La historia de estas fábricas, como la de la industria vinatera jerezana, es patrimonio de nuestra ciudad. Y no la podemos obviar ni olvidar.
Tras una longeva vida de idas y venidas, la fábrica de botellas de Jerez acabó muriendo con 114 años. Y de eso ya hace casi 8 años. Desde entonces hasta hace apenas unos meses la fábrica de botellas quedó reducida de 114 a 13 trabajadores, que realizaban funciones logísticas y de fabricación de moldes. Fue en noviembre de 2009 cuando el último horno de esta factoría, ligada inexorablemente a la historia de la ciudad de Jerez, se apagó para siempre, poniendo la puntilla a algo que comenzó en los años 80: la reconversión industrial.
Jerez la sufrió o mejor dicho, la sufre. ¿Cómo se come que las dos ciudades del Marco, Sanlúcar y Jerez, lideren, con el segundo y tercer puesto, la tasa de paro a escala nacional? La ciudad que aglutinó con su comercio e industria vinatera casi un quinto del Producto Nacional Bruto durante bastantes años del siglo XIX hoy se arrastra por cualesquiera de los planes de empleo que van saliendo desde administraciones superiores. ¡Jerez, quién te ha visto y quién te ve!
La fábrica de botellas fue construida entre 1895 y 1896, tras la petición de Antoine Vergier Jeune, en representación de un acaudalado hacendado burgués de la ciudad francesa de Lyón, Andrés Becouze. Denominada como La Jerezana desde su construcción, la fábrica de vidrio se situó en un buen lugar, logísticamente muy interesante, ya que se sitúa al lado de la estación de ferrocarril de Jerez. El empresario francés, además, eligió a Jerez, como era obvio, por su alto índice de exportaciones vinícolas y la demanda de botellas de vidrio del Marco de Jerez. La factoría consiguió la licencia de apertura el 5 de junio de 1896 y el proyecto de su construcción fue realizado por el arquitecto municipal Rafael Esteve, en los terrenos de Sebastián Canavesse, En esos mismos años, se erigió otra fábrica de vidrio en la ciudad, La Constancia, que da nombre a la barriada que se construyó en sus inmediaciones, en la Plaza de Toros.
La historia de estas fábricas, como la de la industria vinatera jerezana, es patrimonio de nuestra ciudad. Y no la podemos obviar ni olvidar. De aquellos tiempos nos queda cada vez un poco menos. Las chimeneas de la fábrica de botellas se divisan desde muchos puntos de la ciudad y algunos jerezanos con pena y lástima nos preguntamos: ¿hasta cuándo? Hace poco más de un año el gobierno local se pronunció sobre el futuro de este espacio, propiedad de Verallia, con el que el Ayuntamiento llegó a un acuerdo para construir una zona residencial. Se pronunció a medias... porque en el fondo no dejo nada claro. ¿No sería mejor que este espacio se utilizara como parque dinamizador dada su estratégica situación y que conservara incluso elementos de este pasado industrial de la ciudad? Quién sabe qué futuro le deparará. La sombra del abandono y la dejadez planea sobre este espacio, una vez más. Y de las medidas a tomar nos enteraremos, como siempre, a posteriori.