Marcos del Ojo (Jerez, 1982) es a todos los efectos El Canijo de Jerez, un artista que tuvo que reinventarse tras el fallecimiento de Migue Benítez con solo 21 años y rehacer junto a Diego Pozo El Ratón el grupo Los Delinqüentes. Desde entonces, varios discos hasta que hace una década el ya dúo decidió separarse. Canijo comenzó a labrarse así su propio nombre, donde recuerda que comenzó en chiringuitos. No le ha ido mal hasta ser uno de los más reputados en las giras de verano en festivales, donde suele ir abriendo carteles. Su estilo, su fiesta en el escenario y algunas canciones icónicas le han convertido en una referencia. Ahora, presenta Garrapatero cósmico, una biografía escrita por Kike Turrón y Kike Babas, dos de los periodistas más reconocidos del mundo del rock español. Además, debuta como actor en un papel importante en una nueva película de Gonzalo García-Pelayo, el inclasificable cineasta, músico, productor y levantador de casinos, con Dejen de prohibir que no alcanzo a desobedecer todo. Una frase que suscribiría el propio Canijo.
¿Cómo se enrola en contar su vida en un libro?
Comenzamos hace un año. Les dejaba notas de audio de una hora por lo menos. En el libro me he enrollado a lo bestia, compare. Son emblemáticos, han hecho libros de Siniestro Total, Leño, Los Rodriguez, Manu Chao, aparte de que son compares míos porque me han hecho muchas entrevistas. Leo mucho de rock, como Life, de Keith Richards, Memorias de un Rolling Stone, de Ron Wood. En mi casa no hay más que biografías del rock. Me propusieron esto y me siento identificado con esas cosas que he leído. Los Delinqüentes hemos sido unos golfos en la carretera, sexo, drogas y rock'n'roll, una historia que debía ser contada. Algún día quería sacar un libro, pero iba a esperar a tener 80 años.
¿Tiene aires de psicoanálisis argentino?
Me han hecho muchas preguntas muy inteligentes, de mi infancia en La Harinera. Un ejercicio de cavilar, de tirar del hilo, de cosas olvidadas en mi cabeza.
Muchos cuentan que eso de parar este último año les ha servido para poner en orden muchas cosas.
Sí, compare, para mí ha sido como resetear. Diez años con Los Delinqüentes, diez años en solitario. Me ha servido para ordenar, para cocinar, para parar...
¿Ha hecho pan?
Qué va, soy más de picos.
Hizo pocos conciertos el año pasado. ¿Se quedaron cortos?
Cinco o seis. Podrían haber sido más, pero pido mi caché, aunque lo tuve que bajar, por ir con mi banda entera. No quería hacer acústicos en salas pequeñas por llevar a la banda. Porque merecen tocar, los técnicos tienen que trabajar. Me llamaron para los chiringuitos, que cuando terminaron Los Delinqüentes hice el chiringuitour. Pero no come la banda. Ahora hay que negociar para este año aunque va bien. Yo me debo a la banda, no lo hago por dinero, porque yo soy feliz solo con una guitarra.
"Abriría las fronteras. No podemos dejar que la gente muera en el mar"
¿Estás ilusionado con 2021?
Yo no esperaba nada de este año, compare, ha llegado lo del libro y la película con Gonzalo García-Pelayo, mítico director andaluz de los 70 de películas como Manuela, Corridas de alegría o Vivir en Sevilla. Son clásicos vanguardistas, buscando Gonzalo la serie b, como le gusta a él. Es amigo mío de hace muchos años, fue productor de Lole y Manué, Triana, María Jiménez, Víctor Jara, Silvio... Me propuso protagonizar la película. Dos semanas grabando en El Pelícano en Sevilla. Ha sido una pasada, soy amante del cine, vivir de cerca esta experiencia, que estoy deseando hacer castings.
¿A por el Goya?
El Goya me da igual, con medio Goya me conformo.
Aparte, su desarrollo musical.
Claro. El año pasado preparamos disco nuevo sin saber lo que venía. Y lo sacamos porque la gente encerrada quería entretenimiento. Este año seguimos con ideas nuevas. El desembarco de los inmigrantes en las costas andaluzas, que a mí me duele. Rescatar nunca puede ser pecado ni delito. Yo abriría las fronteras para todo el mundo, aunque eso no puede ser tan fácil para los gobiernos, pero no podemos dejar que la gente se muera en el mar. La canción Todos somos refugiados habla de eso.
