María Moreno ha mantenido en O../O../.O/O./O. (soleá), que ha presentado en la penúltima jornada de la edición número 27 del Festival de Jerez, a Rafael R. Villalobos y Palomo Spain como parte del equipo artístico que la escoltó a nivel de espacio escénico y vestuario, respectivamente, en More (no) more, el trabajo que pudimos verle el pasado año en la muestra y con el que tomó pista de despegue en 2020 para sobrevolar directamente el cielo de la danza flamenca contemporánea.
Sin embargo, si el anterior espectáculo se defendía casi por entero con el baile voraz y atávico de esta gaditana, ahora brinda un contundente paso adelante gracias a la inconmensurable labor de sus acompañantes en la tabla. Y aunque la sinopsis hable de una única soléa que entronca con el origen de los tiempos, más bien se trata de ser piedra, ser arrojada al mar y recuperar el centro de gravedad. Un tren inferior que mueve María a la velocidad de la luz si quiere, con entre otras cosas su ya célebre carrerilla, o que congela bajo la luz fluorescente de una morgue —gran trabajo de Antonio Valiente en el diseño de iluminación—.
El inquietante diseño del espacio sonoro y la zanfoña de Raúl Cantizano, la guitarra y partitura para los cambios de Eduardo Trassiera, y esa dirección musical con el sello de Pablo Martín Caminero, todos ellos talentosos músicos que siempre contribuyen a engrandecer los espectáculos flamencos, empastan a las mil maravillas con el eco mineral de una gran promesa del cante, Ángeles Toledano, y por encima de todo, con el baile de extremos que navega con calma y naturalidad entre las dos orillas —la tradición y su época— de Moreno.
Vamos a hablar de Toledano, tan protagonista de las transiciones y de hacer crecer y evolucionar un espectáculo que empieza frío y oscuro. Esta jiennense deja un registro y una coloratura sorprendentes, y brinda un tour de force con Moreno sencillamente épico y punzante. Y cuando forma un corazón acercándose a la bailaora, juntas crean belleza. Toledano tiene la redondez de una joven Carmen Linares, el terciopelo de Mayte Martín y el agudo al filo de lo imposible de una soprano, pero además, su voz es antigua y fresca a la vez, con todo el peso de la historia mestiza de lo flamenco. Y todo eso, con 27 años. Cantando por soleá o cerrando la pieza, redonda, compacta, emocionante, con el Lacrimosa. Queremos más.
Galería gráfica 27 Festival de Jerez | María Moreno O../O../.O/O./O. 'soleá'
Y en el centro de todo lo anterior, hablemos de esta estrella en ciernes o de la que ya se puede hablar como bailaora y creadora consagrada, según se mire: María Moreno. Viajando hacia el interior de su mente, hacia ese machaque del compás que retumba en su cabeza y que se mantendrá, como dice uno de los integrantes del elenco megáfono en mano, “toda la puta vida así”. 1-2-3, 1-2-3… Esta soleá 3.0 que evoluciona desde la de Yerbabuena, ese comerse el espacio escénico de la danza del siglo XXI como aprendió de Latorre, esa víscera y esa voluptuosidad de Manuela Carrasco, ese silencio, esa geometría variable, esa cabeza capaz de armar un buen espectáculo flamenco con un hilo discursivo estimulante. Vaya cabecita.
El espejo en que te miras te dirá cómo tú eres, afila el cante Toledano. Y remata María: pero nunca te dirá los pensamientos que tienes. Los suyos no tienen fisuras: su obsesión navega a compás, su baile de raza nace, muere y renace como si cada función fuese la última. De verdad que yo vi a María anoche como una auténtica revelación del baile del futuro hecho en presente. No solo por lo que volvió a regalar, sino por lo que propuso más allá del baile —certero, sin fisuras, medular, con el punto justo de artificio y fogueo— y por lo que compartió con el resto de artistas, bebiéndose el cante y la música que le rodeaba, atiborrándose de baile.
Ficha artística
Baile: María Moreno. Zanfoña: Raúl Cantizano. Espacio sonoro: Raúl Cantizano. Percusión: Manu Masaedo. Cante: Ángeles Toledano. Guitarra: Eduardo Trassierra. Iluminación: Antonio Valiente. Sonido: Ángel Olalla. Regiduría: Reyes Pipio. Coordinación técnica: Sergio Collantes. Management: Loïc Bastos. Dirección artística: María Moreno, Rafael R. Villalobos. Coreografía: María Moreno. Dirección escénica: Rafael R. Villalobos. Dirección musical: Pablo Martín Caminero. Composición musical: Eduardo Trassierra, Manu Masaedo, Raúl Cantizano, Pablo Martín Caminero. Diseño de vestuario: Palomo Spain. Calzado: Begoña Cervera. Diseño de iluminación: Antonio Valiente.