Sus ojos brillan. Es la primera vez que María González Braza va a aparecer en la gran pantalla. Los sueños se cumplen para esta joven portuense que dos días antes de cumplir los 26 vivirá una experiencia única. “Estoy en shock”, dice la chica de detrás de la barra del Bamboo, mítica chupitería del centro, que siempre tiene una sonrisa en la cara.
Este miércoles 3 de mayo a las 19.30 horas el Teatro municipal Pedro Muñoz Seca proyectará Sola, la ópera prima del director José Manuel Rebollo, de la que ella es protagonista. Y el 19 de mayo será su estreno comercial en el cine. “Aún no me lo creo, yo voy a llorar nada más entrar. Estoy super ilusionada y demasiado nerviosa”, dice la portuense que lleva semanas “con un nudo en la garganta”.
Y no es para menos, a María le ha costado lo suyo meter la cabeza en este mundo en el que siempre ha querido estar. Tras años de esfuerzo, se verá a sí misma en el teatro de su ciudad, en el que tantas veces a actuado en distintas obras. “Tengo unas ganas increíbles, más perfecto no podría ser”, expresa con entusiasmo mientras por su mente se remonta a los inicios, cuando manifestó que quería dedicarse a la interpretación.
Empezó en el grupo de teatro de la iglesia evangélica en la que se crió y, en seguida, se dio cuenta de que quería estar arriba de los escenarios o delante de una cámara. “Cuando llegaba del colegio, llamaba a mi vecina y cogíamos las cámaras de pilas, hacía programas de radio, grababa cosas, capítulos inventados o adaptaciones de historias que ya existían”, recuerda María.
Su madre sabía que quería dedicarse a este mundo, pero su camino estaba lleno de piedras que le impedían avanzar. No contaba con el apoyo de su padre. “Como el dinero lo tenía él, no pude hacer la carrera de arte dramático. Quien no confía en ti son personas que nunca te han visto actuar”, sostiene la joven, que, tras completar el Bachillerato, comenzó el grado en Lingüística.
María se fue a Londres para ahorrar y poder pagarse su formación
María sentía que no estaba persiguiendo su sueño y, aunque le gustaba lo que estaba aprendiendo, “yo necesitaba hacer teatro”. Así que abandonó esta formación para mudarse a Londres como Au Pair con el objetivo de ahorrar. Después, se trasladó a Madrid, donde asistió a cursos de interpretación. “Me he pagado la formación con lo que iba buscando y a base de libros que me compraba”, comenta.
Por su cabeza pasan personajes que ha encarnado a los largo de estos años, como Casandra, una chica que veía el futuro en la obra de microteatro El club de los tristes. Lejos queda la primera obra en la que actuó con apenas 7 años, mimo, sin diálogo y con un corazón pegado en la camiseta.
Ahora, se mete en la piel de Marta, protagonista de la película de José Manuel Rebollo. Un rodaje donde cambió su apellido artístico Caronte por Andrómeda. “Yo llevo toda la vida viviendo en la calle Andrómeda y allí me recogía mi compañera Mabel Carrión para ir a los ensayos. Ella me decía, Andrómeda, voy a por ti. Cuando llegó el momento de firmar, me lo puse”, cuenta la portuense, que frecuentaba la casa palacio donde se ha grabado la obra para ensayar hasta cuatro días a la semana.
“El personaje se parece mucho a mi. Hace dos años, cuando la grabamos, yo estaba en una situación parecida a la que se encuentra”, comenta María, que valora “la libertad” que da el director a los actores durante el rodaje.
“Todo el mundo se va a ver reflejado en la película de una forma u otra. Marta tiene un poco de todos los que van a ir a verla”, expresa. En la propuesta audiovisisual que se proyectará este miércoles, se convertirá en una joven que tras recibir malas noticias decide hacer un encierro voluntario en su casa.
“Es necesario poner la salud mental en la mesa, vamos desglosando y describiendo cómo es cada patrón. Yo creo que esta película es necesaria en estos tiempos”, sostiene María, que también imparte clases en la Asociación de Artes Escénicas en Los Toruños y en Duende Teatro, el grupo de teatro escolar del IES José Luis Tejada.
Ella ve como muchos de los adolescentes con los que trata tienen "problemas gordos", por ello, valora que en el cine gaditano se den cabida a otros temas más allá de la comedia. "A Cádiz siempre lo utilizan como un escenario donde se habla de hachís, de trapicheo y ya está. En el cine andaluz siempre se habla de lo mismo, comedia muy fácil, un chiste tras otro, y pienso que somos más, hay más cosas", expresa María que desprende esa energía que, como el resto del equipo, ha dedicado a este proyecto forjado con "muchísimo amor".
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