“De escribir no se vive” puede ser una frase hecha, pero a Pablo González Sánchez, natural de El Puerto, le da la vida. Ha lanzado al mercado editorial dos libros y siempre anda con historias en la cabeza, aunque ahora está más centrado opositando para docente de Lengua Castellana y Literatura.
Desde que empezó a leer a clásicos tan dispares como Kafka o Francisco Umbral durante la secundaria, este portuense de 29 años sintió un “voraz interés” por el mundo de la escritura hasta que, actualmente, su nombre resuena en el panorama literario de su ciudad natal. Es de esos que se pierden en la Biblioteca Municipal y no se separan de su carné. Amante de las letras, estudió la carrera de Filología Hispánica en la Universidad de Cádiz, así como el Máster de Estudios Hispánicos Superiores de la Universidad de Sevilla.
En 2017 asomó la cabeza en las librerías con Estupendamente mal, un libro de relatos publicado en la colección Alumbre de narrativa de la Diputación de Cádiz. “Surgieron opiniones favorables como la del laureado escritor, poeta y autor de carnaval, Miguel Ángel García Argüez”, comenta el autor que reproduce las palabras. "Desplegando un universo narrativo insólito y perturbador, las historias que componen estos relatos parecen dibujarnos un cruce imposible entre la acritud de Carver y la ironía de Foster Wallace, o entre la psicodelia de Burroughs y el simbolismo de Salinger. Es decir, una lectura deslumbrante, arriesgada y de significaciones complejas", dice García Argüez.
Su aventura literaria no acabó aquí. Reconoce que siempre se ha dedicado más a la poesía, bebiendo de la Generación del 27, con especial atención a Altolaguirre, y del Grupo de los 50 con Valente o Costafreda, pero no se pudo resistir. En 2021 hizo realidad su segunda novela, Los que sufren, publicada por la editorial catalana Dosmanos, que se distribuye de la mano de Les Punxes, con más de 50 años difundiendo a la editorial Anagrama y otras de prestigio.
“La novela surgió en el verano de 2020, la empecé a escribir y terminé en solo unos meses”, comenta Pablo, que comenzó a mandar la obra a muchas editoriales hasta que llegó a las manos del catalán Daniel Sardá. La suerte estaba de su lado. El mayo de 2021 recibió la respuesta y en septiembre ya estaba en el mercado.
Juntos, arrancaron una gira de presentaciones en El Puerto, Jerez, Cádiz, Sevilla, Córdoba, Granada, Madrid y Barcelona. Para su sorpresa, el libro tuvo más tirón en el extranjero, concretamente, en países como México. “En Hispanoamérica ha generado expectación y ha sido acogida con agrado”, añade. El autor cree que está relacionado con que “el principio recuerda en parte a los eléctricos comienzos de las novelas hispanoamericanas del Boom, como el inicio de El Túnel de Ernesto Sabato: “Bastará decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne”.
Su novela está ideada para despertar la curiosidad. Es enigmática porque no tiene sinopsis y tan solo muestra una frase en la contracubierta: “Tengo que decirles que me enamoré de Carmela en una tarde de toros tras haber matado a mi padre”, dice. Según cuenta Pablo, “sorprende a propios y extraños en un divertimento narrativo al más puro estilo de Cervantes o Pynchon”.
El portuense explica que “si queremos saber algo de la obra, debemos irnos a un texto que precede la obra, el cual se titula A razón de la pintura donde se justifica el uso de La romería de San Isidro, la obra de Goya, en el interior de la cubierta”. Por tanto, la maquetación y edición de la obra cobran relevancia, ya que permiten un primer juego narrativo.
Una propuesta misteriosa de la que se sabe que se sitúa en El Puerto, en los años ochenta y hay toros, policías y un parricidio. “Es una historia en la que nada es lo que parece. El fluir de conciencia del protagonista nos pondrá entre las cuerdas con unos pensamientos engañosos que deforman la realidad, obligando a los lectores a entregarse a una lectura que lo convierte en cómplice”, explica.
Un ejemplar de Los que sufren reposa ahora en las estanterías de esa biblioteca por la que tanto ha deambulado el portuense.
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