El bailaor David Coria (Sevilla, 1983) está considerado como uno de los artistas flamencos con más proyección en el mundo de la danza actual, tanto en su forma más tradicional como contemporánea. Y, con motivo de la presentación en el Festival Flamenco de Nimes 2023 del segundo avance de su próximo espectáculo, Los bailes robados, conversamos con el bailaor sevillano en lavozdelsur.es para conocer con detalle esta nueva propuesta que verá la luz de forma definitiva en el Festival de Danza Contemporánea de Itálica la próxima primavera.
Aquel niño que se iniciara en el baile flamenco de casualidad, acompañando a su hermana a la academia de su pueblo porque su madre no quería que fuera sola, se ha convertido con el devenir del tiempo en un auténtico referente, tanto en la creación como en la dirección artística. A través de esta entrevista, conocemos en profundidad las inquietudes de un bailaor que afronta con valentía la época que le ha tocado vivir, pero que no olvida la raiz de la que proviene.
¿Qué piensas cuando le dicen a artistas como tú que el flamenco se os ha quedado pequeño?
A mí me da mogollón de vértigo escuchar que el flamenco se nos queda pequeño porque no lo siento así. Para mí, es una cosa mucho más instintiva. Yo he echado los dientes y me he criado en esto de una manera natural y sin premeditar porque yo creo que eso forma parte del arte. Hay una parte de cabeza y una parte completamente irracional que te lleva a un lugar. Y eso es un poco lo que yo siento y me da un montón de vértigo pensar en lo que me dices por qué no lo creo así.
El arte significa traspasar esa barrera de lo que tú esperas
¿Y cómo se anda ese camino?
Pues el camino que ando es el camino que vivo. Suena como muy de cliché, pero es que es una autenticidad que soy hijo de mi época. En muchos campos, no solamente en el arte, sino también en cuanto a la cercanía que hoy se produce con de los grandes artistas. Hasta las divas del Pop están prácticamente en contacto con sus fans a través de las redes sociales. Eso antiguamente era prácticamente imposible. Toda esa frontera que, antiguamente estaba mucho más separada ahora mismo, ahora está mucho más cerca.
Romper barreras crea otro concepto de vida y otra forma de entender todas las cosas. Yo veo y, lo que me gusta, pues posiblemente me deja estela en la cabeza y cuando voy a tirar de allí, pues posiblemente salgan cosas que me ha abocado todo eso que yo he visto. En este proceso de globalización, me refiero al mundo del arte, todos los trabajos que se hacen en Europa, de los que soy super mega aficionado y me encantan, ahora tenemos un acceso mucho más directo, por ejemplo.
Eso no deja de ser el proceso de evolución y crecimiento habitual que ha tenido el flamenco a lo largo de la historia al tratarse con otras músicas. Coger lo que más le gusta y progresar.
Antiguamente, el contacto que había con otras materias era mucho más reducido, pero por un proceso de la propia vida. No del arte. De la vida. Ahora es mucho más amplio, con lo cual en la evolución se abren más los campos. Por eso a mí me da mucho vértigo pensar que se nos queda pequeño el flamenco más tradicional, porque me parece que es un mundo increíble. Lo único que pasa es que, hoy en día, somos también de estar metido en el ordenador, en YouTube o navegando por Internet y navegar. Y de ver e influenciarse.
¿Y siendo un hijo de tu época, que echas de menos? Porque a la hora de que se encienda la luz y recibís el aplauso el público ha cambiado poco. Es más, hay un déficit de público joven en las butacas.
Por desgracia sí. El flamenco no arrastra a un público joven y no sé por qué. Con la magnitud que tiene como arte, que me parece algo riquísimo.
"El flamenco es un ente con tanta personalidad que se nutre de lo que le vale y expulsa automáticamente lo que no"
¿Qué le faltaría al flamenco o qué crees tú que le faltaría o qué necesitaría?
Me encantaría tener que la respuesta a eso. Las herramientas las tenemos. De hecho, tiene mucha una influencia y, por ejemplo, el caso más flagrante es el caso de Rosalía. Ella procede de dónde procede y le da esos giros a esas canciones que es la única que lo puede hacer. Beyoncé o Rihanna no pueden hacer esos giritos que le meta ella. Pues, aunque sea esas pequeñas influencias, mira lo que ha hecho.
Rosalía ahora mismo está elevada a la consideración de diva mundial y la han clasificado ahora como una de las mejores 200 artistas de la historia junto con Rocío Dúrcal.
