De Jerez en 1967 sólo recordaba las bodegas y los arcos de la plaza del Arenal. Una visita rápida "a la hora de la siesta" no le dio para más. Con tan sólo 22 años de edad, el finlandés Ari Salin (Helsinki, 1945) vino a Andalucía para aprender algo de flamenco, recorriendo de este a oeste la región. Tras montarse en un tren que le llevó desde París a Irún y desde la localidad vasca a Madrid, donde pudo acudir a numerosos tablaos, este apasionado de la música tradicional se empapó de flamenco en Granada, Málaga, Sevilla y Cádiz, una experiencia que no le dejó indiferente y que provocó poco después, durante los años 70 y 80, volviera a venir.
"Ya no sé contar cuántas veces he vuelto a España, más que 20 pero quizás menos que 30", cuenta a lavozdelsur.es en el palacio Pemartín, sede del Centro Andaluz de Documentación del Flamenco, donde ha donado una grabación en vídeo de la Fiesta de la Bulería completa de 1980 y de 1981 (se puede disfrutar aquí). "Es una grabación que hice cuando apenas había vídeo, con un equipo algo más profesional, cintas y una especie de magnetofon, que tardaba 40 minutos y al que le pusimos unas baterías de motocicleta para que aguantara durante cinco horas", cuenta con una sonrisa.
En su Finlandia natal Ari, que era guitarrista aficionado pero que ha desempeñado su vida laboral como funcionario de la administración, otorgando permisos de trabajo a inmigrantes en la Policía del país nórdico, ya había tenido alguna experiencia con el flamenco. Su padre, que compró cuando él tenía unos 15 años un tocadiscos de segunda mano se hizo con unos discos del guitarrista Juan Serrano y del bailaor José Greco. "Nadie los compraba y se los dieron con el tocadiscos, me puse a escucharlos y me interesé, porque no sabía que se podía tocar la guitarra al mismo tiempo con el pulgar complementando con los dedos tan rápido... poco a poco me empezó a interesar más y más". Un interés que se acrecentó cuando uno de sus compañeros de clase le espetó: "¡Vámonos a España!" Fue terminar la mili e irse para quedarse y vivir toda una aventura que duró seis semanas.
Ari Salin explica su contacto con el mundo del flamenco desde los años 60. FOTO: MANU GARCÍA.
Fue en la ciudad hispalense donde tuvo la oportunidad de aprender, con el padre en primera instancia, el toque de uno de los protagonistas del flamenco fusión, en su caso con el blues. "Di clases con Luis Amador, mucho después me enteré de que era el padre de Raimundo Amador, el de Pata Negra", cuenta recordando unas escenas que ya han traspasado los 50 años. "Venía a mi pensión y teníamos lecciones de guitarra que para mí eran muy distintas a lo que había aprendido en mi tierra porque allí lo que aprendes a tocar es guitarra clásica y es una manera de tocar completamente distinta", explica.
Pero no obstante, fue en una de sus próximas visitas cuando experimentó la mayor experiencia de la mano de uno de los guitarristas más queridos del mundo del flamenco. "En 1978 me enteré que iban a poner unos cursos internacionales y me otorgaron una beca de la Sociedad Finlandia-España, con la que pude participar en los cursos siendo discípulo de Parrilla de Jerez, que es uno de mis ídolos, junto a Paco Cepero y Moraíto", narra emocionado.
De Parrilla de Jerez no sólo recuerda lo "buena persona" que era, sino su "timidez" y sobre todo sus enseñanzas, habiendo aprendido numerosas falsetas de él. Con la mano izquierda en el aire y moviendo los dedos, como si sostuviera la guitarra, recuerda perfectamente las palabras de Manuel Fernández Molina: "Así no, así, me decía". El finlandés, que cree que imitar es el mejor método de aprendizaje reconoce que lo que más le ha costado siempre es el acompañamiento con el cante. Una vez le preguntó a Parrilla cómo se conseguía ese "diálogo" entre el guitarrista y el cantaor, a lo que el jerezano le respondió: "Eso es una cosa que no se puede explicar; La Paquera cuando canta yo no sé qué va a hacer, no sé lo que viene y no sabes cuándo va a terminar".
El finlandés Ari Salin cierra los ojos, coge "su guitarra" y narra las enseñanzas de Parrilla de Jerez a lavozdelsur.es FOTO: MANU GARCÍA.
Ari, que estuvo seis años seguidos en los cursos de Jerez, de 1978 a 1983, cuantifica una actividad inmensa en aquellos años. " Cada noche había un recital de cante, una conferencia del flamenco y su historia, para finalizar con la Fiesta de la Bulería, fiestas con artistas tocando", recuerda. Y entre los artistas que se le vienen a la memoria destaca la figura de Gerardo Núñez, quien afirma que con 17 años ya era mejor que Sabicas. "Una vez tocó alguna cosita de Sabicas y decía, así con la boca: Sabica...", ríe. "Todos sabían que iba a ser un gran virtuoso, tocaba para las clases de baile pero no para acompañamiento de cante, donde estaba Tomás Torre, que al final también siempre decía: no, hoy no".
Pese a su frustración, cualquier persona puede encontrar el toque de Ari Salin en YouTube en un vídeo que sus mismos amigos, con los que formó un grupo musical llamado Taljanka, de música folclórica finlandesa y rusa, muestra sus dotes con la guitarra flamenca. "Era parte de una función de teatro algo aflamencada, me obligaron a tocar solo porque ellos se tenían que cambiar pero hacía un par de años que no había tocado nada de flamenco porque había encontrado mis límites, no podía avanzar más, me pegaba cabezazos contra la pared", espeta a modo de broma. "Me puse tan nervioso, que se nota que el compás y el ritmo se me escapaba hacía adelante, cada vez más rápido sintiéndome como si estuviera montando un caballo y me fuera a caer", cuenta de forma cómica, sincerándose sobre la gran actividad flamenca que hay en su país, especialmente en torno al baile.
En estos días próximos a finalizar, Ari confiesa sentirse exhausto y cansado tras dos semanas de Festival de Jerez pero, al mismo tiempo, declara estar contento. Es la tercera vez que acude al evento, del que en esta edición destaca la voz de Argentina quien "hace la copla y el cante jondo a la vez, con mucha personalidad" o el espectáculo de Lela Soto con toda su familia. Preguntándole por el tango finlandés y su diferencia con el tango argentino, que dice que "es diferente por la marcha, tan tan tan", y tras mencionar al artista Hugo Rivas, Ari deriva la conversación hacia la música folclórica latinoamericana y termina hablando de Yamandú Costa. "Costa es espectacular, Paco de Lucía se fijó en él y para que Paco de Lucía lo haga ya tiene que ser bueno...", declara, visiblemente emocionado como claro melómano, enamorado de las músicas del mundo y de la música de Andalucía. "Bulerías y alegrías", dice de forma tajante. De Helsinki a un fin de fiesta.
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