Jerezana de adopción desde hace casi 25 años —los mismos que cumplirá el año que viene el Festival de Jerez—, Isamay Benavente Ferrera (1965), responsable del Teatro Villamarta y de la que artistas, especialistas y aficionados consideran la muestra de baile flamenco y danza española más prestigiosa del mundo, alcanza el ecuador del certamen con los deberes hechos y con la sensación de que ni siquiera —toca madera— el dichoso coronavirus altera los planes de un evento cultural más que consolidado en los albores de cada primavera. Más de medio centenar de espectáculos, si se cuentan los recitales en las peñas flamencas, están convirtiendo de nuevo a Jerez durante 16 días en la meca del flamenco.
Benavente, que vive en tensión estos días, corta varias veces la entrevista, que sucede en una cafetería cercana a la Casa del Vino —donde se presentan los espectáculos del cartel de la muestra—, para saludar y atender asuntos de gestión urgente. “Era mi responsable de los cursos, no sabemos aún qué pasará con las cursillistas italianas en la segunda semana del Festival, no todas son del norte, pero tienen miedo”. “¿Vas a la rueda de prensa?, viene La Chana” “¡Qué bonito fue lo de Pericet!”… Y así todo el rato. Isamay, Isa, no para. Aún no ha acabado la vigésimo cuarta edición y ya tiene estructurada la vigésimo quinta. “Será emocionante”, avanza.
¿Cuántas horas echa estos días, se lleva trabajo a casa?
Ni las cuento. Empiezo por la mañana y cuando acabo… entre semana no hemos tenido espectáculo a las doce de la noche y eso sí que se ha notado, pero son muchas horas… todo lo que no hagas de gestión antes de la rueda de prensa de mediodía ya luego es imposible.
¿Intenta ver todos los espectáculos?
Procuro verlos casi todos, me gusta ver qué han propuesto los artistas; ellos, que me han vendido el espectáculo, también quieren conocer mi opinión…
Recuerdo los inicios del Festival y había mucha improvisación en los espectáculos. Hoy todos los artistas vienen con los espectáculos muy trabajados; hay un nivelazo
¿No se satura?
Sí, bueno. Depende, cuando ves cosas bonitas y buenas, aunque estés muy cansada, el arte siempre te conmueve. Pero sí, cuando se acerca el final, después de empezar con mucha fuerza, una está algo saturada, y por eso tiene mucho mérito cuando los espectáculos te llaman la atención. Con todo lo que has visto, hay algo que te reactiva. Estamos viendo cosas muy buenas, hay un nivelazo; estamos en una edad de oro del baile, y los trabajos te podrán gustar más o menos, pero hay mucha perfección técnica.
La directora del Festival, en un momento del encuentro con lavozdelsur.es / FOTO: MANU GARCÍA
Hace no tanto había espectáculos muy 'amateurs', con transiciones sucias, fallos de sonido o iluminación...
Recuerdo los inicios del Festival y había mucha improvisación en los espectáculos. Hoy todos los artistas vienen con los espectáculos muy trabajados, ensayados, con muy buena iluminación, mucho mimo y mucho cuidado. Eso es maravilloso y debe ser lo normal porque estos trabajos luego tienen que competir en España y Europa con todos los grandes espectáculos de danza, y ya en la danza contemporánea todo esto se cuidaba desde hace años.
¿Antes de acabar el 24 Festival de Jerez ya está pensando en el siguiente?
No lo quiero decir muy alto, pero lo peor es que ya prácticamente tengo la edición 25. Hay cosas que he ido reservándome, artistas que no han estado y sé que van a estar, es año de Bienal y ese año se produce muchísimo. Tengo ya el esquema en mi cabeza.
Número redondo, imagino algo especial.
Para grandes fastos no tendré presupuesto, pero sí quiero que estén algunos artistas que nos han acompañado a lo largo de estos años. Es lógico. Me gustaría hacer algo especial, pero cosas que lleguen al corazón, que sean emotivas, más que espectaculares. Cosas que abran otras ventanas y permitan a los artistas hacer cosas diferentes a las que acostumbran.
No me quejo del Ministerio, ni de la Junta, porque los tengo al lado, aunque claro que me gustaría que la ayuda fuera mayor
Hace poco se filtró el presupuesto que maneja la Bienal de Sevilla, ahora que la menciona, para algunos espectáculos y caché de artistas. Esos números refuerzan aún más el milagro que supone el Festival de Jerez, ¿no?
Es un milagro para todo. Es un milagro para el teatro, para la ciudad y para los artistas, que cada año tienen aquí un escaparate. Muchos nos ruegan que cuidemos esto porque para ellos es importantísimo saber que año tras año cuentan con esta plataforma. Sí que nos movemos con márgenes muy justitos, pero es nuestra realidad. El Festival tiene una ventaja sobre el resto de programación del Villamarta, y es que tiene el favor de ese público internacional que llena los cursos y los espectáculos, y ha mantenido, y está manteniendo, el Festival como es ahora. No creo que haya otro evento cultural que más del 60% de su presupuesto esté sostenido por la taquilla, por sus cursos y sus entradas.
¿Se siente una equilibrista?
