Hace unos días estuve viendo la magistral película británica Lo que queda del día, de James Ivory. Esta película cuenta la historia de un mayordomo, el señor Stevens (impresionante, Anthony Hopkins) que en la película ha dedicado su vida como sirviente en una mansión de la rancia aristocracia inglesa de Darlington Hall.
Stevens es un hombre contenido, seco, que reprime continuamente sus emociones, meticuloso y escrupuloso. Hay un orden escrupuloso en su vida profesional. Vive bajo un código de estrictas normas sociales. Es un hombre solitario y jamás ha encontrado en el reloj del tiempo un hueco para el amor.
Al igual que su padre ha estado toda la vida atado a ese oficio de servir desde la abnegación y la profesionalidad. De repente su vida y el orden de la misma se tambalean con la llegada a Darlington Hall de la nueva ama de llaves, la Sra Kenton (Maravillosa, Emma Thompson), que genera la inquietud en su vida. El amor del señor Stevens hacia Kenton es furtivo y secreto. Su carácter reprimido no le permite expresar sus emociones y le hace actuar como si de un amputado emocional se tratara.
No solo inhibe sus emociones en el terreno sentimental sino que además debe reprimirse al debatir las cuestionables ideas de su amo Lord Darlington, puesto que éste simpatiza con los nazis, al creer ingenuamente que un pacto con ellos hará que finalice la Segunda Guerra Mundial. Pero la vida y la conciencia salen al paso con los años para ir vislumbrando, al final del relato, esa renuncia a expresar sus ideas y emociones, al haber vivido bloqueado por esa incapacidad para expresar un criterio propio, una vida propia.
Es entonces cuando aparece la conciencia de soledad, abandono y desengaño al descubrir como entregar su vida al servicio de su profesión le impedido vivir con criterio propio. El otro día, al ver esta pelicula, pensé inmediatamente en que esos personajes se podrían perfectamente extrapolar a la situación política actual, especificamente al actual proceso del Brexit, en Reino Unido. Me vino a la mente que en realidad todo este itinerario político es un síntoma de la incapacidad de asumir la pérdida de un imperio, como fue el Imperio Británico.
Un sector de ese pueblo inglés es como ese señor Stevens, que a pesar de su exquisita educación, sus buenas maneras y esa rectitud tan exclusivamente britanica, tiene una venda en sus ojos y no ve lo que Lord Darlington esta promoviendo sin querer desde su mansión. Actúa apoyándole en todo lo que hace su señor, para luego darse cuenta del error que ha cometido. Por consiguiente, Lord Darlington representaría a todos esos políticos británicos conservadores, irracionales, como el trumpista Boris Johnson, el ridículo y desfasado Jacob-Rees Moog o el fanático racista de Nigel Farage.
Representantes del Brexit, estos políticos con su fascismo tapado con trajes cruzados, buenas maneras y nudos Windsor en las antipodas de Winston Churchill, Benjamin Disraeli o incluso (con todas sus luces y sombras) Margaret Thatcher, que lo que hacen es peligrosamente fomentar el pensamiento nacionalista. Un sentimiento nacionalista que va a hacer resurgir los defectos del Imperio Britanico. Pero no es esto lo peor de este proceso político, sino el hecho de que no encontramos a ningún Jack Lewis que les batalle, puesto que me parece que en la Inglaterra actual no hay una figura en el Partido Laborista como la de Harold Wilson, Tony Blair o Tony Benn, que pueda aglutinar a esa masa disconforme con la resurrección zombie de ese Imperio.
Si la oposición es como la que hizo el exlider laborista y maoista Jeremy Corbyn, mas atento a su propio ombrigo que a su propio pais, entonces creo que la realidad esta lejos de ser real. Aun así, parece que el cambio en estas últimas semanas parezca venir no desde los despachos, sino desde los tubos de escape. Y digo desde los tubos de escape ya que resulta irónico que despues de todo sea el combustible y no la Unión Europea la que haga arder la Union Jack, dando un puñetazo de realidad a los ingleses. Como bien dice Lewis en la pelicula, No se necesitan politicos caballerosos sino politicos eficientes. Viendo a estos politicuchos de tres al cuarto, uno se impresiona de que este país fuera el mismo que hizo La Revolucion Industrial o derrotó a Alemania nazi de Hitler. Espero todavía con mas fe que Reino Unido recupere la cordura y vuelva a ser el país de Shakespeare y no el pais de Little Britain.