Bodega Bohemia suena a casco viejo jerezano, a calles con fachadas a medio derrumbar que antes lucieron con olor a vino. Bodega Bohemia se llamaba uno de esos denominados nidos del arte de la Barcelona franquista. En el número 11 de la calle Conde del Asalto, hoy Nou de la Rambla, esquina con la calle Lancaster, en el local de una antigua charcutería, la farándula y los intelectuales burlaban a la censura, al pensamiento único y al totalitarismo de la dictadura. Tiempo después, como ha titulado Cuerda a la secuela de Amanece, que no es poco, La Zaranda recrea con El desguace de las musas, su décimo sexto espectáculo en más de cuarenta años sobre los escenarios que estrenan el próximo 1 de febrero en el Teatro Principal de Zaragoza, aquel mundo de revista y variedades, de cabarés crepusculares y showman sin gracia que se manejaban con el inglés de aquellos tiempos de Bienvenido Mr. Marshall.
"Restos de coristas, vedettes desfondadas, ruinas de cantante, agonía y furor de una cultura, resistiendo sobre un escenario que se pretende abolir, reconvertir, desalojar, por la imposición de una sociedad ajena ya a sus motivaciones artísticas". Un planteamiento que suena muy actual en la sinopsis de una nueva obra firmada por el dramaturgo jerezano Eusebio Calonge y dirigida por Paco Sánchez, Paco de La Zaranda en el mundo del teatro. Todo suena muy actual y todo se siente radicalmente Zaranda, pero también radicalmente diferente. "Un cambio de repertorio que tenía que elegir entre lo de siempre y lo nuevo", como ellos mismos recalcan sobre la tabla.
A la Bodega Bohemia de La Zaranda, a esa renovación del lenguaje tras Ahora todo es noche —que de alguna manera constituía un fin de ciclo, coincidiendo con las cuatro décadas de supervivencia, de milagro—, a esos cambios de registros, que no pierden la esencia, el juego y el compromiso por la creación, se suman nuevos invitados. Aparte de los sospechosos habituales, Gaspar López Campuzano y Luis Enrique Bustos, se incorporan a la función la actriz Inma Barrionuevo, la soprano y pianista Ángeles Pérez-Muñoz, y Gabino Diego, un clásico del cine español que se declara "fan de La Zaranda" desde que les conmocionaran por primera vez con Vinagre de Jerez.
En Jerez se ha pasado los últimos dos meses este popular intérprete y cómico madrileño, con 52 años, hijo de cubanos —nacionalidad que mantuvo hasta los once años—, que debutó en el cine hace casi cuarenta años con Las bicicletas son para el verano, y recibió un Goya hace treinta por su papel en ¡Ay, Carmela!. Al lado de su inseparable perra Penny, Gabino, junto al resto de integrantes del grupo, ha hecho al menos cien veces el trayecto que va de San Miguel, donde estaba su residencia temporal en Jerez, hasta el polígono autopista, donde en una nave recóndita tiene su espacio creativo La Zaranda.
Una experiencia que deja inevitables secuelas y que está a punto de traducirse en el estreno previo a una gira extensa que llevará a la compañía andaluza en los próximos meses por toda España. Después de uno de esos intensos ensayos hasta parir el esqueleto de un trabajo que ahora debe cocerse y rodar, el actor, amante de la música latina y coleccionista de fotografías desde que compartiera casa con Robert Freeman, fotógrafo de Los Beatles, atiende a lavozdelsur.es.
Gabino Diego, tras los ensayos de 'El Desguace de las Musas', de La Zaranda, en su nave de Jerez. FOTO: JUAN CARLOS TORO
¿Cómo acaba trabajando con La Zaranda?
