"Cuando empecé hace 15 años, una de las intuiciones era que se acabaría en algún momento concreto, no demasiado lejano, que habría que cerrar el ciclo. Y así se ha cumplido". Es el epitafio sereno de José Mateos frente al corpore ex sepulto de Libros Canto y Cuento, la editorial que fundó desde Jerez en 2008.
El milagro ha durado década y media, tres lustros. Sólo puede considerarse un prodigio que una empresa centrada en publicar la siempre minoritaria lírica consiguiera respirar y caminar durante tanto tiempo. La publicación número 31 de su Colección de Poesía ha sido el último suspiro.
El escritor y editor siempre supo que el empeño tenía cierta ilógica: "Una persona no emprende esta tarea por una cuestión económica porque sabe que se trata de una actividad deficitaria. Nunca me lo planteé como un negocio".
La estructura del mercado hace imposible competir a las firmas pequeñas o periféricas: "Es imposible verlo así frente a los grandes grupos editoriales que son conglomerados de empresas que controlan todo el proceso, incluida la distribución. Yo quería tomar otro camino, publicar la obra de poetas y novelistas siempre desde un criterio de selección propio, exigente".
Precisamente ese listón elevado le ha dado a Mateos los peores momentos en estos años. "Lo dejo cansado de decir que no. Agota decepcionar a conocidos, a muchos amigos, por decirles que no vas a publicar su obra. Incluso te vas creando algo parecido a los enemigos", dice.
Con las posibles amarguras, el balance al cierre de Canto y Cuento es "mucho más que positivo. He cumplido con el canon de calidad que me propuse, según lo entiendo. Ha sido una gran satisfacción la colección Novela de Jerez porque era una ciudad que apenas había tenido presencia en la narrativa española, más allá de algo de Blasco Ibáñez o de una obra de Caballero Bonald. No aparecía Jerez como fondo y hemos conseguido publicar diez títulos".
Lo que no pudo ser
El cajón de los deseos por cumplir también tiene algo: "Me han faltado algunos autores a los que no he podido llegar. Nunca se puede estar satisfecho del todo de una tarea propia. Quise publicar la obra de algunos poetas franceses, ingleses, norteamericanos que me apasionan. Incluso tenía preparadas las traducciones pero, al final, siempre chocaba con los derechos de autor. Son autores que están retenidos y publicar su obra es muy caro".
La editorial nacida, radicada y fallecida cierra tras imprimir 31 libros de poesía, 7 ensayos, 9 novelas, 6 libros de relatos, 2 obras dramáticas, 2 libros de literatura infantil y 6 ediciones de libros singulares agrupados en su denominada colección Sibarita. Son 63 libros en 15 años.
"Hemos entrado en una etapa de confusión. A los ojos del público, se mezclan obras de cierta calidad con lo que antes llamábamos literatura de kiosco"
"Apostó siempre por el buen gusto y la literatura de calidad más allá de los intereses comerciales y las oscilaciones de la moda", comenta el escritor Sebastián Rubiales en redes sociales. Es una de las muestras de las muchas muestras de reconocimiento que ha provocado el anuncio del cese de actividad literaria.
José Mateos, uno de los poetas más celebrados en España, admite cierta desazón al contemplar el mundo editorial que deja: "Hemos entrado en una etapa de mucha confusión. A los ojos del público, se mezclan las obras de cierta calidad con lo que antes llamábamos literatura de kiosco, con los best-seller o los folletines. Todo se ofrece junto, apelmazado y al lector le cuesta cada vez más distinguir".
Las pequeñas editoriales provinciales consagradas a la poesía y a la alta exigencia en la selección casi mueren con Canto y Cuento: "Es muy difícil. En la provincia sólo quedan algunas que publican sin esos criterios, las que facilitan la autoedición, en las que el autor paga por ser publicado para satisfacer su vanidad. Quizás en Sevilla existen varias con ese canon de calidad que teníamos, como Ediciones en Huida, La Isla de Siltolá o Los Papeles del Sitio".