"Si quieres oír cantar a tu alma, haz el silencio a tu alrededor. Canto, luego existo". Es uno de los lemas de Canto, una escuela de música de Jerez que va mucho más allá de la enseñanza a sus clientes desde el punto de vista de las técnicas para vivir profesionalmente con ello. Aquí cantar es una herramienta mucho más poderosa.
"Somos una escuela especializada en la voz cantada. Están los logopedas que trabajan la voz hablada y nosotros trabajamos la voz cantada. Trabajamos en la técnica para poder conseguir ser libres a nivel vocal y nos dedicamos al nivel de iniciación, intermedio, avanzado, profesional e integración social", explica Belén Moreno, directora del centro y cantante profesional.
Esta escuela parte de la base de que "hay muchísimas personas que les encanta cantar y que en ningún momento se ha planteado trabajar en su voz y darle rienda suelta por el hecho de que lo relacionan con ser artista. Defendemos el mensaje de que no solo nos dedicamos a artistas, nos dedicamos a personas que trabajan con su voz. Hay profesores de colegio que les encanta la música y en ningún momento se han planteado que se tienen que cuidar su voz, cuando es su herramienta. Siempre a través de trabajar la voz cantada para que la persona lo aplique en su día a día".
Hace unos tres años que está abierta esta academia, que cuenta ya con más de 70 alumnos y una lista de espera que no para de crecer. Muchos entraron porque les gustaba cantar y otros porque, a través del boca a boca, se han enterado de que sus clases sirven para progresar en campos que van en paralelo a lo puramente musical.
"Hay gente a la que le ha gustado siempre cantar y nunca se ha atrevido. Cuando se empieza a trabajar su voz, su voz empieza a ser libre y salen muchas emociones. Le damos mucho espacio a las emociones porque el canto es emoción. Nos estamos diferenciando por escuchar lo que siente. A la hora de cantar hay mucha gente que solamente se fija en lo que se escucha, no es lo que se siente. En mi experiencia a nivel profesional cantando sé que todo está enfocado a gustar al público. A enganchar a la gente y nosotros estamos enfocados en gustarnos a nosotros mismos", dice Belén.
Un aspecto fundamental para la cantante es el valor de la música para la integración, algo que viene trabajando desde hace años: "Yo soy integradora social. Mi TFG fue la música como integración social. Usaba la música como una terapia para niños con necesidades específicas o con problemas de comportamiento. En la escuela también hay personas con casos de ansiedad y depresión y le tenemos que aplicar un un método de integración. Para personas con problemas de comunicación adaptamos las canciones a pictogramas, intentamos que ellos tengan integración con otros alumnos, otros artistas. Nosotros no les llamamos alumnos, le llamamos artistas".
El día 3 de enero la escuela llevará a cabo una audición en el teatro de Guadalcacín donde el objetivo es "trabajar en equipo y empatizar con lo que sienten los demás compañeros". Es una tradición que se repite cada año y que va cambiando de formato en cada edición.
Belén Moreno inició su carrera a los nueve años con el grupo infantil Los Zinkiyos. El single Volar fue un éxito y en una reedición con Los Rebujitos llegó a alcanzar más de 18 millones de escuchas en Spotify. Ya en solitario pasó por varias discográficas hasta llegar a Warner y tuvo su hit con Labios curanderos. Toda su vida ha estado recibiendo clases y, conociendo las necesidades de los artistas, tomó el camino de ser vocal coach para ayudar a otras personas a tener claro que "la voz no es un instrumento independiente a tu cuerpo y a tu mente".
En la escuela cuenta como profesores con Susana del Río, Jon Allende y Pedro Garrido, Niño de la Fragua. Todos en la línea de una metodología en la que lo fundamental no es solo cantar bien: "Es importante que cada uno vea una evolución, pero el foco no está en que suene bonito. El foco está en que yo me sienta bien porque si es así, sonará bonito. Si solo trabajamos en cómo poner la boca estamos creando una rigidez en el artista y estoy creando lo que se ha creado muchas veces en programas como Operación Triunfo y eso solo genera más inseguridades con la necesidad de la aprobación de los demás".
Si pasan por la Avenida de la Cruz Roja, allí está la academia Canto. No hay luces de neón porque lo que pretende Belén es dar imagen "de hogar y no de show. De sitio íntimo donde refugiarse, donde no te dé vergüenza. Aquí una mujer venía sin que su marido ni sus hijos supiesen nada porque le daba mucha vergüenza".
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