Una nueva entrega de 'Diálogos con Andalucía'.
A lo largo del siglo XIX, la abolición de los señoríos y la desvinculación de los mayorazgos —institución que preconizaba que el primogénito de la familia heredara todas las propiedades— marcaron un cambio en las relaciones en el campo de todo el país. Esta transformación no se realizó desde las bases sociales sino desde el poder, en un intento de imitar al nuevo modelo de prosperidad ligado al liberalismo económico que imperaba en toda Europa.
Pasaremos del “señor feudal” a nuestro famoso “señorito”, es decir: a una oligarquía de burgueses terratenientes. Este trasvase de poder de la nobleza a la burguesía no se realizó sin alteraciones en nuestra tierra, Andalucía, pues hubo muchos pleitos señoriales en los que la antigua aristocracia intentaba hacer valer, ahora con su dinero, su poder. Esto produjo protestas entre el campesinado, que pedía el uso y el disfrute de las fincas que estuvieran cerca de sus poblaciones. En estas protestas, la provincia de Cádiz jugó un papel fundamental y, en especial, localidades como la de Bornos o Alcalá de los Gazules ya que estas, a través de sus ayuntamientos, se enzarzaron en importantes pleitos contra el duque de Medinaceli.
El poder político local constituirá un pilar fundamental en la consolidación del nuevo modelo de propiedad de la tierra, aunque, en última instancia, acabe en manos de la nueva burguesía liberal. El caso que nos ocupa, el de Medina Sidonia, supondrá un caso especial debido a que el Ayuntamiento era el mayor hacendado de la tierra, al menos así quedaba constatado en el año 1774, y esta circunstancia, en principio, hizo que la población de jornaleros del pueblo pensara que podría a ser propietario de una parcela, pero, las diferentes desamortizaciones, beneficiaron a los vecinos pudientes de la localidad. Un informe de la situación establecía, en 1902, lo siguiente: “Más de 10.000 hectáreas de terreno de propios se repartieron en pequeñas parcelas entre los vecinos de esta ciudad en 1855 y sucedió que muy pocos conservaron las tierras y que la inmensa mayoría de los agraciados la enajenaron de seguida”.
Estas faenas resultaban insuficientes para buena parte de la población, por lo que mujeres y niños se veían obligados a trabajar, ya fuera en el campo o en el servicio doméstico. Por otro lado, la situación en el pueblo en el ámbito educativo era dramática ya que el analfabetismo alcanzaba proporciones verdaderamente alarmantes pues alrededor del 84 % de la población era analfabeta. Cuando hubiera carestías o problemas climatológicos, la población local sufría especialmente y por ello todo esto hacía que los jornaleros vieran mayores oportunidades de futuro en otras ciudades, siendo esta una de las razones por la que muchos emigraron a municipios como Jerez
El censo de 1860 nos muestra que Medina poseía 12.858 habitantes, pero al comenzar el siglo XX esta población se había reducido a 11.040 y, llamativo nos resulta que su población sea, en 2015, de 11.749 habitantes, mostrando que no se han dado alternativas atractivas para que durante este tiempo se diera un progreso demográfico.
Podríamos pensar que a lo largo del s. XIX existió una clara conciencia de clase en el pueblo, pero esto no sucedía así pues las protestas que se daban eran espontáneas y desorganizadas, con objetivos apenas definidos y con participantes de heterogénea procedencia social. En España entre 1868 y 1875 surgirá la conciencia de clase, pero será un producto de lenta sedimentación en estas localidades. En un primer momento esta conciencia de clase estará ligada al republicanismo, pero, posteriormente, veremos que la población se desencanta y se adhiere al apoliticismo de los anarquistas.
En Medina aparecerá este pensamiento obrero, pero estará ligado al republicanismo local. La primera noticia de los internacionalistas asidonenses, no ligados a esa tradición republicana de la que hablamos, la conseguimos gracias a la correspondencia recogida en las Actas de los Consejos y la Comisión Federal de la Región Española de la AIT, del año 1872, de un tal Diego Rodríguez Vargas, que comunica su adhesión a la Internacional a comienzos de septiembre, gracias a sus contactos con un militante de Cádiz. Tras esta adhesión se formará rápidamente un pequeño grupo de 20 afiliados que pedirán estatutos y útiles para propaganda.
A finales de 1872 la Federación Local de Medina estará plenamente asentada y participará en el Congreso de la Sección Española de la AIT que se celebró en Córdoba, enviando a un representante del pueblo, un carpintero llamado Manuel Castillo Díaz. Al mismo tiempo, la división entre bakunistas y marxistas tendrá eco en el pequeño pueblo ya que desde Cádiz intentarán influenciar al grupo asidonense para que, sin éxito, se acerquen a los postulados marxistas gracias a la entrega de ejemplares políticos de esa tendencia.
Proclamada la Primera República, los federados de Medina pidieron un local para celebrar sus sesiones el día 19 de febrero, pero la solicitud fue rechazada. Este y otros hechos harán que se origine un gran desencantando hacia la República que hará que los internacionalistas asidonenses se desvinculen de los postulados republicanos para simpatizar con el ideal apolítico anarquista.
El movimiento en Medina entrará a formar parte de los llamados moderados o legalistas a lo largo de este período y por ello censurarán las actuaciones de “La Mano Negra” aunque ello no los alejaría de la represión posterior que hubo en la zona. Durante la misma se produjeron diversas luchas internas que, sumado al declive general de la FTRE, tuvieron como consecuencia la desaparición de la sección de agricultores aunque los panaderos, mejor organizados, perduraron e incluso llegaron a establecer una tahona para dar ocupación a los ocho parados que tenían para que pudieran fabricar pan y ganarse así un sustento. Finalmente, esta situación asfixiante hará que los anarquistas desaparezcan de la localidad y por ello las nuevas organizaciones, que surgen ya a finales del siglo, lo hacen bajo la órbita del republicanismo reformista.
Podemos decir, por lo tanto, que hubo un período de protesta que alcanza su punto álgido a mediados de siglo y que buscaba un reparto de tierras más equitativo ante la nueva reforma liberal de la tierra, que sustrajo, del dominio del municipio, muchas propiedades. Dicha protesta fue frustrada y la llegada de ideas internacionalistas hará que el anarquismo tome fuerza en la localidad ante el desencanto de la actuación política durante el período republicano. La represión de la Restauración posterior hará que el movimiento, que iba tomando fuerza, acabe desintegrándose hasta que se adhiera, a través de una reconversión ideológica, a las tesis reformistas del republicanismo aunque, en todo momento, debemos recordar que estas vicisitudes afectarían fundamentalmente a las vanguardias del movimiento en el municipio pues la mayor parte de sus bases eran jornaleros que apenas sabían leer o escribir y que, por ello, verían muy lejanas esta serie de disputas teóricas. Por lo tanto, la ausencia de una alternativa real de vida digna para las gentes humildes del pueblo hará que se produzca una continua emigración hacia Jerez.
Emilio Ciprés Núñez es Graduado en Historia y miembro del Centro de Estudios Históricos de Andalucía.
Bibliografía
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González de Molina, Manuel & Gómez Oliver, Miguel (coord.). (2000). Historia contemporánea de Andalucía (nuevos contenidos para su estudio). Junta de Andalucía.