Domínguez

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Música, teatro y Woody Allen, en 'Negro sobre blanco'.

En 1948, la dupla formada por el poeta Enrique Santos Discépolo y el músico Mariano Mores publicaría el tango Cafetín de Buenos Aires. El tema compuesto para la película Corrientes, calles de ensueños pronto pasaría al inconsciente colectivo argentino. Los más dotados cantantes de la época, tipo Edmundo Rivero (arropado por la inmejorable orquesta de Aníbal Troilo), reforzaron su recepción al incorporarlos inmediatamente a sus repertorios. Sin embargo, la pieza parece tomar su lugar ideal en la garganta con arena de Roberto Goyeneche. De entre todos los versos que describen escenas costumbristas, subrayaría la tercera estrofa donde la reivindicación de la amistad es patente: "Me diste en oro un puñado de amigos,/que son los mismos que alientan mis horas:/(José, el de la quimera.../Marcial, que aún cree y espera.../y el flaco Abel que se nos fue/pero aún me guía....)./Sobre tus mesas que nunca preguntan/lloré una tarde el primer desengaño,/nací a las penas,/bebí mis años/y me entregué sin luchar."

Mi abuelo paterno siempre me insistía en que uno debe preocuparse del modo de estar en la vida. Se ocupó de inculcarme que Cádiz fue (y debe ser) una metrópolis, que un hombre tiene que ganarse ser un ciudadano libre y que la democracia no nos la podemos tomar a broma. Uno de los dichos que me repetía con frecuencia era el siguiente: "Más vale honra sin barco que barco sin honra."  Con la partida de mi abuelo perdí, indudablemente, a mi mejor amigo. Igual, la vida sigue (y todas esas cosas que dicen los manuales de autoayuda o los doce pasos de cualquier círculo de iluminados) y en este pasar que es la existencia humana, uno necesita de hermanos. Sé si alguien puede pasar de conocido a amigo si mi abuelo aprobara nuestra relación. Es lo más parecido a una criba en asuntos tales que ejerzo.

Carlos Domínguez es mi amigo. Y, algo más, fue mi cómplice. Nuestra amistad germinó en el momento propicio: aquél en el que ya empiezas a tener ciertas cornadas y, por ende, vas haciéndote duro y distante. Sin forzar un ápice nuestra relación, ésta se enraizó en la honestidad a carta cabal. Nos vimos compartiendo intereses comunes y conversando de historias que, siendo honestos, a gente en una fiesta no interesa. Y, mucho menos, dónde va a parar, en un botellón. Al son de autores autorreferenciales y de sonidos atávicos no necesitamos desiertos muy lejanos para hallar un oasis.

José Luis Garci ha reunido dos obras del grupo teatral Arte Nuevo. Para representar en el Teatro Español este homenaje a los renovadores de nuestro teatro de posguerra, Garci ha seleccionado Cargamentos de sueños de Alfonso Sastre  y El hermano de Medardo Fraile. El realizador matritense define a aquellos jóvenes de entonces como "el primer grito existencial del teatro de vanguardia e hicieron un teatro estupendo." Obviamente, hasta el rescate de Garci, Arte Nuevo había caído en el olvido. ¿Cómo no se a ningunear una propuesta tan arriesgada si hasta el café Arizona donde se reunían ya ni existe?

Hemos conocido esta semana que Amazon ha comprado los derechos de la última película de Woody Allen. Ya hace un año supimos que el célebre director neoyorquino realizaría una serie de seis capítulos para la compañía estadounidense. Ambos trabajos podrá visualizarse en streaming.  ¿Debe pillarnos por sorpresa tan innovadora propuesta? Relativamente. Woody Allen le confesaba a Natalio Grueso sus temores e insatisfacciones actuales con la industria del cine y, sobre todo, con el formato de visionado: "¿Qué sentido tiene que un director cuide los detalles artísticos al máximo y contrate a un gran director de fotografía, no sé, a Vittorio Storaro, por ejemplo, si al final la gente va a acabar viendo la película en la pantalla de un teléfono móvil? La verdad es que soy muy pesimista. Creo que el cine como tú y yo lo hemos conocido es ya parte del pasado." Éstas y otras sabrosas divagaciones del maestro  pueden leerse en Woody Allen: El último genio (editorial Plaza & Janés).

Toda historia es una historia interminable. Por muy amable que queramos hacerla palidecería la luz del sol. Hay un crisol de recursos estéticos para hacer más poéticos los asuntos más intranscendentes. Enjutos muchachos fantasean con atestar de dólares las grasas de las capitales.  En nuestros sueños comienzan nuestras responsabilidades. La fidelidad es un acto de cinismo. Lo que verdaderamente cuenta es la actitud de conducta. La necesidad hace a la gente desviarse y empuja a salir de los bosques al lobo. La forma de pasar las noches no sirve de nada en las mañanas.