Es nuestro talón de Aquiles, pero es el marco en el que nos movemos. Comenté hace poco, y no pongo nombres, que el Festival sigue estando muy solo. No hablo ya de las administraciones públicas, ni de Ayuntamiento, que hace todo lo que puede y lo promueve, ni de Junta, ni Ministerio, hablo de empresas. Nos faltan más socios en el camino y no se entiende que con la difusión que tiene el Festival y el retorno que aporta, que no haya más marcas privadas que se asocien con nosotros.
Los cursos han estado completos en la primera semana y ahora nos enfrentamos a una segunda semana donde hay incertidumbre por las cursillistas que vienen de Italia
El año pasado vino por primera vez en la historia un ministro de Cultura al Festival. ¿Repetirá el nuevo inquilino del Ministerio de Cultura?
Cerramos este año con el Ballet Nacional de España. Es una unidad del Inaem y es estreno absoluto de la producción nueva de su nuevo director, y espero que altos cargos del Ministerio de Cultura estén con nosotros para la clausura. No me quejo del Ministerio, ni de la Junta, porque los tengo al lado, aunque claro que me gustaría que la ayuda fuera mayor. Estamos en conversaciones con el Ministerio para que la ayuda vuelva a ser nominativa, porque estamos en pleno Festival y aún no sé que ayuda van a darnos porque no han salido. Tengo que solicitarla año tras año y esperar a que la concedan tras pasar por una comisión de valoración. Empezar el Festival sabiendo con la ayuda que contamos sería muy deseable y lo lógico. Pero aun así, creo que necesitamos nuevos compañeros de viaje y el momento tan dulce del Festival lo merece.
Otro detalle de la conversación con la directora del Teatro Villamarta. FOTO: MANU GARCÍA
Me decía Israel Galván en una entrevista que el programador tiene que tener un punto de artista. ¿Está de acuerdo?
No sé si un puntito de artista, pero sí estar muy cercano al hecho artístico. Estoy en esto porque adoro el arte. He intentado ser actriz profesional y abandoné antes de conseguirlo, pero me encanta el hecho artístico. No soy una programadora que programa y luego no va a ver los espectáculos. Me veo los ensayos, me gusta escuchar a los artistas, cogerles el pulso… más que ser artista, hay que tener sensibilidad y estar cercana a los que sí lo son. Y creo que, en general, en el flamenco los programadores suelen estar cercanos a los artistas.
¿Programa mirando de reojo la taquilla?
Por supuesto. Vivimos de eso. Más del 60% del presupuesto es la taquilla y cuando hago mis primeros cuadrantes del Festival, tengo dos personas muy cercanas, Rosalía Gómez (experta en Danza) y Paco López (ex director de Villamarta e ideólogo del Festival), a las que consulto. Lo primero que me dicen es: creo que falta un poco de dinero, ¿no? (ríe), por eso es importantísimo que las cuentas salgan.
El coronavirus ha restado presencia de cursillistas, en un principio procedentes de China. ¿Ha habido más incidencias en este sentido?
Estamos aún preocupados, pero más por la alarma que se crea que por lo que realmente está pasando. Leía en la prensa que en Italia ha cundido el pánico, y tengo familia muy cercana allí que me lo cuenta, pero está afectando mucho a gente muy mayor que ya tenía problemas. Hay que tener precaución lógicamente, pero esperemos que no nos afecte absolutamente para nada. En el Festival sí que es verdad que el grupo de 50 chinas se cayó, porque allí está el foco, pero ahora para la segunda semana estoy teniendo cancelaciones de Italia porque desde sus regiones les están aconsejando que no viajen y tienen miedo.
No soy una programadora que programa y luego no va a ver los espectáculos. Estoy en esto porque adoro el arte
¿Se cubrieron las vacantes que dejaron las cursillistas chinas?
Las chinas sí se pudieron suplir porque fue tres semanas antes de empezar y son muy buenas clientas, pillan plazas con maestros muy demandados, por lo que cuando liberaron esas plazas casi automáticamente se ocuparon por la lista de espera. Los cursos han estado completos en la primera semana y ahora nos enfrentamos a una segunda semana donde hay incertidumbre por las cursillistas que vienen de Italia, que no te puedo decir el número exacto, pero son algunas más que chinas.
¿Diría que el gran valor del Festival, a punto de llegar a los 25 años, es haber alimentado esa internacionalización del flamenco?
Sí. Eso sería uno de los grandes valores del Festival. Se inauguró este 24 Festival con un espectáculo de Rafaela Carrasco y ella bailó con un chaval, Gabriel Matías, que ganó el concurso de Turín del año pasado, y es brasileño. Lo ves y parece un gitanito, moreno con rizos, y lo ves bailar y piensas en la grandeza del flamenco y en la grandeza del Festival por abrirles la puerta a estos artistas. Al igual que Shoji Kojima, que cada dos años nos ayuda a afrontar una grandísima producción que no podríamos abordar solos y que abre la puerta al talento, al que no le pone ni banderas, ni nacionalidad. Me gusta cómo el flamenco nos une y cómo viene tanta gente de fuera con ese amor por el flamenco. Eso es precioso.
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