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Entre San Fernando, en el Golfo de Cádiz, y Fernando Poo, en el Golfo de Biafra, hay miles de kilómetros, desiertos, montañas y océano que un documental del gaditano Lorenzo Benítez consigue conectar en 75 minutos de hipnótico recorrido cinematográfico.
El documental Negro limbo es el segundo largometraje de este autor –tras Madres invisibles en 2016– y vivirá su estreno absoluto este jueves 14 noviembre en el Festival de Cine Europeo de Sevilla.
Producido por Antonia Films y Mar de Leva –con la colaboración de numerosas instituciones de ámbito local, provincial y estatal–, la película relata "la impunidad franquista" en los últimos años de presencia colonial española en Guinea.
Con la base de los testimonios, las filmaciones, fotografías y documentos oficiales o familiares, la obra persigue una revelación histórica contemporánea: la presencia de los españoles de Guinea no fue idílica y amable como el relato imperante y la opacidad administrativa hicieron creer.
Ese proceso apagado en la conversación colectiva de los españoles de varias generaciones dejó torturas, represión, desaparecidos, espionaje, traiciones y asesinatos. "Como todos los conflictos territoriales a lo largo de la historia", admite el director.
"Mi propuesta es que el relato de esa descolonización deje de ser tan edulcorado y paternalista, que nos acerquemos al punto de vista de quienes lo siguen sufriendo hasta generaciones posteriores en Guinea Ecuatorial", añade.
La peculiaridad del caso, calificado abiertamente como un episodio de "guerra sucia" por el autor, periodista de profesión, es que Guinea aparece cubierto de un manto de silencio e idílica nostalgia.
Como factores añadidos, este trágico episodio colonial tiene como protagonistas clave a españoles originarios de San Fernando y está reforzado por la cercanía en el tiempo. Los hechos narrados transcurren esencialmente entre 1959 y 1963.
Han pasado poco más de 60 años. Algunos de los testigos y, sobre todo, sus descendientes directos viven para contarlo e intentar iluminar las sombras que perduran hasta hoy. Tanta es la proximidad sentimental que uno de los nombres esenciales en el documental, el almirante Faustino Ruiz, conserva calle y título de hijo predilecto en La Isla.
Su sobrino y secretario personal o Manuel Junquera son también militares procedentes de San Fernando con presencia en este relato histórico. Hubo muchos por el previsible vínculo entre la ciudad gaditana, la Armada Española y una colonia conectada por vía marítima.
Faustino Ruiz era en ese tiempo el máximo representante del gobierno de Franco en Guinea con rango de gobernador general de la colonia y potestad de virrey. A su cargo estaba otro personaje esencial, el burgalés José Antonio Fernández-Dans que ejerció el cargo de fiscal general entre 1956 y 1960.
El hijo de este último, Mon Fernández-Dans, es coautor del guión junto a Lorenzo Benítez y David Morello. El germen de la historia está en una conversación entre ellos en Tánger en el año 2016.
El primero de los tres, descendiente directo de aquel fiscal, siempre recordaba que la salida de su familia de Guinea se había producido de forma callada y misteriosa, sin conocer los motivos. Ocho años de trabajo y una visita con cámaras a la antigua colonia completan ahora "una historia que se escribió sola, desde el principio".
El descubrimiento de los hechos que rodearon el fin del sueño colonial infantil forma la estructura de Negro limbo. Sin desvelar más de lo necesario, al director le puede la pulsión cinematográfica de ofrecer una trama de intriga sin un ápice de ficción, las premisas históricas permiten intuir la profundidad de la película.
Aunque parta de unos hechos de carácter local, en un tiempo concreto, acaba por tener "una dimensión grande" al revelar "una parte de la Historia de España, reciente, que permanece oculta, a la que se ha dificultado el acceso durante mucho tiempo", detalla el director.
Al cabo, Lorenzo Benítez sostiene que su película describe buena parte del pasado colonial español en África, menor en territorio y duración que los de otros países europeos pero que también provocó similares episodios de represión y violencia, policial o militar. Los inseparables de todo proceso de independencia.
Cada minuto del documental es un paso para descubrir una verdad tapada. En 1959, la actual Guinea Ecuatorial era una colonia formada por unos 300.000 nativos y unos 7.000 españoles. Entre los últimos, destacaban por numerosos los grupos de canarios, catalanes y andaluces, muchos originarios de San Fernando.
Acacio Mañé es la víctima que sirve para poner nombre a otras miles que siguen en el olvido
En un presunto proceso de aperturismo, casi paternalismo, la administración española había creado la figura del "finquero". Eran guineanos prósperos, propietarios de tierras y responsables de empresas agrícolas con grandes grupos de trabajadores, "una élite de emancipados" con presencia en la vida social y religiosa local, con prestigio entre sus vecinos.
Uno de ellos, Acacio Mañé, es el principal personaje de esta trama real. La mayor víctima que sirve para poner nombre a otras miles que permanecen en el olvido. Pese a tener una gran relación con las autoridades españolas, Mañé formaba parte en la clandestinidad del Movimiento Nacional de Liberación de Guinea.
