Las formas del agua

La bailaora y coreógrafa malagueña Rocío Molina presenta en el Festival de Jerez 'Al fondo riela', el segundo fragmento de una trilogía en honor a la guitarra y un poema bailado con luz al final de las zonas de sombra

Rocío Molina, en un momento de 'Al fondo riela', espectáculo que ha presentado en el 25 Festival de Jerez.
Rocío Molina, en un momento de 'Al fondo riela', espectáculo que ha presentado en el 25 Festival de Jerez. ESTEBAN

En toda la obra de Rocío Molina, que cumplió el pasado año una década desde que recibiera el Premio Nacional de Danza, hay un impulso natural por trascender, por escalar un pico inalcanzable para el común de los mortales, llegar al filo de lo imposible y volver para contárnoslo. En este espíritu no parece que haya premeditación, ni tan siquiera pretensiones. Debe ser la ausencia de deliberación que en ocasiones encierra la genialidad. En apariencia, todo fluye en ella. Natural, despreocupada. Capaz de transmitir la historia de la danza con un aleteo o giro de muñeca o al agarrar como una fiera su bata de cola. Un gesto, un escorzo, poco más. Y ahí está todo. Un trazo sobre la tabla, un rasgueo de una cuerda: suena flamenco en la abstracción.

Hay en la escena una especie de pulsión temeraria de niña con todo el mundo por descubrir, tan afanada en explorar en libertad como inconsciente de que toda hazaña, por pequeña que sea, encierra riesgos y puede que hasta Amargura. Apenas un apunte sobre la composición de Font de Anta —que también empleara Andrés Marín en aquel evangelio que fue La pasión según se mire— ejerce en varias ocasiones como hilo conductor de este no-relato que es Al fondo riela (lo otro del Uno).

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Rocío Molina, en otro momento de 'Al fondo riela'.   ESTEBAN
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Mar de fondo y zonas de sombra.   ESTEBAN
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Rocío Molina, 'animal print'.  ESTEBAN
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La alargada sombra de sí misma.   ESTEBAN

Más que un espectáculo, un poema bailado con luz al final del túnel, pero repleto de zonas de sombra. Zonas que a veces se vuelven ininteligibles o en las que cuesta entrar, pero donde la belleza salvaje se abre paso y nos acaba atrapando. Un poema con varias estrofas que no riman, como unos versos en conflicto, como a veces comparecen los guitarristas, excepcionales Trassiera y Cortés, sherpas en esta colosal escalada o narradores de la fábula onírica con la que Molina, verso suelto, nos acaba, una vez más, anclando a la butaca.

Con una farruca en un mar negro con sombrero casi quijotesco, o unos puntos suspensivos, una elipsis por soleá, y una bailaora, técnica y expresivamente perfecta, que acaba sumergida en agua (o formol). Una mujer que con un zapateado agarrándose la trenza es mar bravío, o que se recoge la bata de cola y devuelve la calma tras la tempestad. Y que emerge con otra piel, mujer anfibia, con branquias y pulmones, que ríe inquietante mientras se aleja del público, dejando interruptus lo que vendrá luego. Y lo que vendrá luego, nos sugiere picarona, agachada al fondo del escenario y casi con el telón arriado, no será hasta que cierre esta trilogía en honor a la guitarra.

Santísima trinidad escénica en honor a su adorado instrumento, que aquí pelea por robarle en ocasiones todo el protagonismo merced a una banda sonora vibrante y excepcionalmente flamenquísima. Una trilogía que comenzó mano a mano con Rafael Riqueni en Inicio (Uno), que continúa ahora con este trabajo que ha presentado en el 25 Festival de Jerez, y que será cerrada por una tercera pieza hacia la que sigue caminando, con todo el océano para bucear sin temor alguno, con todo el campo abierto para bailar en absoluta libertad creativa. Un reto o un capricho. Un paso enorme (otro más) por evolucionar de forma natural hacia la forma más pura de su arte, que no es más que emplear lo mínimo imprescindible para que reluzca en todo su esplendor. Con todas las consecuencias.

'Al fondo riela (Lo otro del Uno). Fragmento de Trilogía sobre la guitarra'

Baile: Rocío Molina. Guitarra: Eduardo Trassierra, Yerai Cortés. Idea original: Rocío Molina. Dirección artística: Rocío Molina. Coreografía: Rocío Molina. Composición musical: Eduardo Trassierra, Yerai Cortés. Desarrollo conceptual: Nerea Galán. Dirección arte: Julia Valencia. Diseño de espacio escénico: Antonio Serrano, Julia Valencia, Rocío Molina. Diseño de iluminación: Antonio Serrano. Audiovisuales: Antonio Serrano. Animación: Antonio Serrano. Diseño de sonido: Javier Álvarez. Diseño de vestuario: Julia Valencia. Realización de vestuario: López de Santos. Realización de sombreros: Benjamín Bulnes. Realización de vestuario: Maty (de Lycra). Zapatos: Gallardo Dance. Guantes: Guanterías. Texto: Nerea Galán (programa). Dirección técnica: Antonio Serrano. Técnicos: Antonio Serrano (iluminación). Sonido: Javier Álvarez. Regiduría: María Agar Martínez. Producción: Danza Molina S.L. Coproducción: Chaillot, Thèatre National de la Danse, París, Teatros del Canal - Comunidad de Madrid, Bienal de Flamenco de Sevilla, Thèatre de Nimes, Scène Conventionnèe, d'intèret National - art et crèation - Danse Contemporaine, Scène Sud Aquitainne Nationali. Colaboración: Teatro Cervantes de Málaga. Dirección: El Mandaito Producciones S.L. (ejecutiva). Lugar: Teatro Villamarta. Fecha: 16 de mayo de 2021. Hora: 20.30.

Sobre el autor:

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Paco Sánchez Múgica

Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Fundador y Director General de ComunicaSur Media, empresa editora de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero'.

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