Bendecido por el mismísimo maestro del realismo Antonio López —que lo ha elegido para que su obra forma parte del primer museo de realismo de España, que abrirá a finales de 2020 en Almería—, entre óleos y lienzos, Eduardo Millán Sañudo, pintor jerezano de 40 años, recibe a lavozdelsur.es en su estudio situado en plaza de la Asunción para acercarnos a su universo artístico. Una casa con olor a antiguo que despliega un sinfín de sensaciones al entrar por su gigantesca puerta y subir sus elegantes escalones. Y es que una vez allí dentro, es fácil saber porqué el pintor ha elegido este espacio para trabajar en su última obra ambientada en la plaza que ve desde uno de los balcones.
Eduardo Millán empieza a tener interés por la pintura desde muy niño. "Mi padre siempre ha dicho que yo de pequeño decía que quería ser pinturero", comenta entre risas. En tercero de primaria, cuenta que su profesora de plástica se quedó maravillada con un dibujo que hizo, y que fue a raíz de aquí cuando él comenzó a tomar un poco de conciencia y a empezar a ver que aquello era lo que le gustaba. A los 13 años, comienza a dar clases de pintura en la academia de Fermín Villaescusa, siendo su segundo alumno y actualmente, su amigo. "Aunque al principio trabajaba con cuadros en lámina, yo lo que quería era pintar en natural. Así que Fermín me colocaba bodegones y yo los pintaba".
El artista jerezano recuerda que esa etapa marcó el que sería su rumbo más adelante. Al finalizar el bachillerato, y con la incertidumbre de sus padres, el pintor se traslada a Sevilla para estudiar Bellas Artes. Allí pasa una de las mejores etapas de su vida. "Tuve la suerte de tener a profesores que llevaban el arte en las venas, y amigos que hicieron de esta etapa muy especial". Sin embargo, muy pocos fueron los que siguieron por el camino de la pintura como profesión. "Muchos decidieron encaminarse por la rama de la docencia, otros por trabajar en museos o galerías de arte, y solo unos pocos, como yo, decidimos seguir la pintura como ahora mismo la ves", confiesa.
A diferencia de otros muchos artistas, Eduardo cuenta que sus inicios en este mundo tan complejo fueron relativamente fáciles. "Entre el último año de la carrera donde me dieron la matrícula de honor y los primeros encargos que iba teniendo, todo lo que iba ganando eran ingresos para mí. Yo vivía con mis padres, así que no tenía gastos que cubrir". Cuenta también que al principio todo se lo tomaba con más calma, pues no tenía una familia a la que alimentar y además, estaba empezando. "Yo recuerdo esta etapa como una etapa muy feliz, llena de incertidumbres, pero muy feliz", aclara Eduardo.
Poco a poco, fue moldeando su estilo, y dándose cuenta de que realmente lo que él amaba era la pintura realista o de figuración. "Muchas veces me preguntan el porqué de mi elección en este camino de la pintura realista, y sinceramente no puedo dar un motivo concreto. Muchas veces elegimos las cosas por motivos que desconocemos, y no tengo dudas de que en mi caso, esto fue así". Siempre le llamó la atención el realismo y pintores que a lo largo de la historia han trabajado este estilo. Desde pinturas de artistas flamencos como Jan van Eyck a barrocos españoles como Velázquez o Zurbarán, son algunos de los modelos a seguir de este jerezano. "Yo veía un bodegón de Juan Sánchez Cotán o el Agnus Dei de Zurbarán y se me ponían los vellos de punta", señala.
Para Millán, la realidad, como un espejo transportado al mundo del arte, es una cosa inabarcable e inagotable, y que por muchos siglos que sigan pasando, el ser humano va a seguir necesitándola y trabajándola. A pesar de tener su estilo bastante claro, relata a lavozdelsur.es que todo artista pasa por diversos momentos y formas de expresión hasta encontrar la suya propia. "Hubo una época en la que empecé a estar influenciado por el naturalismo del siglo XIX y siglo XX, pero puedo decir que a partir del 2010 es cuando más claro tengo hacia dónde quiero llevar mi pintura".
La producción anual de Eduardo es muy corta debido a la calidad de sus pinturas y el arduo proceso que se precisa para cada una de ellas. Es por eso por lo que el trabajo de este pintor no se concentra en galerías de arte, sino que trabaja a través de encargos. "Tengo coleccionistas interesados que me conocen y a los que les gusta mi trabajo y me llaman para encargarme pinturas". Según aprecia, el mundo del arte reniega un poco de esta pintura porque mercantilmente no es rentable. "Es mucho más rentable un artista que reproduce cien piezas al año, que un artista que produce tres o cuatro cuadros al año. Por ejemplo, en esta última obra llevo trabajando dos meses y no puedo calcular aún cuando la acabaré", aclara.
Al ser un estilo que requiere de una alta precisión, Eduardo explica que debe jugar con el horario y las estaciones del año para que no altere el resultado de la pintura. "Las sombras que tenía hace dos meses cuando empecé este cuadro no son las sombras que tengo ahora. Tengo que ir cambiando el horario de mi trabajo en función de lo que el cuadro me demande". Su carrera es meteórica. Hace un año logró la prestigiosa beca Avigdor Arikha y hace tres, ganó la XII edición de la Bienal de Artes Plásticas ‘Ciudad de Albacete’, uno de los premios más importantes de esta disciplina a nivel nacional. Aparte de los galardones y de que no le falta el trabajo para vivir de lo que le apasiona, aún le dura el "subidón" de saber que Antonio López, su gran maestro, le considera digno sucesor.
"El amor por el arte en Andalucía es indiscutible, pero ¿cuánto estamos dispuesto a pagar por una pintura?", se pregunta. Para este pintor, la situación económica de muchos andaluces interesados en la pintura impide que puedan hacer frente a la compra de una obra. Sin embargo, para Eduardo la pintura es como la música clásica. "A pesar de existir otros estilos musicales que muevan enormes masas, una sala de conciertos de música clásica siempre estará llena. Pues lo mismo pasa con la pintura, aunque haya otros estilos y tendencias, siempre habrá gente que disfrute en una sala de exposiciones o en una galería de arte".