En el año de los hechos, 1959, la mitad de África hervía con los últimos movimientos de independencia. Desde la lejana Argelia, en guerra con Francia, hasta las limítrofes Camerún y Gambia, con "fronteras muy permeables". Guinea también aspiraba a su libertad y crecía el sentimiento de reclamación.
Ese año, Acacio Mañé participó en la redacción de una carta dirigida a la ONU en la que Guinea pedía su derecho a independizarse de España. El gobierno de Franco había creado antes los previsibles sistemas de espionaje y control, había infiltrados en el Movimiento de Liberación.
Benítez, a la vista de la documentación conocida durante la realización del documental, cree que en el gobierno franquista crecieron dos tendencias. Una de ellas, la encabezada por el ministro Luis Carrero Blanco y el gobernador Faustino Ruiz –isleños, el primero de adopción, ambos almirantes e íntimos amigos desde su formación juvenil en la Armada– pedía "mano dura" contra los insurgentes.
Frente a la justificación y la organización de la represión y la violencia para atajar el movimiento independentista que amenazaba los intereses económicos de España en Guinea, se posicionaba otro sector representado por el ministro de Exteriores, Fernando Castiella.
De corte diplomático, partidario del aperturismo europeísta que llegaría en los últimos años 60 del franquismo, Castiella abogaba por cierto diálogo con los independentistas, algo parecido a la negociación y cierta resignación hacia una salida de Guinea pactada e inevitable que salvaguardara parte de los intereses españoles.
Esas dos corrientes provocaron la descarga. Cuando la administración franquista supo de la doble vida política de Acacio Mañé le citó en una comisaría.
Su hijo relata en el documental que el finquero guineano se montó en el autobús de línea que le llevaba a la capital, Bata. Entró en la sede policial. Fue la última vez que alguien le vio con vida.
Desapareció para siempre sin que existiera explicación ni cadáver. El testimonio de los independentistas de la época dice que los cuerpos de los rebeldes que eran asesinados de forma premeditada o accidental durante interrogatorios eran lanzados al Atlántico desde barcos militares, de la Armada, que hacían con mucha regularidad la travesía hacia España.
Apenas pasarían 20 años hasta que la dictadura argentina de Videla recrease los mismos métodos criminales pero de forma masiva y por vía aérea con los famosos vuelos de la muerte. En este último caso, a diferencia del guineano, los hechos fueron juzgados, probados y condenados en 1985.
En el precedente de la represión española en Guinea, el desaparecido que articula el documental no era un joven rebelde y filocomunista, era un ilustre ciudadano de la comunidad, conocido y querido. "Su caso, su presunta muerte, fue un golpe duro, hizo mucho ruido entre los guineanos y entre los españoles que vivían allí", sostiene Benítez.
El fiscal gaditano que pidió una aclaración interna por las desapariciones fue enviado de vuelta a España y condenado al ostracismo burocrático
Tanto que el fiscal general de España en Guinea, José Antonio Fernández Dans, solicitó la apertura de una investigación judicial civil. Con la osada intención de procesar al gobernador de España en la colonia, el isleño Faustino Ruiz.
Traducido a lenguaje coloquial: el letrado español se atrevió a preguntar qué le había pasado al finquero guineano Mañé y a señalar al hipotético responsable de su eliminación.
Fue su tumba profesional. El clima político a su alrededor se volvió irrespirable y la presión que recibió para volver a España resultó brutal.
Una carta de queja de Fernández Dans a Carrero Blanco da testimonio de su enfrentamiento frontal e irreversible con el gobernador Ruiz, que le hacía la vida imposible como respuesta a su acusación. Ni se iba a celebrar un juicio por la desaparición del guineano ni el atrevimiento del fiscal iba a quedar sin consecuencias.
Pocos meses después, nada más comenzar 1961, Fernández Dans se rindió, asediado en Guinea, solicitó el traslado, fue enviado de vuelta a España, confinado en el ostracismo burocrático, en Puertollano (Ciudad Real) con toda su familia, incluido Mon, coautor del guión de este documental.
Al poco tiempo de la primera desaparición sonada se produjo otra, la de Enrique Mvo, con un perfil muy similar al de Mañé. La versión oficial fue que desapareció mientras huía y cruzaba el río que separa Guinea de Camerún. Esas dos tienen nombres y fechas, familias a las que preguntar. La sospecha es que fueron muchas más.
El director asegura que Negro limbo sostiene una tesis, "que el régimen franquista ocultó sus crímenes contra el movimiento político de independencia a finales de los años 50", pero evita considerar su documental como un trabajo periodístico porque deja los hechos "abiertos a la interpretación del espectador".
Numerosos testimonios de parientes cercanos, hijos de desaparecidos o detenidos, fotos y películas de cinco familias españolas en Super 8 y 16 milímetros, completan la búsqueda de la verdad que representan en la pantalla Mon Fernández y David Morello.
"Queremos contar que sucedió y que se tapó, queremos que se conozca". Después, la valoración de los hechos correrá a cargo de cada miembro del público que pueda conocerlos a partir de este jueves, 14 de noviembre, en el Festival de Cine Europeo de Sevilla.
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