Penúltima jornada del XXIII Festival de Jerez, en pleno Día Internacional de la Mujer, y la linense (jerezana de adopción casi desde la reapertura del Villamarta en 1996) Isamay Benavente Ferrera (1965) apura ya las horas de una muestra de baile flamenco y danza española antes de su clausura con el estreno absoluto, con las entradas agotadas desde hace semanas, del nuevo trabajo de Israel Galván, que ha elegido Jerez para revisitar El amor brujo de Falla. Pensando ya en la próxima edición, la directora del Teatro Villamarta y gestora del certamen hace balance en una edición de mucha calidad en lo artístico, nuevos horizontes de internacionalización alcanzados y un hecho histórico, la primera vez que un ministro de Cultura, el socialista José Guirao en este caso, se deja caer por una cita que mueve al año a miles y miles de visitantes llegados de más de 30 países del mundo.
El Festival de Jerez es una máquina que no para. Está terminando una edición y ya prácticamente enfilando la siguiente.
Efectivamente, es una máquina. El Festival está ahora mismo en un momento muy dulce, muy dulce. Hay una cantidad de bailaoras y bailaores, de premios nacionales, en el patio de butacas... Realmente, se ha convertido en un punto de encuentro. Y no solamente en un punto de encuentro para los aficionados que llegan de todo el mundo y los programadores, sino también para los artistas. Estoy muy satisfecha y muy contenta.
¿Cuántas propuestas pasan al año por su ordenador que quieren estar aquí?
Hablábamos de que podíamos haber hecho un festival solo de guitarra, con todas las que recibimos solo de guitarra. Son muchísimas, de dentro y de fuera. Todos los artistas quieren estar y es muy complicado seleccionar, también por el propio concepto de la muestra. Te puedo decir que al menos el cuádruple de las casi cincuenta que al final utilizo. Son muchísimas…
Por venir a Jerez estos días quiere venir ya hasta el ministro de Cultura. Era la primera vez en 23 años que el máximo responsable político de la Cultura en España se dejaba caer por Villamarta…
(Risas) Fue maravilloso que viniera. Fue una visita muy rápida y nos hubiera gustado enseñarle también toda la parte formativa, pero creo que le dio tiempo a oler el ambiente, la cantidad de gente que viene de fuera… Es estupendo para la ciudad y para el Festival esa visita y nos hace falta que las instituciones reconozcan ese momento dulce del que te hablo.
Aun siendo positivo, está claro que 23 años sin esa presencia dice mucho también de la falta de reconocimiento que ha tenido el Festival, pese a todo lo que mueve año tras año y el papel que le otorgan los artistas.
Sí, bueno, la Junta sí que por ejemplo tiene presencia estable todos los años… En el caso del Inaem, perdimos todas las ayudas nominativas, por lo que hay que esperar a que convoquen, solicitarlas año tras año, que resuelvan, y que la den. Las de 2019 aún no se han convocado y puede que lleguen en 2020. Eso obliga a adelantar una tesorería que no tenemos y a que los artistas, a los que siempre les agradecemos su solidaridad y paciencia, asuman plazos de pago. Sin eso, no habríamos llegado hasta aquí.
¿Ha venido este año la nueva consejera?
Yo creía que iba a venir para ver el Ballet Flamenco de Andalucía, pero imagino que no habrá podido. Tiene las puertas abiertas y la Junta colabora de manera importante. Creo que cuando vienen políticos e instituciones se sorprenden de todo lo que genera el Festival de Jerez en cuanto a movimiento. Al ministro el otro día lo rodeaban cuatro premios nacionales de danza que estaban aquí, y eran los que vinieron ese sábado. Es decir, es que se congrega aquí en 16 días todo el baile y la danza española. Si quieres hacer una reunión sectorial, y estoy pensando en la SGAE o en la asociación de intérpretes y ejecutantes, si quieres hacer un foro donde estén todos, ese foro puede ser perfectamente el Festival de Jerez. Sí que animo a todas las instituciones a que lo conozcan in situ porque van a palpar todo lo que se mueve aquí.
En clave local, este Festival es un proyecto de ciudad intocable.
