Leo los siguientes titulares sobre la estrella mediática, con el permiso de los majísimos intelectuales de OT, de la canción patria más reciente: doña Rosalía Vila. Ojiplático procedo a compartirlos con el respetable que me lee tan sorprendentemente domingo tras domingo. A saber: «Rosalía confiesa que El mal querer va sobre "un amor oscuro"», «Rosalía se convierte en religión en un Colón hasta la bandera», «Rosalía, entre ‘La maja’ de Goya y la niña del exorcista en su nueva canción», «Rosalía, viaje del flamenco al ‘trap’» o «Así es El mal querer de Rosalía: un disco trascendental e importante».
¡Caramba! Para aspirar a conocer algo más a esta criatura con hechuras de Prince y Lola Flores reparo en un artículo de fondo aparecido en El País, mi diario impreso de cabecera, el pasado jueves 1, firmado por el célebre crítico musical Fernando Navarro. Un párrafo me llama la atención: «en las distancias cortas es tímida y dulce, pero es capaz de cautivar a todos. También a Tim Cook, presidente ejecutivo de Apple. El pasado 25 de octubre presentó con ella un nuevo altavoz inteligente de su compañía. Cook afirmó que le encantaba Rosalía y que encajaba perfectamente en la visión de Apple.
Tal y como afirman desde la multinacional de la informática, Rosalía reúne los "vectores fundamentales" del producto de Apple como son "la música, la innovación, la vanguardia y lo global"». Comprendo que una chica talentosa y despierta sea capaz de llevarse de calle a un público hambriento. Respeto su propuesta estética y su vocabulario antediluviano, comprendo los préstamos a Lole y Manuel o al flamenquito pop. Supongo que lo va a petar aún más de lo que lo está petando. ¿Acaso no va de petarlo mucho en la era de la Generación Z? Le deseo lo mejor a doña Rosalía Vila.
Viernes 2 de noviembre, día de Conmemoración a los Fieles Difuntos. Festivo. Este otoño frío nos da un respiro. Los ciudadanos amamos los feriados. Y más si los alicientes son propicios. En la vida como en la cocina tantos las especies y las materias primas son fundamentales. Desde ayer, Día de Todos los Santos, estoy ansioso. Andrés Calamaro estrena álbum con canciones nuevas, Cargar la suerte. Dicha efeméride bien merece tomarse toda un mediodía para degustar sus doce cortes. Degusto un disco gourmet. Rock sin paliativos. Letras profundas. Música por derecho. Calamaro en estado puro. Hacía meses que no me emocionaba tanto. El argentino nos recuerda por qué amamos su música: ésta nos acaricia y nos pega, transita por estancias oscuras del alma y nos retrata frente al espejo interior. Las canciones de Calamaro hablan de muchas cosas pero a algunos hombres buenos nos pega más fuerte: Calamaro trata temas que nos importan.
Apuro mi té chai y estos 42 minutos de gloria eterna que son Cargar la suerte me reconcilia con la precaria existencia humana. Ya tengo resuello para la semana entera. Y el año próximo también. Algunos hombres buenos elegimos escuchar cantar a Calamaro por los siglos de los siglos "mientras ladre la moral en modal inquisición". Es cuestión de elección. Y de predilección. Supongo que no está mal Rosalía. Supongo que esa estrella mediática es vuestro lujo. Feliz domingo.
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