El concierto ofrecido por Ismael Jordi en homenaje a Luis Mariano (1914-1970) ha constituido la inauguración de la Temporada Lírico-Musical 2023-2024 del Teatro Villamarta. Siempre que actúa en su ciudad natal, el público, ya habituado a la presencia del tenor en las programaciones del coliseo jerezano en los últimos 23 años, lo recibe efusivamente desde la primera entrada.
Esta continuada y larga relación ha contribuido a un conocimiento detallado de la evolución de su carrera y a trenzar lazos de admiración del público con el intérprete, cuyo retrato, vestido como el Duque de Mantua en Rigoletto, está instalado en un lugar destacado del vestíbulo del teatro.
Cerca del universo lírico francés, del que Ismael Jordi ha sido habitual en los últimos tres lustros (Gounod, Massenet, Thomas y Offenbach), ha ocupado un espacio singular su reencarnación de Luis Mariano en Le chanteur de Mexico, que ofreció con gran éxito en París, el “feudo” de aquel mítico intérprete, en el Théâtre du Chatelet entre 2006 y 2007. Aquel tenor nacido en Irún había disfrutado de gran reconocimiento y popularidad en Francia, América Latina y España a través de sus veinte películas y sus numerosas actuaciones en teatro, y todavía hoy es recordado, al menos, en los círculos especializados.
La voz de Ismael Jordi tiene una relativa limitación de volumen, lo que, por otra parte, es habitual en los lírico-ligeros como él, pero queda compensado por una emisión controlada y un minucioso y elegante de fraseo, en el que cada sílaba se distingue con claridad dentro de una ortodoxa línea de canto. En todo caso, medios más que sobrados para asumir el repertorio y el estilo de Luis Mariano, tan dado al uso de falsetes mediante la utilización de la media voz y la voz mixta. Estas cualidades son muy valorables ya que las condiciones vocales pueden venir dadas por naturaleza pero elementos técnicos como el fraseo señalan la sabia utilización del material recibido. Jordi cautivó al público con frases impecablemente construidas, en las que mostró su control de las dinámicas, diminuendi, medias voces, rubato y otras destrezas que demuestran su dominio del arte del canto, con influencias de modelos incuestionables como Teresa Berganza y Alfredo Kraus.
Un espectáculo de Bieito como precedente
El programa en homenaje a Luis Mariano que Ismael Jordi y Rubén Fernández Aguirre ofrecen ya fue presentado con óptimos resultados el 26 de noviembre de 2022, en el Teatro de la Zarzuela de Madrid. El precedente estuvo en un espectáculo creado por Calixto Bieito para el Teatro Arriaga de Bilbao el 20 de marzo de 2020, en el que ambos intérpretes colaboraron, y que propuso un recorrido por la vida y obra del tenor de Irún.
Las piezas de Francis López o Manuel Villar se prestan al lucimiento del tenor sin grandes dificultades y, aunque el artista tenía al público conquistado de antemano, su interpretación respondió a las expectativas con un concierto atractivo, en el que habría que destacar la inteligente elección de un repertorio muy adecuado a sus medios vocales, ordenado de un modo que reveló el conocimiento que el tenor tiene de sus recursos.
El recital se inició con una pieza de La belle de Cádiz, de Francis López, autor recurrente en la trayectoria del tenor homenajeado. Menos asociable a una voz masculina como la suya fue el conocido cuplé El relicario, de José Padilla, que Luis Mariano cantó pero que se hizo más célebre en intérpretes como Raquel Meller, Imperio Argentina, Sara Montiel o Carmen Sevilla, su compañera de reparto en algunas de sus películas más exitosas. Ismael Jordi tradujo la canción de un modo intimista, con un tempo más lento de lo habitual y un uso insistente de la media voz.
La primera parte terminó con la brillante interpretación de cinco fragmentos de Le chanteur de Mexico, la primera de ellas exclusivamente instrumental y en la última (Chanson basque) con una breve intervención canora del pianista. Esta opereta fue, como se apuntaba antes, la que consagró a Ismael Jordi en París. En el segundo bloque del concierto se ofreció María Luisa, canción dedicada a la hermana de Luis Mariano; una divertida C’est Magnifique, de Cole Porter, con algunas frases susurradas por el público; y la canción en euskera Ezin Ahaztu, de Manuel Villar, dedicada por el tenor a su acompañante Rubén Fernández Aguirre. Otras piezas fueron también brindadas por Ismael Jordi: Maman, la plus belle du monde a su madre, Sur la Giralda, la lune al tristemente fallecido Pablo Sampalo, y Violetas Imperiales a Isamay Benavente, a punto de cerrar su etapa en la dirección del Teatro Villamarta y de iniciar la del Teatro de la Zarzuela de Madrid. Esta última y muy célebre canción, con la que finalizaba el programa oficial, fue servida con un expresivo legato que entusiasmó al público.
Dos piezas de zarzuela más dos propinas
En el programa oficial se incluyeron dos piezas de zarzuela, a la que se sumaron otras dos como propinas. La primera de ellas fue una romanza de La canción del amor mío, la única obra que Luis Mariano cantó en el Teatro de La Zarzuela de Madrid en 1958. La segunda un extraordinariamente bien cantado Adiós Granada de Emigrantes, de Rafael Calleja, que supuso uno de los mejores momentos del concierto. Fuera de programa, dejando a un lado el recuerdo del homenajeado, Jordi mostró un perfil propio en Flor roja de Los gavilanes, de Jacinto Guerrero, y en No puede ser de La Tabernera del Puerto, de Pablo Sorozábal. La primera de ellas, según comentario del tenor, fue su primera obra cantada como solista en el teatro Villamarta. Es paradójico que las piezas más alejadas del repertorio de Luis Mariano hayan sido las interpretaciones más destacadas de Ismael Jordi en este concierto en su recuerdo.
Mención especial merece el pianista bilbaíno Rubén Fernández Aguirre, acompañante habitual de Ismael Jordi desde hace varios años, cuidadoso con las necesidades del cantante en lo que se refiere al fraseo y al fiato, con el que compartió musicalidad y adecuación estilística en las piezas que conformaron el programa. Además, pudo demostrar su talento en dos intervenciones en solitario: un Interludio de Le chanteur de Mexico, de Francis López, y un excelente Vals de Mirentxu, de Jesús Guridi, que como el propio pianista explicó detalladamente, se trataba de uno de los compositores más queridos por Luis Mariano y de una de las obras más apreciadas por su autor, a pesar de que no había obtenido con ella un merecido reconocimiento.
Además de los comentarios dados por Rubén Fernández Aguirre, durante el transcurso del recital Ismael Jordi también se mostró dispuesto realizar observaciones atinadas acerca de la historia de cada pieza, salpicadas de anécdotas que dieron significado al homenaje a Luis Mariano o al espacio que han ocupado en su propia carrera. Otros tenores de prestigio internacional como Roberto Alagna han abordado este repertorio, pero casi ninguno con la asiduidad de Ismael Jordi. El concierto aquí reseñado es un logro más en el camino de recuperación de este atractivo patrimonio musical.