(al Abuelito)
Parece arriesgado afirmarlo, pero desde aquí creemos, y sin lugar a dudas, que el raro tío Bob es el compositor más importante que ha dado la música popular del pasado siglo. Esto no indica que sea el que más escuchemos, ni aun el que más disfrutamos, pese a que cuando lo disfrutamos es de una forma muy peculiar. En un imaginario podio de músicos favoritos no duden que lo colocaríamos por debajo de la tríada primera, y sin embargo es mejor compositor que todos ellos. ¿Cómo se explica esto? Empecemos diciendo que Dylan tiene el récord de canciones que parecen mediocres hasta que otros las versionan. Por ejemplo, en nuestros inicios se nos pasaba por alto en cada pasada del Another Side un tema llamado "My Back Pages" hasta que se la escuchamos a los Byrds. Ahora es la que más nos place de ese disco agridulce. Y no es cosa nuestra: algunos de sus temas más famosos para la historia ("Mr. Tambourine Man", "Blowing in the Wind"..) no fueron hits oficiales hasta que otros le echaron una mano. ¿Qué tienen sus canciones que pueden llamarnos tanto cuando un tercero simplemente las versiona? O quizás, ¿qué tiene él que no es capaz de mantener largo rato nuestra atención sobre ellas? Ojo, pues lo inverso también sucede, y en consecuencia llevamos decenios sufriendo el dogma de que versionar una canción de Dylan (que al fin y al cabo, no es nada, o, más bien dicho, puede ser cualquier cosa en su minimalismo) es un éxito seguro y una escucha agradable para cualquiera, sobre todo si se trata de "Knockin' on Heaven's Door". También llevamos largo tiempo bajo el sesgo de que una canción “a lo Bob Dylan” es buena de por sí (el propio Dylan ha sido de los que han abusado de esto). La gran pregunta es ¿por qué son tan volubles? Él era de carácter voluble, pero sobre todo era prolífico, y los textos que acompañan algunos de sus temas de la época dorada entre 1963 y 1967 se encuentran entre los más bellos de su década. Esgrimen la colonia exótica del Beat y, al mismo tiempo, los pantalones manchados de arena del Midwest. Es un candil del tamaño de un sol para esa generación que comenzó la aventura desde lo más lejano para alcanzar lo más íntimo. En el caso del carca (psicodélico, por supuesto) de Dylan, la América profunda. Y sí, hacía muchas canciones, pero también insistía en colarnos blues y sueños de relleno incluso en sus cumbres y, aunque su genio prolijo fuera cierto, ¿qué más da? Decir que “era un genio” no significa nada. Muchos de los grandes artistas hicieron sólo un obra o unas poquísimas y luego se dedicaron al digno oficio de vivir, que, como explicaba Sábato, no es poca cosa. Por otro lado, como ya hemos sugerido, Dylan lleva desde los años setenta insistiendo en el modelo de canción que le dio tanta fama, a veces con resultados audibles y otras veces no tanto, desvelando, en todo caso, su forma de aproximarse a la composición: dar vueltas a los dichosos tres acordes y a ver qué sale. Y es que sus tonadillas más maravillosas suelen consistir en los mismos acordes en casi el mismo orden (véase "Girl From the North Country"/"Boots of Spanish Leather"), nada genuino. Tanto se ha hablado sobre la sinceridad de la poesía comprometida de su primera etapa, en la que tan alegremente se lo oía afirmar que escribía la "caca" que le gustaba a la gente, y en realidad a lo que habría que dedicar libros y libros es a su poca sinceridad a la hora de conjugar sus tres-cuatro acordes y superponerles una melodía con ganchos y giros calculadamente efectivos. ¿Acaso este acercamiento a la creación excluye el sentimiento? Es algo tan imposible de medir y absurdo de discutir como lo otro, pero al menos suena un poco más original.
Por otro lado, como ya hemos sugerido, Dylan lleva desde los años setenta insistiendo en el modelo de canción que le dio tanta fama
Y no hablemos de su voz de “arena y pegamento”, tal como la describiera otro insondable. Hoy día es marcador de clasicismo, pero ¿acaso alguien podía defender cuando empezó a hacer sus pinitos que aquel hombre tenía una voz privilegiada? Y, aunque se pudiera disfrutar de ella, ¿cantaba bien? Se le notaba la impericia, desafinaba (y más en directo), y, en otro orden de cosas, perdía el ritmo con frecuencia y como armonicistas amateur podemos atestiguar que esas melodías que pueden poner los vellos de punta en realidad consisten en muchas ocasiones en un inspirar y expirar al tuntún por los agujeritos, cosa que no desentona gracias a la ausencia de cualquier giro de complejidad tonal en la estructura de la canción. Podríamos también adentrarnos de lleno en el análisis de sus actitudes y su personalidad, que pocos han descrito como angelical, pero no podemos sino rendirnos ante el decoro con el que ha mantenido en secreto su vida privada la mayor parte del tiempo. A una estrella de rock es lo máximo que se le puede pedir. Más interesante será comentar que tampoco es un artista que nos resulte agradable a la escucha durante demasiado tiempo. Mucho tiempo sin Dylan suele generar una especie de anhelo que se ve satisfecho de cuando en cuando, pero a ver quién es el listo que aguanta un mes entero escuchándolo sin parar. Un folkie fanático como los que iban con el hacha a decapitarlo por Judas cuando lo vieron con una guitarra eléctrica, supongo. O peor, los que colocan cualquier baba de senectud de un artista entre lo mejor de su historia. Y no es por lo desnudo de la interpretación, pues con otros sí podemos llevarnos meses encerrados siempre que haya una guitarra y canciones desde una habitación. Dylan conocía qué bases hacían falta para conmover a cualquiera, esto es, las bases del folk americano e irlandés, del country, del blues, de la espiritualidad negra… Las conocía más que bien, y por ello la lista de acusaciones de plagio y semejanzas con temas tradicionales es bastante extensa, pero con una economía de medios como la suya aceptar que llegó a esos resultados por casualidad es más fácil que en otros casos. Su segundo disco, uno de los más completos, tiene sólo unas tres o cuatro canciones que de momento continúen libres de la sospecha de este juego de referencias.
(Publicado originalmente en El Yugo Eléctrico de Alicia el 6 de marzo de 2013)