2016 fue un año agitado. De demudado esfuerzo transformador. Una transformación, quizá, abrasadora.
La Navidad es como el hambre o el sexo: está ahí. Toca hacer balance. Sobresalen un par de noticias. La primera, para la revista Science las ondas gravitacionales es el hallazgo del siglo. La segunda, leo que el director de orquesta William Christie, Les Arts Florissants, interrumpió su recital navideño por el sonido de un móvil.
2016 fue un año agitado. De demudado esfuerzo transformador. Una transformación, quizá, abrasadora. El diplomático, político, filósofo y escritor español Donoso Cortés escribió: "En el mundo antiguo la tiranía fue feroz y asoladora, y sin embargo esa tiranía estaba limitada físicamente, porque todos los Estados eran pequeños, y porque las relaciones internacionales eran imposibles de todo punto; por consiguiente en la antigüedad no pudo haber tiranías en grande escala, sino una sola, la de Roma. Pero ahora, señores, ¡cuán mudadas están las cosas! Señores, las vías están preparadas para un tirano gigantesco, colosal, universal, inmenso; todo está preparado para ello: señores, miradlo bien; ya no hay resistencias ni físicas ni morales: no hay resistencias físicas." Fragmento de su Discurso sobre la dictadura.
Es cierto que nosotros, queridos lectores, asistimos impertérritos. No somos nada ni nadie. Vivimos un mundo implacable. Somos compañeros involuntarios de posibles héroes. Encarnamos a Faye Dunaway durante Los tres días del Cóndor. Humildemente no alcanzaremos a más que cobijar a Robert Redford. La soledad del hombre contemporáneo.