Recientemente se ha celebrado en Sevilla el primer Congreso Internacional FLA/AMEX Flamenco en América Latina, organizado por el CSIC a través de la Escuela de Estudios Hispano Americanos, Instituto de Historia, contando con la colaboración de diversas instituciones y entidades andaluzas.
El objetivo de este congreso estuvo dirigido a variados ámbitos de estudio del flamenco, desde los procesos de emigración, repertorios y trayectorias profesionales, a cómo la presencia de estos artistas cristalizó en juegos de identidad andaluza/española en el nuevo continente en virtud de las asociaciones regionales, o cómo su trabajo y su obra llegaron a impactar en la labor estético-creativa de los artistas locales.
Manuel Naranjo Loreto, investigador y secretario de la Cátedra de Flamencología de Jerez, presentó una comunicación con las primeras conclusiones de su investigación relacionada con la presencia de la maestra de baile Angelita Gómez en tierras americanas titulada Flamencos de Jerez: 1 Bolívar, 21 Pesetas. La estancia de Angelita Gómez en Venezuela y EEUU.
A través de este relato se pusieron de manifiesto los distintos motivos y procesos que la llevaron a emigrar huyendo de la precariedad económica que a primeros de los 60 aún era latente en la España del desarrollismo y en el que el discurso neojondista que había empezado a tomar cuerpo a través del tablao Zambra y después cimentado ideológicamente por Molina y Mairena. Sin querer, resultaba fácilmente integrable en la imagen de exotismo y orientalismo que se proyectaba exteriormente como reclamo turístico, el flamenco se había convertido en un bien de consumo que se transformó en objeto exportable.
La demanda de artistas flamencos en tierras sudamericanas había crecido exponencialmente así como su repertorio: nuevas exigencias, nuevas propuestas escénicas al calor de un nuevo modelo de flamenco, ya no eran artistas emigrados como consecuencia de la contienda civil de los años treinta, eran intérpretes que emigraban en busca de una tierra de promisión con un contrato de trabajo bajo el brazo y en la mayoría de los casos con un sueldo establecido sin saber cuánto duraría aquel periplo.
La historia de estos flamencos, aun por contar, llena de luces y de sombras, de fatigas y nostalgia, evoca las dificultades que se encontraron a la hora de socializar así como de poner en escena creaciones artísticas coherentes teniendo en cuenta las singularidades de cada uno de los intérpretes que se daban cita en esos espacios escénicos así como los distintos procesos de legitimación que las geografía excluyentes promocionaban.
Los dos días del FLA/MEX fueron intensos debidos a las numerosas e interesantes intervenciones, unas presenciales y otras por vía telemática, fueron objeto de debate y discusión ya que se abordaron desde distintas perspectivas, contando con un numeroso y multidisciplinar grupo de participantes de ambas orillas.