Bueno, yo conocía ya a Eusebio y a Paco desde hace treinta años o por ahí. Desde Vinagre de Jerez. Y siempre he sido un fan de La Zaranda. Entonces, nada, empezamos a trabajar en La extinta poética —una producción ajena a La Zaranda de hace un par de años que sí contó con Calonge y Paco de La Zaranda en texto y dirección—, empezamos a ensayar y tal, lo que pasa que el proyecto se paró, nos fuimos a hacer otras cosas, y luego se continuó con otro actor. Un día, Eusebio me dijo que se habían quedado con ganas de trabajar conmigo, y le dije que si creía que podía hacer algo… ahí me comentó que el nuevo trabajo iba sobre el mundo de las varietés y que encajaba perfectamente, que nunca iba a hacer un papel más a medida que éste. Y entonces, pues la verdad que para mí fue muy ilusionante. Es una aventura muy interesante.
Es como si lo hubieran escrito para usted.
Bueno, gracias. El haber estado meses trabajando antes en La extinta poética me dio un poco de entrenamiento para saber lo que se quiere, la música, caminar por el escenario con un ritmo… eso me ayudó bastante. Es difícil de primeras meterte en ese ritmo, es especial. Y luego también por otro lado, es otro estilo de interpretación. La Zaranda trabaja mucha verdad y eso es lo principal, tiene que estar ahí siempre, hagas lo que hagas. Es algo que siempre he visto en sus trabajos y ahí hemos estado luchando, tratando de buscar esa verdad.
¿Qué le ha dado La Zaranda que no le habían dado antes?
La gente que quiere aprender o buscar la pureza del cante viene a Jerez, y La Zaranda tiene eso. Sabes que vienes aquí y La Zaranda es teatro puro. Lo auténtico. Tiene una personalidad que puede parecerse un poco a lo del cante flamenco. Me acuerdo hace 25 años que un día me dijo Eusebio: ¿Quieres trabajar con La Zaranda? Tú no puedes trabajar con La Zaranda, Gabino. Y le pregunté que por qué, y me dijo: porque eres Gabino Diego y si vienes con La Zaranda te tienes que olvidar de que eres Gabino Diego.
"Yo, en cualquier proyecto, me meto en el personaje y me olvido totalmente de Gabino Diego. Uno sigue siendo Gabino, por supuesto, pero yo quería estar sumergido en esta historia y estar como uno más"
¿Y se ha olvidado?
Sí, por supuesto. Yo, en cualquier proyecto, me meto en el personaje y me olvido totalmente. Uno sigue siendo Gabino, por supuesto, pero yo quería estar sumergido en esta historia y estar como uno más, y ellos además no lo hubieran hecho de otra manera.
Una forma de trabajar diferente...
La Zaranda, para cualquiera de la profesión, es prestigio. Muchos de la profesión me envidian: qué suerte poder estar aquí en este proyecto. Me siento muy afortunado. También estuve en El viaje a ninguna parte de Fernando Fernán Gómez; Amanece que no es poco, de Cuerda; Ay, Carmela… proyectos muy interesantes que te hacen sentirte afortunado. La vida me ha llevado a trabajar en proyectos interesantes y también he desechado y dicho que no a muchas cosas. A veces, eso implica no vivir tan cómodo, pero siempre me ha interesado en el teatro que hubiera arte. En el anterior trabajo, una obra de un autor malagueño que se llama Ignacio Nacho, El intercambio, siempre me pareció que había algo interesante. Siempre busco que el proyecto tenga algo; y que luego guste al público, porque nosotros vivimos del público, pero me parece que tiene que haber un poco de riesgo en lo que haces y apostar, sobre todo, por cosas que sean interesantes.
Un momento de 'El desguace de las musas', en los ensayos previos al estreno. FOTO: JUAN CARLOS TORO
¿Satisfecho de esta experiencia?
Ha sido una experiencia muy bonita porque la manera de trabajar es ir creando el espectáculo a partir del juego, y eso me ha gustado mucho, dedicar ese tiempo para conseguir jugar y conseguir verdad en lo que uno hace. Seguir trabajando, trabajando, para conseguir algo auténtico, eso es lo que he sentido. Y, sobre todo, me ha gustado mucho estar en un proyecto tan, podemos decir, teatral. Cinco minutos de este montaje no los encuentras probablemente en muchos espectáculos completos.