A pesar de lo que sufrimos en la anterior legislatura, que fueron los peores años de Jerez, el Festival no se movió. Tiene muchísima fuerza por todo lo que genera para la ciudad. Pero sí, estoy muy contenta; el apoyo del equipo de gobierno es total, están volcados, y este año, por ejemplo, contamos con nuevos espacios para los cursos en Villapanés que suponen ahorro para el Festival en alquileres.
Han hecho una apuesta muy importante por la internacionalización, ¿hay que avanzar más por ahí?
Avanzo ya que, aunque el concurso internacional de baile flamenco de Turín es bianual, van a volver a hacerlo el año que viene. Ha sido un reto para ellos traerlo y quieren estabilizarlo después de que ha funcionado muy bien. Ha sido como extender el Festival una semana por delante, con gente que llega de un montón de países, sin que a nosotros nos suponga un esfuerzo enorme, ya que solo le damos apoyo logístico. Me parece, además, que estamos pendientes de un proyecto mirando hacia otras latitudes que no quiero dejar. Es mirar a la realidad del flamenco, que es un hecho ya universal y hay que dar espacio a toda esa gente que tiene ya un nivel que emociona. Hay que dejarles sitio de tú a tú porque vienen con mucho amor, respeto y nivel.
¿El gran objetivo sigue siendo que el Festival trascienda en la ciudad más allá de estos 16 días?
Por supuesto, y creo que en este sentido este gobierno está haciendo una apuesta muy clara por el flamenco como hilo conductor de toda la programación anual. Me parece muy interesante porque singulariza la programación. Intenta dar una oferta continuada todo el año, que es de lo que se trata.
¿Si tuviera más presupuesto…?
Bueno, quedan muchas líneas por desarrollar en el Festival. Me gustaría invertir en más promoción, en las ferias internacionales de turismo, y también me gustaría convertir esto también en un foro de discusión, de por dónde va la danza, el flamenco… y me gustaría traer a determinados artistas o filósofos que piensan sobre eso y ponerlos en contacto con comunicadores o gente que ve el baile y el flamenco desde otras disciplinas. Creo que la unión de todo eso podía aportar. Luego, tenemos que ir avanzando también en el refuerzo de los fines de semana para traer a público no necesariamente aficionado al flamenco a la ciudad en estos días. Igual que Almagro o Avignon significan focos de interés turístico para gente que, a lo mejor, solo va a ir a ver una obra de teatro, pero que se empapa de esas ciudades en esas fechas de festival. Estamos empezando a trabajar ahí, para esas escapadas de fin de semana que vienen a conocer Jerez durante el Festival de Jerez. Este año hemos hecho en sábado clases magistrales y hemos notado que han asistido muchos más españoles que a los cursos, donde acuden muchos más extranjeros. Y si te vienes ya el sábado, pues te das un paseo por Jerez, almuerzas en el centro y por la noche ves un espectáculo en Villamarta o en una bodega.
"La gente no entendía muchas cosas al principio, pero creo que el tiempo, que es lo que necesitan todos los proyectos culturales y los proyectos bien pensados, ha dado la razón"
Los jerezanos ven ya el Festival como oportunidad de hacer caja. Hay ya hasta quejas por tiendas efímeras que solo abren en estos días. ¿Es una prueba de la consolidación de la muestra en la ciudad?
Fíjate lo que nos costó al principio… La gente no entendía que se dedicara la muestra al baile, no lo entendían muchos de los grandes artistas jerezanos… La gente no entendía muchas cosas al principio, pero creo que el tiempo, que es lo que necesitan todos los proyectos culturales y los proyectos bien pensados, y aquí siempre me acuerdo de Paco López, que diseñó un Festival maravilloso y para que fuera lo que es, ha dado la razón.
¿Es rentable?
Es rentable desde muchos puntos de vista para la ciudad. Si me preguntas si podría subsistir sin las instituciones, te diría que no, como cualquier gran proyecto cultural. Necesitamos ese impulso anualmente de Ayuntamiento, Junta y Ministerio, y ahora estoy intentando seducir a la Diputación de Cádiz, que es la que también queremos tener de la mano porque este es un grandísimo proyecto para la provincia. El domingo pasado se me fue muchísima gente a mediodía para los Carnavales de Cádiz y luego volvió por la noche al Festival. El atractivo de esta provincia es innegable para quien viene de fuera.
