Agosto es implacable. Tenemos 31 días para sudar antes que septiembre se presente a rendirnos cuentas. Encaramos la resta final del año con menos escaños de poder que el Ejecutivo de turno. El prócer del verano nos hará exudar hasta los remordimientos. Luego, el fuego que ahora nos arrasa será añorado por nuestras costuras más íntimas cuando el otoño de paso a un invierno húmedo y congestionado. Agosto nos hará protegernos del tiempo más abrasador pero, al anochecer, también nos tentará con el manjar más suculento que nuestras seseras hayan podido imaginar.
Agosto es implacable. Es el mes por excelencia para el asueto. La temporada del veraneo. También transcurren los días del rodríguez que, bajo la clemencia del aire acondicionado o el socorrido ventilador, prosigue con su jornal de sol a sol. Comentan que el rodríguez frecuenta algunos rincones propicios de la ciudad. Más allá de la tasca de la esquina, el rodríguez se siente Sabina cuando recupera las sombras tibias de la casa familiar sin más ajuar que el sudorcillo y los calzoncillos blanquísimos de la verdadera libertad. La de sentirse uno mismo por espacio de quince o treinta días. Shangri-La.
Nosotros, jerezanos de bien y gaditanos de elección, disfrutamos de un verano completísimo. Una costa como la gaditana con playas importantísimas son harina de otro costal. Flor de diamante. Canela en rama. ¡Ni hablar de la gastronomía! Tenemos ocasión hasta para ensombrecernos con la melancolía de estar vivos, chamuscados o mal vestidos. Y si decidimos pasear por el oasis de nuestra ciudad, Jerez de la Frontera, o nos acercamos a algún encuentro literario en el jardín de La Luna Nueva o nos maravillamos con los conciertos y teatros de los Claustros de Santo Domingo. Ver perderse la tarde en alguna terracita cercana al Consistorio o, si es menester y están abiertos, en los bares de la Alameda del Banco. O saborear el embrujo de la noche con los helados de Soler.
Los más jovencitos saldrán de marcha por los rincones de ambiente. Y los menos, pero mayores en experiencia y gobierno, se doctorarán en esa especie de Triángulo de las Bermudas que mágicamente conforman Tabanco Plateros, Gorila y Damajuana. No quisiera olvidarme de la quijotesca librería ni de la despedida y cierre en la lisonjera Comedia.
Todo se acaba. El verano, como en la canción, también. Y, como os anunciaba, Agosto es implacable; así pues, seamos permeables a las tentaciones del último estertor del verano. Os deseo de corazón un feliz agosto. Que cada cual lo pase lo mejor que pueda. En familia, rodeados de amigos, con alguna aventurilla o moderados de contento. Servidor de nadie, se despide hasta la próxima semana. ¡Hidrátense y vayan por la sombrita!