El trabajo y la herencia artística, humanística y musical de Manuel Muñoz Alcón Manolo Sanlúcar (Sanlúcar de Barrameda, 1943-2022) tiene desde hace escasas fechas una fundación que no sólo lo va a cobijar para la salvaguarda de su legado, sino que también va a propulsar la expansión de su conocimiento a través de un instituto internacional de guitarra flamenca que en su ciudad natal llevará el nombre de este inmortal artista del mundo de lo jondo.
Y bajo el amparo de la Fundación Aura Seguros —que ha cambiado la denominación de su división de flamenco a la de ‘Manolo Sanlúcar’— será Juan Carlos Romero (Huelva, 1964), quien se ponga al frente de “un encargo que recibo con emoción". Así pues, uno de los discípulos de mayor referencia del maestro sanluqueño junto a Vicente Amigo o Rafael Riqueni, será el máximo responsable a la hora de dirigir los designios de este nuevo centro de enseñanza.
"Esta empresa me supone y compromete a dar lo mejor de mí y poner toda mi voluntad y trabajo necesario para que él no pueda sentirse decepcionado y, ojalá, pueda estar a la altura de su confianza” reconocía el flamemante director, durante en el acto de puesta en marcha de la Fundación Manolo Sanlúcar – Aura Seguros, en la sede del Instituto Andaluz de Flamenco de la Junta de Andalucía en Sevilla.
Para el tocaor onubense, la puesta en marcha de este nuevo ente en pro de los valores del flamenco hace realidad dos de los deseos más importantes que tenía ‘Manolo Sanlúcar’: Una fundación que “asuma el cuidado y la gestión de su legado artístico y personal” y, de la mano, una gran escuela de guitarra flamenca, que fue “su mayor deseo y afán de los últimos 25 años”. Por ello, quiso dar las gracias a “todos los amigos que han puesto en marcha este proyecto, especialmente a José Martínez porque sin él y sin la fuerza de su fe y admiración por Manolo (Sanlúcar) no se hubiera podido hacer”.
Como buen conocedor de la actitud comprometida de Manolo Sanlúcar con el flamenco, que “no creo que tenga precedentes en la historia o, al menos, yo no los conozco”, Juan Carlos Romero destacaba la preocupación y la generosidad con la que “siempre abría las puertas de su casa a quien llegara, con el único salvoconducto de una funda de guitarra y una inquieta ilusión en la cara” y atendía pacientemente una largas baterías de preguntas a las que daba todo tipo de explicaciones, “además del almuerzo y la cena, siempre con el apoyo cómplice de su esposa Ana, porque él era así de extraordinario”.
“Manolo Sanlúcar es insustituible y sus cenizas son sus músicas y sueños"
“Manolo Sanlúcar es una leyenda, uno de los grandísimos nombres de la historia del flamenco y uno siente vértigo por tan grande honor transferido” confesaba a lavozdelsur.es, escoltado por su gran amigo Francisco Millán, que como tal estuvo con su ‘compadre’ en un día “muy importante para él”.
De este modo, y gracias a la confianza depositada por Manolo Sanlúcar en Juan Carlos Romero “una tarde de su última primavera en el salón de su casa y que supera con creces la que yo mismo haya podido tener en mi en algún momento de mi vida”, esta vez no ha habido lugar a la discusión porque considera que sería “una deslealtad imperdonable dudar de aquellas generosas palabras que me dirigió para continuar con este legado”.
“Es una responsabilidad histórica que ocupa mi cabeza desde entonces” nos subrayaba el tocaor onubense, para quien dirigir de esta nueva escuela, su implantación y su desarrollo va a ser “una tarea de me va a demandar una gran dedicación debido a la complejidad de su elaboración, pero es un gran honor del que siempre estaré agradecido”.
"Uno de los objetivos primordiales de esta nueva institución será tener una vital influencia en el devenir de la música flamenca"
“Manolo Sanlúcar es insustituible, como lo podemos ser todos, pero unos lo son más que otros y sus cenizas son sus músicas y sueños, que de manera reflexiva y confiada debemos salvaguardar en esta fundación”, nos recalcaba bajo es mirada llena de ilusión, pero a la vez cargada de compromiso y responsabilidad.
“Es nuestra obligación, tanto en la fundación como en el instituto internacional de guitarra flamenca que va a llevar su nombre, tener presente lo que ha ido construyendo a lo largo de toda su vida un genio como el” reseñaba, incidiendo especialmente en que uno de los objetivo primordiales de esta nueva institución – que no va a ser una academia al uso- será tener "una vital influencia en el devenir de la música flamenca en esta centuria, cosa que consideramos tan oportuna y pertinente, como de imperativa necesidad”.
Por ello, el Instituto Internacional de Guitarra Flamenca Manolo Sanlúcar —que es como se va a denominar el centro de enseñanza que cobija esta nueva fundación— va a basar su carácter didáctico en “la formación humanística del alumno, así como en la técnica y musical” ya que el alma mater de este proyecto entendía y sostenía que, llegados a esta altura de sofisticación y complejidad de la guitarra flamenca actual, “la intuición es una herramienta tan valiosa como insuficiente, si bien la curiosidad y genialidad de unos pocos ha llegado asombrosamente lejos”. Pero a la transmisión oral de nuestra tradición flamenca falta añadir “el conocimiento y la comprensión de la escuela a la que se debe nuestro propio comportamiento artístico y musical”.
