Se puede tocar bien. Se puede tocar bonito. Y se puede tocar con alma. Ninguna de las tres opciones es excluyente. Todas son válidas. Pero quizás la más importante de todas es la última de ellas. El alma. Esa difícil capacidad de transmitir emociones. Esa que Emilio Fernández de los Santos Caracafé demostró tener en el concierto que ofreció en el Palacio del Condestable durante esta edición de Flamenco On Fire de 2024.
Un artista cuya principal carta credencial no es lo que toca, sino cómo lo toca y hace sentir a los demás. Y que, además, transmite una energía que en poco más de media hora es capaz de hacerte navegar por el universo del flamenco. Con unas manos de cuyos dedos emanan notas que te llevan en volandas y, al mismo tiempo, son capaces de pegarte un pellizco inesperado, cambiándote una armonía por un remate, un acorde por un golpe o un rajeo por un sostenido lleno de flamencura.
"La sensación de verle tocar es como si en el escenario estuviera en una escalera de un bloque de las 3.000 viviendas con sus amigos y se tiene que echar para el lado para que pase alguien, pero sigue tocando", exponían a la salida quienes le conocen su sevillanía, además del cariño que pone a sus quehaceres diarios en la Fundación Alalá.
Y es que durante el concierto que ofreció Emilio Caracafé, junto a Miguel Ángel Margüesín Doctor Keli en la percusión, los duendes del flamenco quisieron darse una vuelta por el Civivox Condestable y dejar patente que el arte solo entiende de emociones.
Y las emociones en esta ocasión llegaron con unos tarantos que parecían caídos del cielo, a pesar del aguacero de la jornada, una soleá llena de peso y tradición, una zambra dedicada al maestro Pepe Habichuela, el recuerdo a la canción española rememorado al más grande de los guitarristas y que puso a más de uno en pie, unas bulerías en las que no se pudo aguantar y acabó hasta bailando o, por último, una despedida con el tema Soy gitano con la que rendía honores al siempre añorado José Monge Cruz Camarón de la Isla y en la que quiso hacer un guiño también a José Manuel Gamboa, presente en el concierto.
Si algo quedaba patente durante la participación de Emilio Caracafé en esta edición de Flamenco On Fire es que su forma de ser es un aditivo más de su forma de tocar. Y él lo tiene claro: no solo toca para ser feliz, sino para que la gente que le rodea también lo sea. Y en el Palacio del Condestable consiguió eso y mucho más.
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