¿Discutible? ¿Novela? No entro a valorar ese tipo de cosas, en lo que sí entro es en ver cómo es esa influencia. Yo ya no sé si esto es un tema de marketing porque me pierdo un poco en esto. Sólo que el hecho está ahí.
A ella se le ha criticado mucho en su última gira no llevar músicos y que estuviera todo ‘enlatado’. El flamenco ha sido duramente criticado también por la ausencia en espectáculos de muchos elementos que se consideraban indisolubles a la propia creación.
Totalmente. Yo creo que hay algo que trasciende todo. Cuando hay algo y no me refiero a algún artista en concreto, sino en cuanto al arte, podemos criticarlo todo lo que quieras, pero cuando ves que tiene calidad te da igual lo que quiere, o cuando tú ves algo que es bueno, te da igual lo que lleve, te da igual lo que haga. Eso es arte. El arte significa traspasar esa barrera de lo que tú esperas y de lo que te da y que te lo comas. Eso es el arte.
Y a David Coria ¿qué le remueve las tripas?
¿A mí? un montón de cosas. Soy muy aficionado a la danza en todas sus vertientes. No hay una cosa que me guste más y no hay una cosa que me provoque más. Soy muy aficionado a las grandes compañías y a las pequeñas; a lo español y a lo europeo. A nivel a de motivación, el movimiento es lo que más me puede.
¿No echas de menos esas compañías de antaño que han sido los mejores centros de formación para los artistas? Ahora se resumen en una o dos privadas, el Ballet Nacional de España y el Andaluz de Flamenco y poco más.
A mí me parece una pena todo esto que está ocurriendo porque es que, además, está pasando algo muy desagradable. Mis referentes, por una parte, han sido fundamentalmente Antonio Gades cuando estuve en el Nacional - que me ha marcado muchísimo- y José Antonio, que también estuve mucho tiempo también con él. Ellos son los que más me han marcado. Y luego mucha más gente de este mundo, pero mucho más contemporáneo como, por ejemplo, Rocío Molina, que coincidí con ella y somos prácticamente los dos de la misma quinta. Y, por supuesto, con Rafaela Carrasco.
Pero mi referencia siempre es Gades y, luego, en el mundo contemporáneo ya me gusta otra muchísima gente, pero no he tenido la suerte de trabajar con ellos, pero Gades, Granero, Pilar López, que tuve la suerte de poder trabajar con ella poco tiempo, pero tuve la suerte de poder trabajar con ella, son mis referentes.
"He tenido la suerte de caer en sitios donde la gente que tenía a mi alrededor me ha enseñado todo"
¿Radica uno de los problemas del flamenco radica en el desconocimiento de figuras que tú me acabas de nombrar?
A mí me parece que está ocurriendo algo desagradable y que nos va a ocasionar problemas en el futuro. Y es que la gente joven, las nuevas generaciones, no tienen gente a las que poder ir y compartir. Yo sí he estudiado, aunque he estudiado en escuelas muy poco, porque salí de mi pueblo y tuve la gran suerte de empezar enlazar un lugar con otro. Me veían y decían: “este niño lo quiero, este niño lo quiero” y acabé sin tener prácticamente unos conocimientos profundos en el Ballet Nacional de España, con Gades, con Pilar López, con grandes maestros y yo me dije ¿pero esto qué es? ¿esto como lo hacen hoy las nuevas generaciones?
¿Qué sensación percibiste cuando abriste por primera vez la puerta del Ballet Nacional de España en Madrid? ¿Cómo llegas allí?
Yo era un chaval de un pueblo de Sevilla, que se siente una persona muy afortunada. Yo empecé a bailar en mi pueblo porque mi hermana bailaba y mi madre no quería fuera sola a la academia y ella ensayaba conmigo. Me decía: tú has esto. Y yo me ponía a ensayar. Luego, mis padres empezaron a decir este niño baila bien y a mí me gustaba hacerlo con mi hermana. Me llevaron a la academia de mi pueblo y allí de nuevo decían a este niño baila bien. Y yo seguía, porque yo disfrutaba.
En el colegio, con las cosas de fin de curso, un profesor habló con mis padres y le pidió permiso para llevarme a Sevilla al conservatorio. Y me cogieron. Igual me ocurrió en la compañía andaluza. Todos mis amigos se presentaron y me dijeron mis padres ¿tú no vas a ir? Fui para allá y me cogieron. Y así he ido donde el aire me ha ido llevando.
