Al fondo de un pasillo rodeado por sabias piedras que han sido testigos en silencio de miles de años de historia aún pueden escucharse las voces de quienes oraron a la diosa Dea Caelestis, una divinidad de origen norteafricano, cuyo culto se expandió en el siglo III d. C. Y si no se escuchan, se pueden imaginar. El ambiente nocturno invita a ello, a trasladarnos en el tiempo, a ese instante en las que las prácticas mágicas y rituales se fundían en la oscuridad.
En las galerías del conjunto arqueológico de Itálica, en Santiponce (Sevilla), se han documentado estos rituales, incluso después de su abandono. Ello, sumado al santuario de Dea Caelestis, las capillas dedicadas a Némesis o el espacio dedicado posiblemente a Hécate conforman el origen de las visitas nocturnas de Itálica, promovidas por la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico como propuesta cultural para las noches estivales.
Un paseo nocturno en el que los visitantes puedan recorrer, guiados por un experto, los espacios de culto que alberga el anfiteatro romano. Un paseo en el que, en pocas paradas, se podrá seguir el rastro de la religiosidad de los habitantes de la ciudad romana y, descubrir así, algunos de los aspectos más desconocidos de este espacio.
En la plaza que antecede al anfiteatro, la Porta Triunfalis, acceso principal al edificio, da comienzo el recorrido. Allí, una guía explica la historia y los usos del edificio desde su construcción en la época del emperador Adriano (s. II d.C.) hasta nuestros días. Los visitantes inician así este particular viaje al pasado.
Acompañados de la luna entran por un pasillo lateral del anfiteatro, justo el mismo camino que seguían los gladiadores, fieras y espectadores para acceder al interior del recinto. El espacio es amplio con paredes de sillares y bóvedas de opus caementicium, el hormigón empleado por los romanos, y en un lateral puede observarse la rampa de bajada de la fossa bestiaria, donde introducían las jaulas de las fieras salvajes. Y, acto seguido, tras imaginar el momento del espectáculo –tanto de caza (venationes) como las luchas de gladiadores (munera)- los visitantes pisarán la arena del anfiteatro, en la que se podrían reevivir centenares de escenas y las voces del graderío.
La siguiente parada, la Puerta Libitaria, en la que puede contemplarse el buen estado de su fachada tras su reciente restauración. En estancias aledañas a este espacio, en el transcurso de las últimas excavaciones arqueológicas, se han documentado ofrendas rituales mágicas, practicadas entre los siglos III y IV d.C., relacionadas con el mundo de los muertos. Estas ofrendas consistían en vasijas enterradas en el suelo en las que se colocaban restos de gallinas.
Y tras conocer este peculiar ritual, la ruta invita a descubrir nuevos espacios relacionados con los cultos antiguos, como la pintura mural de la diosa Hécate, en cuya representación se unen en una misma figura tres diosas asociadas: Hécate-Luna-Diana. Los investigadores señalan que pudo tratarse de una pequeña capilla destinada a esta diosa 'triforme' cuyo culto se extendió sobre todo en el siglo IV d.C. En la actualidad, puede contemplarse una reproducción de la acuarela que llevó a cabo su descubridor, Demetrio de los Ríos, ya que la pintura original se perdió en el siglo XIX.
Y de la diosa Hécate a Némesis. En su honor se localizan una serie de placas votivas con representaciones de pies empotradas en el suelo. Estas placas, algunas con grafías en griego, indican la presencia de capillas dedicadas a esta diosa, también conocida como la diosa de la Justicia Retributiva, de la Venganza, una divinidad muy popular en los anfiteatros del imperio por su relación con las venationes y los munera.
Placas votivas en honor la diosa Dea Caelestis también se localizan en el santuario consagrado a Calestis, en el que concluye esta visita nocturna. Se trata de uno de los escasos ejemplos conservados en espacios de culto dedicados a Caelestis en el mundo romano y que, en los meses de estío, podrán descubrir en las noches de Itálica.