto en una aldea camerunesa, como su personaje Adú, encarna toda la alegría y la inocencia de la infancia con sorprendente profesionalidad. También el francés Adam Nourou, como su amigo Massar, y Zaddidiya Dissou, joven actriz de Benin que encarna a Alika,  dotan a sus personajes de gran credibilidad.  

Toda la belleza y la tragedia de África parecen converger en Melilla. Uno de esos puntos calientes, como la frontera méxico-norteamericana o los límites orientales de la Unión Europea, donde la civilización parece condenada a tirar la toalla. Los creadores de Adú nos dicen que cada una de las personas que, como Adú, Massar o Alika, se decide a ponerse en marcha, tiene una historia detrás que merece ser escuchada y que nosotros, en este caso Europa, no puede mirar hacia otro lado.

Ficha técnica

Adú.  España, 2020. (119 min.). Dirección: Salvador Calvo. Guion: Alejandro Hernández. Fotografía: Sergi Vilanova. Música: Roque Baños. Producción: Mediaset España. Intérpretes: Moustapha Oumarou, Luis Tosar, Adam Nourou, Anna Castillo, Zayiddiya Dissou, Álvaro Cervantes, Ana Wagener…

Sobre el autor:

Eugenio Tapia

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