Una primera aproximación al Jerez musulmán.
En el nombre de Dios clemente y misericordioso
La bendición de Dios sobre Mahoma
Dios es el mejor guardián
el más clemente de los clementes.
(Texto de la lápida que escrita en carácter cúfico se encontraba en la Puerta Real de Jerez de la Frontera)
En nuestro anterior artículo de Crónicas con Solera dimos un breve repaso al debate histórico que existe en torno al actual pago de Sidueña. En este enclave, en época andalusí y como hemos citado, sitúan algunos investigadores la cora y capital del mismo nombre; núcleo que podría haber dado origen al actual Jerez. Tras el declive de este centro administrativo y espiritual, el actual emplazamiento de Jerez se fue configurando como relevo. Sin embargo, la historiografía tradicional ha ignorado por lo general este fenómeno y ha considerado que el origen de Jerez se situaba en el yacimiento de Asta Regia, en un pasado remoto y casi legendario. Es el caso de autores como Gonzalo de Padilla o Esteban de Rallón, que intentaban encontrar, ya en los siglos XVI y XVII, respuestas a estas incógnitas. Sobre los orígenes de nuestra ciudad Rallón escribe lo siguiente en su obra “Historia de la Ciudad de Xerez de la Frontera”:
“Sigo seguro el sentir de tantos y tan doctos autores, como en diversos tiempos hemos visto, que llevan que nuestra ciudad de Xerez es sucesora de las grandezas Asta Regia (...) y llanamente digo que Xerez de la Frontera es la antigua Asta que estuvo situada en el despoblado que con nombre de Mesa de Asta”.
Es evidente que, de una forma u otra, tanto Asta Regia como la capital de la cora andalusí de Sidueña y el centro preexistente en esa misma zona, influyeron notablemente en la configuración del actual emplazamiento de Jerez. Al calor de los últimos estudios historiográficos y a la par de los ya descritos con respecto a Sidueña, nuestra ciudad se configuró como núcleo urbano en el período en el que la ciudad formaba parte de la cora andalusí de Sidueña, entre el siglo VIII y el siglo IX.
La dicha circunscripción de Sidueña, formada en el año 743, es el punto de partida para establecer el comienzo de la aparición y el desarrollo de nuestra ciudad como espacio urbano. Hay que constatar que desde la conquista hasta el período de la formación de la cora, la inestabilidad fue frecuente y, debido a ello, se produjeron oleadas continuas de grupos de poblaciones del norte de África y del Próximo Oriente para participar en los conflictos que se sobrevenían. Uno de estos grupos -el de los palestinos- fue mayoritario en Jerez. A su llegada se mezclaron con los habitantes hispanorromanos de la región dando lugar a que la cora de Sidueña fuera una de las más arabizadas de la península.
La urbe sería conocida, según las fuentes, como Sheres, Sheris o Sharish, dependiendo de la transcripción utilizada, y su prosperidad permitirá que, con el tiempo, acabe siendo la ciudad más importante de la región. Sidueña será la que mantenga la preeminencia hasta mediados del s. IX y, a partir del s. X, Jerez obtendrá la capitalidad de la cora.
"Jerez es una de las ciudades más bellas por dentro y por fuera que tiene Al-Andalus. La visité y disfruté mucho de ella. Uno de sus lugares de esparcimiento es Los Llanos, que queda a las orillas del río y es un regalo para la vista".
Ibn Said (siglo XIII)
En el momento de la conquista castellana, a mediados del siglo XIII, la ciudad se encontraba en su momento de mayor esplendor y, debido a ello, es la parte que mejor conocemos por los restos arqueológicos que nos han llegado. Según estos, en el período inmediatamente anterior a la conquista, entre las calles Chapinería, Sedería, Plaza de Plateros y Plaza de la Asunción, se encontraba una importante zona comercial. A este respecto, autores como Laureano Aguilar Moya muestran su sorpresa, ya que las ciudades islámicas formaban estos barrios en torno a la mezquita mayor y en Jerez sabemos que dicha mezquita, en época almohade, estaba situada junto a la actual Catedral de San Salvador. Por tanto, la pujanza económica de la población giraba en torno a San Dionisio. ¿Significa esto que el primitivo núcleo de la ciudad se desarrolló en torno a este área? Seguramente. Otra idea que parece sostener esta hipótesis es que las calles principales confluyen en este punto y, que por ello, la mezquita mayor primigenia estaría en la zona de la actual San Dionisio. Con el tiempo y por las nuevas necesidades urbanísticas habría sido trasladada. El propio investigador admite que esta propuesta no es concluyente y que debería ser contrastada.
Vemos en todo el trazado urbano un total de veintisiete mezquitas repartidas por los distintos barrios de la ciudad. Tras la conquista diecinueve pasaron a los repobladores, seis fueron convertidas en iglesias (más la capilla de Santa María la Real del Alcázar) y una, al menos, quedó para el culto de los mudéjares jerezanos que siguieron habitando la ciudad. La presencia de una mezquita es, normalmente, un indicador bastante claro de la existencia de un barrio o de una zona residencial. Teniendo presente que, al menos, cinco de ellas se localizaban en el barrio de San Dionisio veríamos que en esa zona había un gran área económica de pujante actividad. Según las fuentes posteriores a la conquista -concretamente el Libro del Repartimiento- encontraremos veintitrés hornos repartidos por toda la ciudad, hornos utilizados para la cocción del pan y otras funciones domésticas. Junto a ello constatamos la existencia de seis tahonas y de cuatro baños, del que sólo conservamos el situado en el Álcazar aunque vemos que había otro más en el barrio de San Mateo y otro en el Salvador. Las fuentes indirectas nos hablan de otro baño en la actual calle de Luis de Isasi. Este conjunto de obras hidráulicas bastante desarrollas resultó difícil de proyectar en nuestra ciudad debido a que no era atravesada por un gran río sino por un conjunto de pequeños arroyos. Ello, sin embargo, no impidió la existencia de norias o de grandes aljibes, aunque el pozo, por su parte, resultó ser el sistema más habitual, llegándose incluso a encontrar en algunas viviendas privadas.
Todo ello, sumado a que la mayoría del trazado conservado de la muralla pertenece al siglo XII, nos hace concluir que, en líneas generales, buena parte del período conocido del espacio urbano jerezano andalusí corresponde a su período final y que la complejidad del sistema hidráulico de la urbe y, su trazado urbano, se encuentran enmarcados en la tradición islámica de la concepción urbana de una ciudad de ese período. En esta línea y en los diferentes aspectos urbanos de la ciudad medieval jerezana seguiremos profundizando en los próximos artículos dedicados al Jerez andalusí.
Bibliografía:
Borrego Soto, Miguel Ángel. (2014). Epigrafía Andalusí. Inscripciones árabes de Jerez de la Frontera. Madrid. PeripeciasLibros
Caro, Diego (Coord). (1999). Historia de Jerez de la Frontera. Tomo I. De los Orígenes a la época medieval. Diputación de Cádiz.
Rallón, Esteban. (1997). Historia de la Ciudad de Xerez de la Frontera y de los reyes que la dominaron desde su primera fundación. Vol I. Universidad de Cádiz.
Repetto Betes, Jose Luis. (1985). Historia de Jerez de la Frontera. Parte Segunda. Sheris Saduma, El Jerez Musulman (711-1264). Centro de Estudios Históricos Jerezanos.