Es un teatro casi artesanal...
Aprendí mucho, y con el tiempo me doy más cuenta del maestro que fue Fernando Fernán Gómez, sobre todo cuando empezaba, cosas que me enseñaba entonces y trato ahora de aplicarlas o incluso se las comento a gente. Y he tenido la suerte de trabajar con gente como José Luis López Vázquez, José Sacristán… es gente que viene de una escuela muy buena, en otra época, pero eran unos artesanos. Aquí sí se ve en La Zaranda eso, tiene mucho de artesanía, y eso me gusta. Eso se ha conseguido gracias a tener un poco de orgullo y de saber lo que no quieres hacer, y eso lo tienen muy claro. Recuerdo a Paco, hace 25 años, que me decía: mientras haya una sola persona que comulgue con lo que hago, no estoy loco. Y eso, conseguir eso, tener eso, no es fácil. La gente quiere vivir cómodamente y no está dispuesta a sacrificar nada por su sueño. Y esa es la clave. A veces hay que sacrificar cosas por lo que tú sueñas y al final eso da buen resultado.
"La Zaranda tiene mucho de artesanía, y eso me gusta. Eso se ha conseguido gracias a tener un poco de orgullo y de saber lo que no se quiere hacer"
¿En qué momento del viaje a ninguna parte que puede que sea la vida se encuentra ahora?
Llevo bastante tiempo dedicado al teatro, desde que estuve con mi espectáculo Una noche con Gabino, que mantuve diez años, y he seguido haciendo obras. Para cualquier actor, trabajar con La Zaranda es algo muy interesante como aprendizaje. En este oficio estamos todo el día aprendiendo, nunca paramos de aprender, y creo que nos moriremos aprendiendo, y bueno, estoy encantado de estar aquí ahora.
¿Hay mucho teatro que es teatro?
Siempre ha habido eso, teatro para puro entretenimiento. Hay de todo, pero como en la música o en otras artes… La historia pasa por dónde decide uno llevar su carrera y en qué aventura le apetece meterse. Y esta es una aventura especial.
"Con Las bicicletas son para el verano recibí unas críticas horrorosas y pensaba ya dedicarme a otra cosa e irme a Australia, pero el destino quiso que me dedicara a esto y han pasado ya casi 40 años"
¿Cuándo se hizo cómico?
He sido muy mal estudiante y ya en el colegio empecé siendo un poco cómico. Cuando era pequeño imitaba a mi padre y siempre he sido un poco, de alguna manera, showman (ríe). Cuando me preguntan si empecé en el cine, yo digo que empecé ya a trabajar para el público en mi familia, imitando a mi padre o haciendo otras cosas. De alguna manera, ya actuaba ahí. El destino me llevó a que hiciese la primera película, Las bicicletas son para el verano, y continuar con El viaje a ninguna parte. Con la primera, recibí unas críticas horrorosas y pensaba ya dedicarme a otra cosa e irme a Australia, pero el destino quiso que me dedicara a esto y han pasado ya casi 40 años.
¿Dónde guarda el Goya?
Bueno, lo tiene mi madre. Bueno, lo importante es el final, el hacer bien tu trabajo. Primero, hacer bien tu trabajo; luego, conseguir llegar al público. Ese es el premio más grande que hay, que alguien te diga que le ha emocionado tu trabajo. Lo demás, son cosas que están bien para organizar fiestas e historias y tal, y te dan premios por todos lados, y es muy bonito que te quieran, pero el premio es el del trabajo día a día, tratando de mejorar y ya está. Es curioso cuando echas la vista para atrás y ves una primera crítica espantosa en teatro, y te pones metas a corto plazo: en siete años tengo que estar haciendo esto. Y luego ves que pasa. Eso pasa. Pero claro, hay que trabajar día a día.