¿Falta un segundo gran equipamiento para dar más amplitud a la programación? No parece que lo que hay proyectado en ese futuro Museo del Flamenco de Andalucía vaya a satisfacer esta necesidad…
No, nos hace falta un espacio intermedio porque pasamos de un espacio de 1.200 butacas a otros de 200, como La Compañía y Paúl. Falta un espacio escénico intermedio, con unas 400-500 butacas para esos formatos que, a lo mejor no son para Villamarta, pero que se quedan pequeños en todos los sentidos en las salas que tenemos ahora. Quizás La Atalaya, que ha estado de reformas, pueda servirnos para mejorar ese aforo y las condiciones técnicas que necesitan las compañías.
¿Usted, personalmente, cómo sobrevive al Festival?
Uf, yo este año tengo que confesar que me he sentido que una va cumpliendo años. Mi equipo y yo comentábamos que ya estábamos mayoras, y lo digo en femenino porque somos mayoría en el equipo, pero es verdad que todas lo vamos notando. Llevo casi veintitantos días sin descanso y eso lo notamos nosotros y la familia. Aunque el Festival empezó el 22 de febrero, ya llevábamos una semana entera trabajando sin descanso. Lo vivo con cansancio, pero, luego me emocionan mucho los artistas y todo esto lo vivo como un regalo. Que todas las noches te regalen emoción y te vayas a la cama con poesía… eso no está pagado. Los artistas se van contentos y todo está saliendo bien, y eso compensa.
¿No le da por bailar?
Uy, no me atrevo, mientras que sea la directora del Festival…
Me refería a nivel ‘amateur’…
Muy amateur (sonríe). Una amiga mía me dice que se me va a pasar el arroz para bailar, y le digo que cuando pase esto, empezaré yo (ríe).
¿Hay una mirada de género en la programación?
Pues sí, se nota, y también es que hay que decir que hay muchísimas mujeres capitaneando compañías y saliendo a cantar adelante. Nos faltan guitarristas. Pero luego hay otra cosa que me gusta muchísimo, y es que se está poniendo muchísima mirada y sensibilidad de mujer en los argumentos en las direcciones, en la iluminación… Hay mirada femenina en el flamenco y también con mucho amor hacia el hombre. Me lo ponen muy fácil programar porque hay muchas capitanas mujeres con compañía y tirando hacia delante. Esa María Pagés, Eva Yerbabuena… cuántos años llevan manteniendo compañía, que es muy complicado en esto. Incluso este año hemos tenido Flamenco kitchen, con esa cocina flamenca repleta de mujeres poniendo el acento en cosas como esos malos maridos, la brecha salarial…
¿Hay diferencia de caché entre hombres y mujeres?
En el Festival de Jerez no hay brecha salarial entre hombres y mujeres. En los cursos todo el mundo cobra igual, según los niveles y las horas de los cursos; y luego puede haber diferencias de caché en función de las compañías y del nombre que tenga el artista. No es una cuestión de género, para nada. No conozco mucho el tema por dentro, no sé lo que le pagan siempre a un cantaor o a una cantaora, pero me atrevería a decir que tampoco. Cuando hay una cantaora con protagonismo en el espectáculo se le va paga lo mismo que a un cantaor. Depende todo del volumen del espectáculo, no es lo mismo una propuesta con 24 o 3 personas, y también del nombre que tenga ese artista que lo lidera, y afortunadamente hay muchas mujeres con gran peso y renombre artístico.
Después de 23 años, ¿qué no deja de sorprenderle?
Los artistas. No deja de sorprenderme la creatividad que tienen. Me sorprende ver la madurez y que cada vez más, vamos a ver propuestas, no a los bailaores o bailaoras en sí. Intentan contarnos cosas y eso me interesa muchísimo. Me asombro cada día cómo cada vez arriesgan más, se mezclan cada vez más con directores de escena, figurinistas, escenógrafos, iluminadores… y eso se está notando en los espectáculos. Ha habido un gran relevo generacional y, aun así, el año que viene quiero tener un guiño con los grandes y los más veteranos, no quiero perderlos.