La algecireña Juana Ríos, quien debutara en el panorama literario con el poemario Aduanas de agua, al que le seguiría Peces voladores, ambos con Huerga Fierro Editores, publica ahora su primera novela, La voz de lo que fuimos, con Huso Editorial. En La voz de lo que fuimos la autora da vida a Beatriz, personaje principal, en una historia narrada en dos tiempos en la que el presente se alterna con el pasado en trama de una Beatriz que trata de recomponer un puzle familiar.
La novela se adentra en el retrato social de la España rural de posguerra, enmarcada en la comarca que unía el antiguo tren llamado El corto, el ferrocarril que hacía su trayecto desde Algeciras hasta las primeras poblaciones de la serranía de Ronda. La tendencia natural de Juana Ríos al lenguaje poético llena esta historia de bellas metáforas y de un lenguaje plagado de imágenes que se internan en la memoria del lector. Por momentos, La voz de lo que fuimos nos retrotrae al realismo mágico de la novela hispanoamericana de mitad del siglo XX y es que es precisamente, para Juana Ríos, la magia el detonante de la literatura.
La historia familiar a la que nos lleva la escritora tiene su base en los personajes femeninos, los cuales se hacen con el peso de una historia que, a la vez que un ejercicio de memoria, se convierte en un acto de justicia hacia aquellas mujeres que soportaban sobre sí la carga de los abusos de quienes se pensaban dueños de sus cuerpos y de sus vidas. La voz de lo que fuimos es el debut narrativo de una escritora que despliega ante nosotros todo el bagaje de un oficio formado a base de lecturas. No se la pierdan.
¿En qué consiste 'La voz de lo que fuimos'?
Es la historia de una búsqueda, un viaje emocional hacia las raíces físicas y sentimentales de una mujer que necesita descubrir su lugar en el mundo.
¿Por qué la literatura? ¿Qué puede aportar a la vida cotidiana?
La literatura es, para mí, la forma de traducir el mundo a mi alrededor, de encontrar la magia, el alma, la esencia que sobrevuela la realidad, lo tangente, lo material.
¿Cómo definiría su escritura? ¿Qué le interesa de la literatura?
Definir lo que uno hace es siempre difícil, creo que mi forma de escribir podría encuadrarse en prosa poética dentro de una narrativa clara. De la literatura me interesa su capacidad o potencial para despertar emociones, ideas, abrir la mente a otras historias, otras realidades, otras vidas y la forma en la que puede transportarnos. Es una puerta que se abre para todo aquel que bucea en un libro.
En 'La voz de lo que fuimos' nos encontramos frente a un personaje protagonista que trata de reconstruir una historia familiar. ¿Qué papel juega en esta obra su propia experiencia?
No creo que haya alguien que al escribir no derrame parte de su experiencia vital en sus personajes, es inevitable “prestarles” algunas de nuestras propias inquietudes o vivencias, sea consciente o inconscientemente. No es en absoluto, una autobiografía, en ningún sentido, pero sí que podría hablar de biografía, no la mía, sino en los personajes del pasado de la novela, para los que en su configuración, he rescatado de mi memoria emocional antiguos relatos que se contaban en casa sobre personas y situaciones de aquella época de la España rural de posguerra.
¿Cuál diría que es el fin último de 'La voz de lo que fuimos'? ¿Cuál ha sido su intencionalidad a la hora de escribirlo?
No está escrita con ningún fin específico, más allá del de intentar construir una historia que consiga llegar al lector, con la que pueda identificarse en algunos personajes o situaciones, en la que reconozca esa memoria rural, agraria, que casi todos llevamos en nuestro ADN y de la que muchos tenemos guardadas imágenes en blanco y negro en algún cajón de nuestros abuelos.
Tal vez he querido rendir un homenaje a esas generaciones de españoles que tuvieron que vivir en aquella España triste y que con su esfuerzo construyeron el país que somos ahora. No olvidemos que hace sesenta años éramos esencialmente un país agrario, no olvidemos lo que fuimos.
¿Quiénes son sus referentes?
En literatura hay muchos lugares en los que sumergirse, o descubrir o disfrutar de lo ya conocido. Es inevitable tener grandes referentes que han marcado nuestra experiencia como lector, y como soy poco original, le diré que García Márquez, Muñoz Molina, Juan Marsé y muchos más han sido para mí apuesta segura en la novela en español, y por supuesto muchos de los clásicos de la literatura europea o americana. Pero sigo descubriendo novelas de autores menos reconocidos que me transportan a esa dimensión especial y mágica que es para mí la literatura.
Hace ya algunos años que debutó en el panorama literario con 'Aduanas de agua', poemario al que le siguió 'Peces voladores', ambos editados por Huerga y Fierro y con una buena acogida por parte de crítica y público. ¿Por qué el salto a la narrativa? ¿En qué terreno se encuentra más cómoda?
Huerga y Fierro ha sido para mí muy importante, supuso el paso definitivo de escribir para mi entorno más familiar a hacerlo publicando en una editorial de ese nivel. Antonio y Charo apostaron por mi poesía, arroparon mis letras y me hicieron entregarme por varios años a la poesía. No es que haya saltado ahora a la narrativa, porque siempre, desde pequeña, ha sido el vehículo para mi deseo de contar, sólo que es con esta novela con la que asumo el compromiso tan profundo que supone, para mí, elaborar una obra más extensa. Para mí poesía y narrativa conviven y no se excluyen, y no podría elegir una de las dos. Me siento igual de cómoda, porque cada una me da una posibilidad diferente de traducir el mundo, en la poesía de una forma más inmediata, contando en ocho, diez, o quince versos una historia, un deseo, una emoción, una pulsión, y en la narrativa la posibilidad de explayarme en la creación, de introducir mil factores, elaborarlos más lentamente.