Gabino Diego posa, tras un ensayo, en la nave de La Zaranda en Jerez. FOTO: JUAN CARLOS TORO
¿Le pesa la fama?
No, es que tampoco soy una persona… la verdad es que me tienen cariño, pero puedo hacer mi vida corriente, salir a pasear, y ya está. Lo llevo bastante bien porque, en general, la gente solo me da muestras de cariño.
¿Se le han aparecido las musas últimamente?
Bueno, aquí, en la nave de La Zaranda, la verdad es que aparecen bastante y en momentos que todos decimos ostras, qué maravilla esto que ha aparecido aquí; qué bonito esto que se ha creado.
"En el teatro se está perdiendo un poco el contacto con las nuevas generaciones y eso hay que solucionarlo. Necesitamos público"
Como en Tiempo después, donde también ha participado, en El desguace de las musas puede decirse que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
Sí, similitudes, pero no se lo digas a Eusebio… (ríe). Decir que la profesión está jodida y quejarnos… es que hay tanta gente jodida en general, en tantos sectores… Podemos quejarnos, pero, vamos, no tengo derecho a veces a eso cuando hay gente que aquí o en el mundo lo está pasando peor: los refugiados, las guerras… Nuestros problemas son importantes, pero a veces son una chorrada comparando con lo que sucede en el mundo. Todo el mundo piensa en resolver su problema, y la cultura es vital, es importante que los políticos le den la importancia que merece también la educación, que es la base de todo, porque si hay una buena educación la gente va a querer ir al teatro, a conciertos…
El elenco de 'El desguace de las musas', tras despedirse este fin de semana de los ensayos en Jerez, en una foto subida por La Zaranda a Facebook.
¿Qué le duele al teatro?
En el teatro se está perdiendo un poco el contacto con las nuevas generaciones y eso hay que solucionarlo. Necesitamos público. En el colegio me inculcó el gusto por la música una profesora, y también mi padre… pero ahora cada vez veo al público más envejecido. No sé si la época que vivimos de nuevas tecnologías, donde el día tiene 24 horas, pero cada vez hay más oferta en internet, es favorable a crear nuevos públicos…
¿A quién mandaría al desguace?
No quiero mandar al desguace a nadie… no lo sé a quién habría que mandar (risas). Tenemos que hacer lo que creemos que debemos hacer y ya está.
¿Con qué quiere soñar esta noche?
¿Soñar? Al final lo más importante es agradecer cada día antes de dormir lo que uno tiene. Gracias por estar aquí en Jerez, por estar en un gran proyecto con la gente maravillosa de La Zaranda, y eso es lo que uno se lleva. Me siento afortunado. Siempre me siento afortunado por estar colaborando aquí y aprendiendo. Eso es un sueño para mí. Hay gente que constantemente vive insatisfecha, pero yo doy gracias siempre.
EL DESGUACE DE LAS MUSAS
Una coproducción del Teatro Español de Madrid y el Teatre Romea de Barcelona con La Zaranda
Calendario primer semestre 2019
Estreno Teatro Principal de Zaragoza 1,2 y 3 febrero
Valencia , Teatro El Musical 9 y 10 de febrero
Granada, Teatro Alhambra, 15 y 16 de febrero
Sevilla, Teatro Central 22 y 23 de febrero
Alcalá de Henares, Teatro Cervantes, 1 de marzo
Valladolid, Espacio Lava 2 de marzo
Barcelona, Teatre Romea, 6 al 24 de marzo
Eibar, Jornadas de Teatro, 27 de marzo
Benicarló, Auditori, 29 de marzo
Benicassin, Teatre Municipal, 30 de marzo
Reus, Teatre Fortuny, 5 de abril
L’ Eliana, Auditori, 6 de abril
Alicante, Teatro Principal, 7 de abril
Galdakao, Kultur Etxea, 12 abril
Tenerife, Teatro Guimerá, 10 y 11 de mayo
Madrid , Teatro Español, 22 de mayo al 9 de junio
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