"El flamenco es tan flexible y moldeable que te da sustento para trabajar con que quieras"
¿Eso significa que hay un poso importante? Que hay una predisposición y en tu cuerpo hay unas herramientas
Me siento muy afortunado del aire que me ha ido llevando de un lado para otro de una manera muy inocente y siempre al lado de mis padres. Eso es algo que me emociona porque somos 11 hermanos. Fíjate, en una familia de clase humilde, lo que esto les costaba a ellos. Eso lo más bonito que te pueden dar. Me siento muy afortunado en ese sentido y me parece una manera muy natural donde me ha ido llevando. Por eso te digo que mis estudios han sido pocos y he tenido la gran suerte de caer en sitios donde la gente que tenía a mi alrededor me ha enseñado todo. ¿Eso que cómo lo van a hacer las nuevas generaciones?
¿Con qué te quedas de esos maestros? ¿Qué te llamó la atención de Gades, de Granero, de Rafaela Carrasco, de José Antonio, de Pilar López?
Gades tenía mucho carácter. Como sería Gades que, cuando me cruzaba con él por los pasillos, no levantaba ni la cabeza. Mariemma también tenía mucho carácter. Pilar López era todo lo contrario. Ella era todo educación extrema. Imagino que también tenía lo suyo. Es verdad que fue muy poquito lo que estuve con ella. Cuando yo la conocí era una señora de más de 90 años, pero ¿tú sabes lo que es ver a una mujer con su pañuelito en la cabeza con los labios pintados de rojo y agarrarse a la barra y decirme, no señor usted, - me hablaba usted de 18 años- tiene que batir así? Ella se agarraba la barra, intentaba impulsarse hacia arriba y batir con las piernas porque era escuela bolera. Era una pasada.
Ellos me enseñaron un respeto tan grande por el arte desde la perspectiva del compromiso, el esfuerzo y el sacrificio. Que son las bases de esto. Esa visión me lo inculcaron ellos. Ver eso y decir: ojo, que esta gente se están tomando esto no como un pitorreo o una guasa, sino que esta gente se deja de aquí la piel.
"Como artista se lo debo todo a Francia. El 80% de mi trabajo y el dinero que recibo para las nuevas producciones es de los teatros franceses"
¿Tú crees que se entiende o que los espectadores tienen los códigos necesarios en su mente como para poder llegar a entender el lenguaje conceptual en el que se está bailando hoy?
Si te refieres cuando en cuanto a público creo que es muy difícil, pero en cualquier sitio. En primer lugar, porque no hay público joven. Eso ya denota que hay un problema que está en íntima relación con esto que me planteas. Si la gente no va al teatro es imposible. No se puede adquirir código.
Es cierto que, fuera de España, es distinto. Hay países, como Francia, que tienen una cultura de acudir al teatro. En estos cinco días que he estado aquí de residencia en el Festival de Nimes he hecho una entrevista para un colegio ,porque querían que los alumnos estuvieran en contacto con los artistas. ¿Eso ocurre en España? No me gusta hablar así de mi país, del que me siento orgullosísimo y me parece que tenemos un talento descomunal. Lo único que pasa es que necesitamos cambiar ese patrón de enfrentarte al arte, de enfrentarte a este mundo y no solamente de una manera comercial.
Hay que verlo desde otra perspectiva distinta a la de quiero ser famoso. De una manera más de querer habitar el arte. Y esa es una visión que sí que tienen los franceses. Esa visión de decir ‘al arte se le respeta’ que esto no es una plataforma para ser famoso, sino un mundo para disfrutarlo. En España es otro concepto, aunque lo importante de todo esto es proponer al público y tú motivar a ese público, independientemente de que tú tengas las herramientas o no. Por ejemplo, yo no soy aficionado a la ópera, pero posiblemente si me pongo ahí y son gente increíble, me van a me van a emocionar y eso es lo que importa.
"Manuela Carrasco e Israel Galván no tienen nada en común, pero hay una energía que es la misma en ambos: el flamenco"
¿Deberíamos cambiar en este caso la orientación? ¿Sería más que conocimiento un interés? Decía Pilar López que, si se necesitaba leer el ‘prospecto’, mejor no sentarse en la butaca.
Yo tengo que decir que no me suelo leer nunca la sinopsis antes de los espectáculos. Lo que me interesa cuando entenderlo desde una parte emocional. Y hay cosas que te generan esa coherencia, aunque no entiendas que leche exactamente está ocurriendo, pero te genera una coherencia emocional, una coherencia de un mensaje. Y otras, claro está, que no.