Así pues, con la premisa de “crear una conciencia cómplice y responsable que sepa proteger el gigantesco patrimonio musical, literario, artístico y humano que habita en la sangre del flamenco, de su ancestralidad y su historia, en definitiva, en toda la Andalucía que late en el” los alumnos que formen parte de esta escuela no sólo aprenderán canon y ortodoxia, sino también heterodoxia porque “una no sobrevive sin la otra”. Al igual que también se va a enseñar a los alumnos a discernir cuando una idea musical sirve y nutre el acervo general del flamenco o cuando sólo satisface el gusto musical del autor ya que “las dos cosas son legítimas y válidas, pero sólo hay que saber diferenciarlas”.
“Borges decía que la literatura es una forma de felicidad y que es absurdo obligar a alguien a ser feliz. Eso es extrapolable al flamenco”
“Transmitir conocimientos y aptitudes para que el alumno se valga por sí mismo es la mayor herencia que Manolo Sanlúcar me enseñó y creo que fundamental que sigamos sus pasos” exponía dando cuenta de momentos personales vividos con el maestro sanluqueño, quien llegaba a decirle durante su aprendizaje que “lo que tenía que hacer era tirar del hilo de mi ovillo y yo no sabía ni siquiera si tenía hilo, tenía ovillo o lo que fuere; pero como él me lo decía, yo lo creía y, de esta manera, me fue enseñando el camino que me conducía a mí mismo y no creo que un maestro pueda ofrecer a un discípulo tesoro más elevado”.
Y bajo estas ideas imperecederas, transmitidas de maestro a alumno, que son la base, la misión a partir de ahora de Juan Carlos Romero será ponerse al frente de un centro académico que “buscará la emoción más cabal y auténtica, generando estímulos nuevos en las generaciones venideras”. Pero bajo la premisa de ubicar en un lugar preferente aquellos que no envejecen, ya que el clasicismo se encuentra actualmente en una lucha contra “el asombro momentáneo y efímero, además de la sorpresa, que no es una ambición muy noble en el arte”.
“Tengo la impresión cada vez más presente que algunos han creído que la modernidad consiste en ir contra nosotros mismos” nos confesaba, subrayando que “no hay memoria más fiel a nuestra tierra que el flamenco, porque todas las Andalucías que algunas vez fueron palpitan en él y debemos transmitir también esos conocimientos”, junto con los del origen musical y el sustento emocional de la expresión artística flamenca: su naturaleza y desarrollo, que “no es caprichoso ni aleatorio, sino escolástico como le gustaba decir a Manolo”.
No obstante, y debido a esa constante lucha de fuerzas que mantiene viva a las artes de forma histórica, ante la cuestión que planteábamos sobre qué iba a pasar a partir de ahora, la idea del artista onubense respondía más a la cuestión de “qué vamos a hacer, porque pasará lo que dejemos que pase y formar, enseñar, es la manera de inmortalizar lo que creemos importante”.
“Lo que preferimos respecto a nuestras ideas, valores y conocimientos, si lo dejamos al azar o a una pequeña minoría, privando a la mayoría del acceso a este conocimiento, tendrá consecuencias que se pagarán si no las estamos pagando ya”, sentenciaba.
"Manolo Sanlúcar es una leyenda, uno de los grandísimos nombres de la historia del flamenco y uno siente vértigo"
Por ello, la misión principal con la que nos indicaba que nacía esta nueva institución – dentro de las muchas que tiene- es la de considerar al flamenco como “tradición” y no como la “revolución” que tanto gusta hoy, construyendo “una vacuna contra el adanismo y el narcisismo imperante actual, porque no se puede construir el mundo sin maestros y cometiendo la colosal torpeza de derribarlos como estatuas anacrónicas”.
“Sin ellos nuestra capacidad cognitiva queda bajo mínimos” nos señalaba Juan Carlos Romero, argumentando que “lo moral y lo ético es lo único capaz de regenera y de hacernos mejores”. “Actualmente, necesitamos valor y amor a la verdad, aun conociendo que esta está esparcida en mil pedazos, pero debemos afanarnos en reconstruirla para, al menos, estar más cerca de ella y más conscientes también del quimérico deseo de poseerla”, matizaba.
“Borges decía que la literatura es una forma de felicidad y es absurdo obligar a alguien a ser feliz y esto es extrapolable al flamenco”, argumentaba quien será el máximo responsable del legado académico de Manolo Sanlúcar y sus enseñanzas, quien asegura que “hay que defender un futuro en el que el flamenco pueda sentirse reconocible porque el futuro está obligado a alumbrarse del pasado, nos guste o no”.
Debido a su pasado, a su formación recibida como alumno aventajado —y nos atrevemos a decir que hasta predilecto— de manos de Manolo Sanlúcar, será Juan Carlos Romero quien se ponga al frente de un ente “por su expreso deseo” de su mentor y espera “poder estar a la altura de la confianza que han depositado en mí y voy a trabajar con todas mis fuerzas y mi mejor voluntad para que allá donde él esté no se sienta nunca decepcionado”.
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