Adiós a Francis Bascombe, el periodista que apenas lo fue

El novelista Richard Ford cierra la 'pentalogía' sobre el personaje que le ha acompañado casi cuarenta años, el periodista que cambió ya en los 90 los deportes por los misterios de los bienes raíces y la venta de casas

Richard Ford, rodeado de los libros de Bascombe.

Richard Ford cierra con Se mía la 'pentalogía' –se diría así, ¿no?– que le ha dedicado a Francis Bascombe, el personaje literario que, sin duda, ha marcado su vida (la de verdad y la literaria). Cinco novelas... que son casi todas las del autor –aunque hay que recordar que Ford también escribió la sobresaliente Canadá–, novelas de saga que ha escrito a lo largo de casi cuarenta años. Ford, ya octogenario, ha estado recientemente en España promocionando precisamente Se mía.

Francis Bascombe aparece por primera vez en la mítica El periodista deportivo, una de esas novelas en las que pasa poco, pero en la que el autor deja ver magistralmente cómo el peso de la vida se deja sentir en la cotidianeidad. El personaje Bascombe quiso ser escritor, de hecho llegó a publicar y ser una especie de promesa, pero las cosas que hoy son –la escritura, su matrimonio...–, sencillamente llega un momento en que dejan de ser sin que haya tampoco mayores causas y razones. Él escribe artículos de prensa deportiva para ganarse la vida, pero más que nada porque le gusta esa especie de limbo que le supone entrevistar a personas sobre una única faceta y un único objetivo, temas que no dan lugar a grandes reflexiones, ni al atleta ni al él mismo, convencido de que todo pasa porque sí y no hay gran cosa que hacer al respecto.

Podría haber creado otro personaje, más bien haberle dado otro nombre al personaje, pero años después el tándem Ford–Bascombe volvió con El Día de la Independencia, una novela que creó más de un malentendido al coincidir su publicación, al menos en España, con el estreno de la famosa peli de marcianos vs terrícolas. Para buena parte de la crítica es la mejor novela de la saga, aunque ya decimos, podía haber sido perfectamente un personaje nuevo que abriera saga y no ser una continuación, porque nos encontramos con que Bascombe ha dejado no ya la literatura, sino el periodismo, y se dedica a los negocios inmobiliarios, lo que le vale para sus referencias a que en algún momento tuvo una vida totalmente distinta –en todos los aspectos, desde el familiar al profesional– a estar al tanto del valor de los bienes raíces de Nueva Jersey. Esta novela fue Premio Pulitzer.

A El Día de... le siguió Acción de Gracias. De alguna manera, son las dos novelas que están más ligadas (es lógico si hablamos de cinco novelas que haya distinta relación entre ellas) y, sin llegar a formar un bloque, son las que tiene más continuidad real. Transcurren ambas alrededor de esas dos fechas clave para las familias de Estados Unidos. A Bascombe le va todo bien, pero ese pequeño mundo se viene relativamente abajo con la enfermedad y el fin de su matrimonio. Parecía que esta novela, publicada veinte años después de El periodista... cerraba el círculo con una trilogía, pero finalmente han terminado apareciendo otras dos: Francamente, Frank y Se mía que, sin duda, son las dos novelas menores de esta 'pentalogía'. Francamente... se mueve en las mismas claves, pero es más directa y el paso del tiempo tiene un peso fundamental. Es una novela con mucho más diálogo, con una estructura por momentos teatral a lo largo de los cuatro capítulos o relatos que le dan forma como novela... pero que si hubiera estado Bascombe y su familia al mando, habría funcionado igual.

Se mía, publicada hace unas semanas, se centra en Bascombe, al borde de ser octogenario, cuidando de su hijo enfermo y un delirante viaje que emprenden al monte Rushmore (ya bastante delirante per se: se trata del monte en el que están talladas las cabezas de cuatro presidentes de los Estados Unidos... ¿se imaginan algo así en España? ¿Dónde?), una particular odiesa en la que ocurren cosas emocionantes y en la que, pese a todo el poso de tristeza que tiene, hay bastante sitio para el humor. El problema, claro, es la dificultad de sumarse a la vida pasada de Bascombe, que aunque solo dé pinceladas de lo que ha sido su vida pasada, son detalles que poco o nada aportan a quienes se sumen a las andanzas del personaje partiendo desde cero. Piénsenlo: ¿a qué viene decir, no sé, "cuando fui periodista" si de aquello hace más de cuarenta años? (algo aplicable a la vida real, por cierto). Y a los que leímos El periodista deportivo en fechas, o casi, tampoco hace falta que nos lo recuerden, por no hablar de los detalles familiares de tantos años de saga que poco o nada aportan a la narración, que muchas veces cojea precisamente de lo que añade. Solo para groupies. Ahora que, como despedida, ha sido un placer, señor Bascombe. Tres de estas cinco novelas (ha quedado bastante claro cuales), Canadá y los relatos de Rock Springs tienen un sitio muy importante en la literatura de EE.UU de los últimos cuarenta años...

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