Con la sinopsis creo que, en vez de estar disfrutando, estoy viendo o buscando si es esto o es lo otro y no quiero que sea así porque me parece que, muchas veces, los trabajos no están enfocados para que tú entiendas un hilo narrativo. Te enfocas en un trabajo para que te conmueva en diferentes etapas.
¿La gran dificultad que tiene ahora mismo la danza flamenca es saber desarrollar un concepto de forma que sea capaz de transmitir al espectador la idea o el pensamiento que tiene el artista?
Pero eso es porque somos, digamos, relativamente novatos. En eso hay otras disciplinas que tienen una trayectoria muchísimo más grande y que van en eso a la cabeza. ¿Por qué siempre los flamencos nos fijamos en el mundo contemporáneo? Pues porque van a la cabeza en ese en ese tipo de mensajes, de línea, de depuración, de trabajar un concepto, no tienen miedo y proceden ya desde un mundo muchísimo más abierto que es el mundo del flamenco.
"Me da mucho vértigo pensar que se nos queda pequeño el flamenco más tradicional, porque me parece que es un mundo increíble"
¿Cómo ha sido tu relación con esas otras disciplinas con las que has trabajado últimamente? Estás ligado a una aparte más modernista, te has atrevido a dirigir a artistas que has metido en el flamenco.
A mí me motiva mucho. Y si hay algo de lo que me siento muy orgulloso es que, cuando vienen a verlo, siempre una cosa que me resaltan que es la mezcla de mundo interesante o una mezcla de mundo real. A mí me parece que todas las artes y por supuesto el flamenco, que nuestro arte es uno de los más preciado que tenemos, es tan flexible y moldeable que te da sustento para trabajar con que quieras porque, al fin y al cabo, se trata de energías. Y el flamenco no deja de ser una energía. ¿Por qué Manuela Carrasco que es algo puro, ortodoxo y tradicional e Israel Galván que es todo lo contrario se parecen? Pues porque, aunque no tienen nada en común el uno con el otro, hay una energía que me resulta muy curiosa. Y es la misma energía en ambos. Es el flamenco.
El flamenco es algo impuro por la naturaleza, pero sin embargo hay una energía común que se entiende y se huele. Yo no sé qué es lo que se huele, pero es una energía que se entiende y por eso tú ves a Israel haciendo todas las trabas del mundo posible y con un mundo completamente libre. ¿Y tú dices, pero es que esto, el flamenco y ahora tú, ves a Manuela Carrasco? Qué es lo tradicional, lo ortodoxo. Y tú dices… esto es flamenco y esto huele a flamenco. Pues esa energía, esa misma energía, se puede transformar a cualquier otro ámbito y en eso es lo que yo me baso siempre paro para poder trabajar porque, al fin y al cabo, es una energía que sentimos y sabemos cuándo está ahí cuando no.
Y la danza ¿hacia dónde crees tú que camina ahora mismo? Si no fuera por la apuesta que se hace por apoyar a los artistas de flamenco desde fuera de España, muchas propuestas de las que se denominan como contemporáneas no existirían.
Te puedo decir que se lo debo todo a Francia. Y si no todo, sí que una parte importante de mí. De hecho, el 80% de mi trabajo es en Francia. El dinero que yo tengo para las nuevas producciones ha sido de los gobiernos de los teatros franceses. O bien el Teatro del Chaillot, o bien del Festival de Nimes, o la Maison de la Danse o la Bienal de Lión. Es cierto que este año, para este proyecto en que estoy ahora, también tengo apoyo de la Diputación de Sevilla y su festival de arte contemporáneo.
"En 'Los bailes robados' trabajamos sobre las epidemias de baile que ha habido a lo largo de la historia y me centro sobre todo en las de 1518"
Ya que lo mencionas, hablemos de este work in progress de ‘Los bailes robados’ ¿De dónde partes para este espectáculo?
Pues está basado en las epidemias de baile que ha habido a lo largo de la historia, si bien la que está más documentada en siglo XVI, en el año 1518, que ocurrió en Estrasburgo.
¿Cómo se pasa de musicalizar Hodierno de David Lagos en Fandango o relacionarte con el hip-hop, a este proyecto que ya te rondaba en la cabeza la pasada Bienal de Flamenco de Sevilla?
