El final del verano, el comienzo del año revolucionario, de la temporada, siempre es tiempo de novedades. Novedades, novedades, lo que se ofrece en esta sección... bueno, eso queríamos. De los cuatro libros que se sugieren, dos se han editado este año, otro se ha reeditado y al cuarto pensaba que le cogió (no se embalen los argentinos) la pandemia y es de editorial pequeña, así que hay que echar una mano. La selección solo tiene un hilo conductor, Nueva York. Se podría hacer otra selección, seguro que más buena y todo, pero esta es 100% NYC. Garantizado. Tenemos de todo, Manhattan, incluido Harlem; Brooklyn, Staten Island... así que, sin ningún orden de preferencia, a leer un rato y a darnos una vuelta por Nueva York.
La primera recomendación, El ritmo de Harlem (Random House), de Colson Whitehead, me ha gustado mucho. Ray Carner, quiere ser un honrado propietario de una tienda de muebles en Harlem, a la sazón su barrio, pero como que no le dejan. Bueno, a él le gusta también vivir un poco mejor que de simple y honrado tendero y eso no es fácil en Harlem. Una trama por momentos frenética, a veces divertida, otras no tanto... el caso es que Ray tiene que salir del atolladero en el que se ve envuelto por muy distintos motivos -atención con los primos, es una lección de vida- siempre con el tema racial presente (no hace falta que les diga que Ray es negro y... su mujer también, pero mucho más blanca: conflicto dentro del conflicto), incluso con hechos reales como los disturbios raciales de los años 60. Whitehead lleva ya ni más ni menos que dos Premios Pulitzer y ninguno es por esta novela. Ah, y para la gente que compra libros por la portada, que no deje pasar esta oportunidad.
Anagrama revisita un clásico del periodismo americano, Joseph Mitchell
El fondo del puerto, de Joseph Mitchell, es una edición de Anagrama de seis relatos sobre el puerto, embarcaderos, pescadores, riacheros, que se diría en Trebujena... pero hablando de NYC y alrededores durante los años 50. Mitchell es un periodista fundamental de esta época en Estados Unidos y pasa por ser uno de los antecedentes del denominado Nuevo Periodismo que vendría una década después. Es posible que muchos no lo conozcan, pero en la profesión todos hemos oído hablar del periodista, incluso sin ponerle nombre, que un día sufrió la crisis de la página en blanco. Un día bien, una semana, un mes... bueno, el caso es que Mitchell estuvo veinte años sin escribir, que sí, que se dice pronto. El tipo era por entonces redactor jefe de la prestigiosa revista New Yorker, y la empresa no solo no le despidió, sino que potenció su faceta de maestro de periodistas, ese viejo tópico de la profesión que, en este caso, no lo es (el tópico, queremos decir). Total, que por el libro pasa todo tipo de gente que vive del mar en NYC y alrededores, de la pesca de la langosta, del sábalo, de la cría de ostras, de la sopa de almejas o del mercado del pescado al sur de Manhattan (hoy en el Bronx).
Crónicas de Nueva York, de Maeve Brenan, se la compró este cronista en plena pandemia y pensaba que se había editado en España más o menos en fechas, pero no, revisando, el ejemplar data de 2011 y no tiene nada que dé a entender que se trata de una reedición. Total, ya puestos, la recomendamos. En primer lugar, es obvio que la edición original del libro, de 1997, no se llama Crónicas de Nueva York, que es el típico nombre gancho que pone una editorial -en este caso Ediciones Alfabia- para atraer más público (seguro que, además, el sindicato de escritores de NYC o un ente similar tiene ese nombre registrado, por si se le ocurre a un novato jugar sucio). Se llama The long-winded lady, término que no es de fácil traducción... pero hace referencia a una señora tortuosa, deslenguada o incluso chiflada. Se trata, decimos, de una colección de relatos en los que los protagonistas habituales son gente corriente de la gran ciudad y sus pequeñas historias, tanto recién llegados como neoyorkinos de siempre. El libro tiene buen tranco y por momentos recuerda a Carson McCullers, pero, evidentemente, por seguir el juego de la traducción del nombre, no estamos ante una escritora tan torturada.
Heller crea un tipo tan desagradable y perverso en Algo ha pasado que te tienes que reír
Y cerramos con Joseph Heller. Algo ha pasado ha sido reeditado por Random House en 2023. No es exactamente un libro que transcurra en NYC, más bien lo hace en la cabeza del protagonista. El tipo, muy bien del todo no está, la verdad, pero quién está bien hoy en día. Lo increíble del libro es que, pese a ser de hace cincuenta años, es de una actualidad pasmosa en lo que se refiere a las relaciones padre-hijos y de pareja, también en cuanto a la competencia en el trabajo, vaya, que hay momentos en que quitando todo lo relacionado –bueno, más bien poniendo– con las nuevas tecnologías, resulta difícil de creer cómo clavaría hoy situaciones que datan de comienzos de los 70.
La familia Slocum vive en NYC, pero como tanta gente a la que le va bien, decide irse a la zona suburbana de la gran ciudad que, incluso, como en su caso, alcanza la parte más cercana del estado de Connecticut, donde tienen casa y media hectárea de terreno. Pero la (poca) acción que nos cuenta en este largo monólogo transcurre en grandes ciudades, la mayor parte en NYC, donde Bob Slocum va a trabajar todos los días en tren. Sabemos que nuestro más bien desagradable personaje estuvo en la II Guerra Mundial y que estamos a comienzos de los 70, así que debe andar entre los 45 y los 50 años. Un "degenerado normal", tal y como se define, a su edad entiende que "no hay mucho más que uno pueda hacer con una polla humana, salvo lo que uno ha venido haciendo hasta ahora. Cualquier otra cosa es desagradable o dolorosa". Bueno, este es su momento más explícito, no se hagan una idea equivocada, en absoluto es un libro porno o de sexo (jaja, bonita disyuntiva).
Los personajes se mueven en un ambiente similar a los de John Cheever, esa clase media alta que vive en el área metropolitana de NYC, donde se va a trabajar, tomar copas y, cuando se tercia, copular. Pero mientras los personajes de Cheever son tremendamente humanos y sus contradicciones, deseos y frustraciones aparecen como tales, en Algo ha pasado, como hemos dicho, todo está en la cabeza de Slocum, su vida va continuamente hacia atrás y vuelve al presente, rememorando no solo lo que fue, sino lo que pudo haber sido y lo que habiendo sido ahora ve de manera distinta. No es una lectura fácil, pero la novela, de puro perversa, a veces llega a ser muy divertida. Hemos hablado de Cheever, pero es evidente que también Vladimir Nabokov sobrevuela estas páginas que, sin duda, recomendamos, pero para lectores-lectores. Compradores del Planeta, abstenerse...