¿Hemos salido más buena gente?
Yo pensaba que todo era maravilloso al principio. Era superbonito aplaudir. Pero los políticos han metido cizaña, todos los políticos. Creía que saldríamos bien y hay más racismo. El hambre, la contaminación. Es difícil que los humanos nos vayamos del lomo del perro, somos pulgas. Pero a ver si mejora la cosa.
¿A nivel musical te queda por seguir madurando, o has llegado a una etapa adulta?
Cada vez que hago un disco creo que es el mejor de mi carrera. Me sale natural, siempre haré canciones, a mi suegra, mi madre, o el público. Veo público renovado, de 14 ó 15 años. Qué bonito hacer una canción en el salón y que llegue a tanta gente. Me sigue emocionando. Algunas son buques insignia, como El Aire de la Calle, Pirata del Estrecho... Y me emociona. Me moriría de pena solo con una guitarra en una isla desierta. Necesito una persona que las escuche por lo menos. Me gusta la interacción con el público. Tengo en mi mente muchas ideas. Una de las más importantes en mi cabeza es montar Los Delinqüentes otra vez. Es un tema delicado, coño, porque nos separamos hace mucho tiempo y tendríamos que ponernos en órbita, juntarnos, emocionarnos con canciones nuevas, hablar con Manu, hermano del Migue, que tiene también derechos de canciones de Los Delinqüentes, que ya lo hemos hablado. Tenemos el runrún. Me apetecería un montón, tendríamos que hablar también con La Banda del Ratón, no sé cuándo ni cómo, pero somos hermanos. Alguna gente quieren más que otros, pero a día de hoy El Canijo de Jerez me encantaría.
¿Qué tal es su relación actualmente con Diego Pozo?
Es mi hermano, nos llevamos que te cagas. En su momento nos separamos porque llevábamos muchos años juntos. El roce... es normal. Muchas habitaciones, viajes, juergas, borracheras... Acabamos queriendo buscar otras motivaciones, sobre todo yo, que Los Delinqüentes fue mi primer grupo. Diego sí estuvo en Palo Cortao, El Barrio, Silvara, Los shutter... Yo lo tenía todo pero no me daba chispa el corazón. Me labré mi carrera en solitario. En Bilbao di un concierto para siete personas al principio. Piqué piedra como un loco.
Has llegado a tener uno de los cachés más altos del verano, quizás por lo que transmites.
Eso para mí es lo más bonito, la experiencia del concierto. Todos necesitamos pasta para comer, pero no lo hago por pasta. Cuando tuve aquel concierto en Bilbao, más me motivaba. Eso lo llevo innato. Si veo una cámara quiero bailar y hacer el tonto. El día que no quiera expresar mi arte, me iré a pescar a la playa.
"Un garrapatero es un bohemio puro de corazón"
¿Tienes la impresión de que te toca sentar cabeza de alguna forma?
No lo sé. Lo pienso a veces. Me digo que tengo que sentar cabeza. Pero luego qué va. Con dos cervezas en los conciertos soy un manojo de nervios. Esa piratería garrapatera me entra.
¿Cuántas veces le han preguntado qué es ser garrapatero?
Quinientas, pero te la contesto. Es, como dice mi compare Miguel, ser más chulo que nadie sin ser más chulo que nadie. Ser vacilón sin faltar el respeto a los demás. Luis de la Pica, El Torta, Los Chichos, Pata Negra... Los bohemios callejeros que son auténticos y puros de corazón.
¿Algún día hará reggaetón?
Tengo amigos, amigas, la parienta, que bailan mucho reggaeton. Pero yo, qué va, soy rockero, flamenco. No estoy tentado. Me gusta más el trap.
¿Haría trap?
¿Por qué no? Yung Beef es amigo mío, a Cecilio G también lo conocí, Ayax y Prok... Lo que no me sale es componerlo. A día de hoy no.
¿Se ha vacunado ya?
Qué va, compare, tengo que pedir cita, pero creo que me toca ya la semana que viene. Y lo haré, por supuesto.