Pues a este proyecto le falta mucho todavía porque voy por partes. No me gusta estar trabajando con todos los elementos porque me cuesta ver un compendio general y por eso prefiero parcelar las cosas. En este caso, trabajamos sobre las epidemias de baile que ha habido a lo largo de la historia y me centro sobre todo en las de 1518 porque es de dónde hay más documentación. Hay mucha ficción alrededor de este hecho histórico, pero que este caso no es ficción, sino una realidad: la gente empezaba a morir, no se sabe por qué, porque no hay un argumento fidedigno todavía, pero empezaban a bailar. Hubo en epidemias y morían. No paraban de bailar durante muchísimo tiempo, hasta el punto de que los organismos más débiles desfallecían. Era algo hiper macabro y que acababa con la gente muriendo. Y, de hecho, murió mucha gente.
Además, en ese tiempo que me centro, se estaba en un proceso de cristianización, de aparición de santos y todo tipo de supersticiones y, en esta época, en esa zona existía San Guí, que para nosotros sería San Vito, que te hacía bailar hasta la muerte. Entonces, como el santo te exigía tu baile para absorberte de tus pecados y te robaba tu baile para purificar el alma, pues de ahí vienen ‘Los bailes robados’.
¿Qué os aporta vosotros hacer un ‘work in progres’? Es una figura emergente de un tiempo a esta parte, pero no deja de ser un ensayo abierto al público
Pues, en primer lugar, poder trabajar de una manera mucho más segmentada, con lo cual enriquezco la obra muchísimo más, porque me hace pensar para cada situación en concreto, en base a un mismo tema y eso provoca que aparezcan elementos y escenas que yo no me las esperaba.
¿Y esa presión es buena o es mala?
Hombre, esa presión te puede dejar calvo (rie).
Aquí habéis montado una pieza en 6 días. Es cierto que ya había una parte que venía trabaja de antes, pero ¿es tiempo suficiente? ¿Y si no surge nada?
Por eso te digo lo de quedarte calvo (ríe), pero bueno, no voy muy desencaminado. Hemos tenido la fortuna de que nos ha fluido todo y me siento orgullosísimo y, ¡ojo!, puede venir o puede no venir la creación. No es fácil hacer 45 minutos en seis días con gente que no nos hemos visto antes y que, aunque son mi familia y llevan trabajando conmigo 10 años, conocen mi lenguaje y conocen donde yo voy, eso es un espectáculo tarda en montarse cuatro meses. Hay veces que fluye. Esta vez ha fluido y me siento orgullosísimo. Ahora, que puedo enfrentarme a otra que no fluya.
¿Pero al final resulta que hay una programación hecha con público?
Y puedo enfrentarme al fracaso y, si ocurre, pues lo asumiré. Esa presión hay veces que ayuda. O te bloquea. En estos días hubo uno de bloqueo total. Entramos a las nueve de la mañana y eran las cinco de la tarde y no podía hacer nada. Todo para tirarlo. Tenía a la gente mirándome y eso te crea más presión: cinco personas aquí mirándote a ti, que están perdiendo su tiempo porque están aquí y están por ti y estás tú que no sabes si para allá para acá.
Gracias a Dios aquí ha fluido, con lo cual eso me aporta, me enriquece la obra y, por otra parte, se puede ir trabajándo de una manera muchísimo más relajada en cuanto a la pieza final, porque esto de ser un Work in Progress hay una parte de presión que te quita y tú debes saber que esto es un proceso, un trabajo parcial y no definitivo que hace que haya una presión ahí que se disipa y eso es importante también.
Por otra parte, que es muy interesante que es recibir un feedback del público. Y yo recibí el feedback de todo el público que hubo. Entonces sé que se siente a nivel energético y digo: esto puede valer o esto no puede valer.
Una cuestión que me acaba de surgir, al hilo del título que le has dado al espectáculo ¿El flamenco no tiene mucho de bailes robados?
Si, tiene muchísimo. De hecho, muchas veces cuando escuchan lo de ‘bailes robados’ me dicen: ¡Ah! ¿estás cogiendo los bailes que no sé cuánto? ¿los cantes de otra parte? Pero vamos, que es lo que tú has dicho. El flamenco tiene una procedencia impura, mezclada y heterogénea. Entonces, ¿cómo no va a tener robado? ¡Incluso de la bolera!
Lo que ocurre es que el flamenco es un ente muy inteligente y con tanta personalidad que fagocita, engulle y se nutre de lo que le vale y expulsa automáticamente lo que no. Es una cosa muy interesante. El flamenco se está quedando continuamente con todas las influencias que vienen. Y cuando se incorporan ya no te chirrían porque se crean dentro de esa masa como un ente vivo. Y lo que no le aporta, lo coge, lo amasa un poquito y lo desechaba. Ha pasado así a lo largo de toda la historia. No se puede decir que es un arte puro y de una única procedencia porque no es así.
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