La librería Manuel de Falla seguirá viva en Cádiz para consuelo de lectores gaditanos y de otros mundos

Carlos Porras reabrirá por San Juan el negocio de la plaza de Mina sin cambios y con el objetivo de "mantener el precioso legado" de un local capaz de crear "un vínculo" con la clientela desde 1973

Juan Manuel Fernández cede el testigo de la librería Manuel de Falla a Carlos Porras.

Un premio Nobel español dejó dicho que resistir es ganar. A veces, mantener es mejor que lograr, seguir mejor que llegar. Carlos Porras (Cádiz, 1977) está dispuesto a llevar a la práctica diaria esa tarea.

Durante la última semana de junio, alrededor del día de San Juan, reabrirá la librería Manuel de Falla tras el retiro de su actual propietario. El pequeño establecimiento (90 metros cuadrados) de la plaza de Mina de Cádiz es una institución sin bandera, una capilla pagana para los adoradores de los libros.

El nuevo responsable del establecimiento y el que se jubila, este lunes en reconocida la librería de la plaza de Mina.   REYNA

Entre sus paredes altas, invisibles tras estantes apretados, miles de gaditanos y visitantes de cuatro generaciones ha ejercido uno de los mayores placeres conocidos por la humanidad: curiosear libros, ojear, hojear, buscar sin rumbo claro, preguntar por si acaso, comprar para confirmar un ojalá dicho para dentro.

Juan Manuel Fernández (Vejer de la Frontera, 1954) ha ejercido desde 1973 en distintos establecimientos el oficio sagrado de dispensar de letras. En 1990 se lanzó por cuenta propia y abrió su librería, Manuel de Falla. Ahora le llega el momento de la jubilación.

Establecimiento y escaparate, consuelos de gente que camina despacio, tentación de los locos por pararse, podían perderse en la noche oscura del cierre o el traspaso.

Carlos Porras, nuevo librero, recibe el abrazo de su predecesor, Juan Manuel Fernández.  REYNA

Porras, historiador de formación y con larga experiencia en los servicios de publicaciones de la Universidad de Cádiz, va a impedirlo como si fuera un discreto héroe de Marcial Lafuente Estefanía.

El reto coincide con la ilusión: "Quiero mantener un legado precioso, prolongar el vínculo entre la librería Manuel de Falla y tantos clientes. Mi pasión es hablar de libros, de películas, de discos y canciones. Ojalá me pregunten tanto como le han preguntado a Juan Manuel". Reúne, por tanto, el principal requisito para el trabajo.

"Mi pasión es hablar de libros, de películas, de discos. Ojalá me pregunten tanto como le han preguntado a Juan Manuel"

Tiene tan claro el empeño que apenas se plantea modificaciones. Nada de cambiar el nombre, por supuesto. Tampoco ningún vuelco estético. Apenas unas mínimas reformas de mantenimiento y el mismo hilo argumental.

Con el paso de los meses, "con el tiempo", ya verá si la clientela recibe de buen grado alguna idea nueva, más fondos, distintos o añadidos, sobre sus pasiones particulares "música, cine y novela gráfica para adultos" pero por ahora la clave está en continuar.

Programación y eventos

También dará prórroga sine die a la programación de firmas, actos y visitas que Manuel de Falla acoge con frecuencia. "Mantendremos los mismos vínculos que Juan Manuel tenía con fundaciones como Carlos Edmundo de Ory o Fernando Quiñones, también con organismos como Ayuntamiento, Junta de Andalucía o Universidad de Cádiz".

Para mantener, ampliar y reforzar esa programación contará con el apoyo de José Manuel Serrano Cueto, prestigioso escritor y cineasta que también es responsable de las exitosas citas públicas del bar La Casapuerta de Luisa (calle Sagasta, en Cádiz).

La librería Manuel de Falla, con sus dos propietarios, se encuentra en plena fase de relevo.   REYNA

Más allá de los eventos, de los encuentros con autores, amigos y clientes, lo más importante para el heredero de Manuel de Falla es la tarea cotidiana. Es tan fuerte la premisa que incluso se contagia del optimismo -o realismo- que mostraba Juan Manuel Fernández en las entrevistas previas a su jubilación.

Afirmaba el predecesor que los revolucionarios cambios tecnológicos vividos -de la ficha hecha con bolígrafo a la inteligencia artificial- apenas habían hecho mella en la venta, en el ritual de la lectura. Ni siquiera el año primero de la pandemia. Incluso hay un relevo generacional en los compradores mayor del esperado por los agoreros de principios de siglo.

Fernández es tan noble al echar la vista atrás que admite haber vendido bastante, algo infrecuente en cualquier comerciante común. Carlos Porras parte con esa misma actitud casi festiva. Que suceda lo mejor también es posible, incluso probable. Hay lectores. Más que nunca. Se edita a raudales. Más que nunca.

Puede que el papel de la persona que ponga en contacto a las dos partes del prodigio ritual -la figura del animador, orientador y prescriptor- sea también más conveniente que nunca.

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