Preguntada por si su nueva novela es una "reivindicación del orgullo cultureta", Eva Díaz Pérez (Sevilla, 1971) responde con una inmensa sonrisa de afirmación.
Los viajeros del continente cierra una trilogía de obras independientes, distintas en tono, época y esencia pero unidas por la voluntad de relatar distintos episodios del siglo XX en Europa.
El sonámbulo de Verdún y Adriático fueron las piezas anteriores de un conjunto que cierra con una pericia narrativa de antigua relojera, con una emotividad que trasciende al papel.
La nueva novela (editada por Galaxia Guttemberg) crea un trasunto de la autora en uno de los personajes más brillantes de su carrera, Hugh de Lagard. Este octogenario escritor de viajes cruza el Canal de la Mancha para hacer un último viaje por Europa.
A pesar de tratarse de una novela breve (165 páginas) o precisamente por eso, resulta una antología de la capacidad de la escritora, un compendio de las mejores cualidades de una autora sobresaliente, ahora confirmada como "la mejor de su generación", aseguraron sus presentadores en Cádiz.
Memoria de cenizas, Hijos del mediodía, El club de la memoria, El color de los ángeles y El sueño del gramático son algunas de las obras que forman su bibliografía previa, que alcanza una cumbre indiscutible con Los viajeros del Continente.
Díaz Pérez atesora premios como el Andalucía de la Crítica, Andalucía de Periodismo, Unicaja y Miguel de Unamuno, además de ser finalista del Premio Nadal. Periodista de largo, y galardonado, recorrido ha pasado por cabeceras como El Mundo, El País y Abc.
La autora presentaba este sábado su nueva creación en la Fundación Carlos Edmundo de Ory de Cádiz, con nueva sede en el antiguo Rectorado de la calle Ancha. Junto a su excompañero de redacción José Landi detalló ante una sala llena de público este "viaje hacia el final de la vida".
El personaje central, "al que tantas cosas le he prestado", tiene una enfermedad incurable en su fase terminal y hace un último viaje con su mujer, Violet Archer, el otro gran personaje de la novela.
A pesar de la premisa trágica, el relato está lleno de "hedonismo, vitalidad y luz, con muchas concesiones al humor negro" y miles de referencias "historicistas y culturistas" en ciudades como Le Havre, Dijon, París, Florencia y Ginebra, siempre con Londres en la memoria del protagonista.
El recorrido mezcla las experiencias nuevas de la última travesía con otras recordadas por la pareja. Entre ellas, los sueños cada vez más complejos y biográficos del moribundo autor británico.
Díaz Pérez es capaz de combinar erudición, emoción y amenidad en una historia sobre "el derecho a cuándo y cómo morir" pero también sobre una Europa "sonámbula que parece haber perdido su lugar en el mundo en favor de otros países sin derechos ni libertades que ahora parecen liderar este planeta".
"Esta novela es una reivindicación de una forma de escribir y de vivir, de la literatura de viajes, de la cultura como refugio y consuelo".
Hugh y Violet recorren sin itinerario definido, aunque con destino fijo en Ginebra, parques acuáticos abandonados, urbanizaciones fantasmales, aeropuertos desiertos y piscinas llenas de musgo pero también criptas, museos, castillos, balnearios, estaciones ferroviarias y casas natales de grandes autores.
Aunque el ritmo de la narración es tan vivo y febril que parece escrita en pocas semanas, Eva Díaz Pérez asegura que "hace diez años que la comenzó". Tanto tiempo que "por medio se han metido otras novelas que he publicado antes".
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