No hubo numerus clausus en la mancheta de The Paris Review, sus entrevistadores fueron cambiando a lo largo de los años, pero sí está más o menos claro que fue un grupo de amigos, en su mayoría norteamericanos —Harold H. Humes, William Pène du Bois y Peter Matthiessen, entre otros—, el que fundó esta icónica revista en el verano de 1953. De las cientos y cientos de entrevistas que desde entonces han marcado época y estilo, conformando una especie de subgénero propio dentro del propio género periodístico, a caballo entre lo periodístico y lo literario, la editorial Acantilado recopila ahora un centenar en dos volúmenes cuidadosamente trabajados.
Un centenar de estos textos que van mucho más allá de la pregunta-respuesta y que, especialmente en su primera entrega, ofrecen una perspectiva inédita sobre el pensamiento o los aspectos más personales de algunos de los autores más relevantes del siglo pasado de los que hasta ahora solo conocíamos su obra.
Las entrevistas de Paris Review seleccionadas por Acantilado, “la antología más exhaustiva jamás publicada en nuestra lengua” —El Aleph editó en 2007 bajo la coordinación de Ignacio Echevarría un total de 15 de estas míticas entrevistas—, ofrecen un centenar de retratos que comienzan por E. M. Forster y se cierran, seis décadas después, con el encuentro con Roberto Calasso. Unos encuentros, hay que decir, que no tienen nada que ver con los tempos que se manejan en la prensa tradicional. Unas entrevistas que implicaban en torno a un mes de preparación, varios días de encuentros y otros tantos de edición.
Sandra Ollo, editora y responsable de Acantilado, ha reconocido en un encuentro con la prensa este martes que “si algo tuvo y tiene Paris Review es el mérito de haber creado un tipo de entrevista que se convirtió en un formato muy definible de una manera de entender el género; no era solamente la mera pregunta respuesta sino que eran elaboradas con un sentido narrativo”. Un poco la filosofía que maneja New Yorker o, más cercana en el tiempo y editada en España, la revista Jot Down. En todo caso, unas entrevistas en profundidad centradas exclusivamente en autores literarios, salvo escasas excepciones. Una de ellas, de hecho, se ha incluido en esta antología: la entrevista con Billy Wilder, uno de los mejores narradores y cineastas de todos los tiempos.
'The Paris Review (Entrevistas 1953-2012)
Páginas: 2.832. PVP: 85 €. Dimensiones: 13 x 21 cm. Colección: El Acantilado, 415. ISBN: 978-84-17902-86-5. Encuadernación: Estuche con dos volúmenes en cartoné.
“La edición de los textos es extensa, con ese sentido de narración no tanto ensayístico como narrativo, y creo que otra de sus grandes virtudes es conservar una frescura y una espontaneidad que, a ojos del lector, han conseguido mantener; grandes autores entrevistados por grandes entrevistadores hasta extraer la savia más nutritiva”, resume Ollo. Hasta la publicidad con la que se financiaba Paris Review era exclusiva y obsesivamente cuidada. El reto de esta antología de Acantilado era conservar precisamente ese mimo y ese celo de la revista en una edición ultracuidada en forma y fondo, donde lo mismo se han afanado en ponerla en pie cuatro traductores del inglés de los textos escogidos —María Belmonte, Javier Calvo, Gonzalo Fernández Gómez y Francisco López Martín—, como el ilustrador Perico Pastor —autor de algunas cubiertas para New Yorker—, que ha llegado a dibujar a los cien autores entrevistados. Rostros que ilustran la selección de la editorial barcelonesa donde, como un pequeño juego, será el propio lector el que deba adivinar quién es quién.
Un águila con sus garras enganchadas a una pluma y tocada con un gorrito frigio como el de los revolucionarios franceses fue y es el logo de The Paris Review, un paraguas bajo el que se resguardó, abierto a sus lectores, el pensamiento en la distancia más corta de grandes genios de las letras. Entre los escogidos en estos dos volúmenes, Hemingway, Faulkner, Céline, Borges, Simenon, Carver, Cortázar, Cela, Márquez, Sontag, Eco o Atwood. Así hasta cien nombres. Confrontados por el paso del tiempo o por nuevas generaciones, no menos brillantes, que han venido después. Por ejemplo, cuenta Sandra Ollo, se incluye una entrevista a un autor que sí hemos leído muchas veces más allá de sus textos, Houellebecq, pero y, “aun siendo un tipo muy peculiar, nos vamos a la entrevista a Céline, y piensas que antes que Houellebecq estuvo él, y para polémico Céline”, reconoce la editora.
Ollo ha resaltado el enorme esfuerzo por hacer la criba y las dificultad para dejar nombres fuera de la edición. E igualmente, ha desmenuzado pequeñas grandes decisiones que tienen un sentido en estos volúmenes de lectura reposada pero adictiva. Acantilado ha hecho la selección y es responsable de la antología, sin más prólogos ni presentaciones que ir directos a la almendrilla de las entrevistas. “No viene presentada —puntualiza la editora— porque cuando estaba leyendo sobre Paris Review encontré un manifiesto editorial en el que en el primer editor y uno de los fundadores, Harold H. Humes, explicaba que la revista no es una revista de crítica literaria, sino que da lugar y voz a los autores, da la bienvenida a autores buenos, a la calidad, pero a los autores, no a los que hablan sobre los autores. Con esta idea en la cabeza, dejamos que el lector se encuentre sin filtro con los autores, sin cambio en la perspectiva de la lectura, que se los encuentre y sienta la fascinación y la sorpresa que sentí yo cuando descubrí estos textos”.
“Además de un volumen inigualable de clases magistrales de literatura, el lector tiene en las manos lecciones de vida de los más grandes maestros de nuestro tiempo”, exponen desde la editorial, recordando unas palabras de Salman Rushdie sobre las entrevistas de Paris Review, “las entrevistas del Paris Review son excepcionales. No sólo te entretienen, sino que te hacen pensar e incluso cuestionan lo que creías que ya sabías”. En todo caso, como dice Faulkner en una de las entrevistas de la selección de Acantilado, "lo importante es Hamlet y El sueño de una noche de verano, no quién las escribiera. La cuestión es que alguien lo hizo. El artista no es relevante, lo único que cuenta es su creación".