Mariano Barroso (Barcelona, 1959) llegó hace dos años a la presidencia de la Academia del Cine de España, la mayor entidad que, entre otras cosas, organiza los premios Goya. Sus últimos trabajos son con Movistar + y Netflix, por lo que es uno de muchos creadores que nadan sin complejos en las nuevas formas audiovisuales. Ganador de tres premios de la que ahora es su Academia (director novel en el 93 por Mi hermano del alma, película documental por su participación en la coral Invisibles y guion adaptado por Todas las mujeres), ha dado tres master class en la Escuela de cine de la UCA en San Fernando esta semana.
¿Cómo es su alumnado? Supongo que es diferente al de las dos o tres escuelas propias de Madrid y Barcelona.
Hay muy buen nivel, tienen mucho interés. Se está haciendo una labor estupenda. Hacen algo que es muy importante en el cine, el estar en contacto diario con la realidad del cine. El cine se hace, aunque haga falta conocimiento teórico. Aquí, en este taller, nos dedicamos a hacer. Hay quien escribe escenas, otro las dirige, otros actuando. La Escam o la Escac tienen una escuela reglada, estructurada. Esto es una fábrica de creación en miniatura. En tres días explorar en las posibilidades que tienes para escribir, dirigir, interpretar, haciendo abstracción de lo que el resto aporta. Es práctico e inmediato.
¿Y el profesor aprende?
Uno enseña mejor lo que más necesita aprender. Y si no estás receptivo con lo que te dan los alumnos, aparte de que sería aburridísimo y áspero, no aprendes y no refrescas. El estar en contacto con la idiosincrasia de las personas en estos talleres es fascinante.
¿Cómo llevó estos meses? ¿Ha sido de los que ganó kilos o perdió?
He bajado kilos.
¿Porque ha pensado y trabajado mucho?
Me he hecho consciente del día a día, de la realidad, del cuerpo, la alimentación, de nuestra pequeñez, nuestra fragilidad. He conseguido algo que no conseguía, cuidarme.
¿De dónde veníamos para agradecer parar? ¿Cómo ve esta crisis?
Hay varios niveles. Está el que nos ha traído a esta crisis, falta de recursos, baja actividad... El cine lo sufre mucho, porque vive de congregar gente en las salas. Está siendo terrible, aunque hay que diferenciar del audiovisual. Está siendo un mazazo, como en todos los sectores que viven de la cercanía. Es mucha incertidumbre y un cambio de procesos que es imprevisible.
Es prioridad que nos vean como ciudadanos normales, personas con familia y proyectos, que tenemos que comer
Se van atrasando estrenos, como el de El verano que vivimos, rodada en Jerez.
O el de Isabel Coixet. Y claro, en Cataluña están los cines cerrados. Siempre hemos sido vulnerables, desde antes. Un día de lluvia y frío bajaba la taquilla. De lluvia solo, subía la taquilla. eso lo estudiábamos. Pero claro, una pandemia, no.
Ha habido estrenos que han pasado a streaming. El más famoso, Mulan. ¿Ese cambio en el consumo puede llevar a algo bueno?
Si hablas con los dueños de los cines, no habrá ni que preguntarles. Estamos en un limbo temporal, que no sabemos cuándo ni cómo saldremos. Las salas miran las cuentas para ver cuánto pueden aguantar. Se ha disparado el consumo en plataformas, pero la distribución y la exhibición están muy tocadas. Las plataformas tienen una necesidad diaria de emitir como las televisiones, y eso conlleva trabajo, es bueno. Es todo complejo, pero las salas están mal. Pero no nos gusta quejarnos. Solo con estar vivos hoy ya es un privilegio.
¿El consumo en plataformas es sano o provoca ver cine y series a lo McDonalds?
Es el signo de los tiempos, bueno o malo. Puedes fijarte en los daños, pero también en las ventajas. Piensa en pueblos sin cines desde hace 30 años, que pueden ver un estreno de cine o series que puede verlo a la vez que alguien en Nueva York. Quizás no hay tiempo para la reflexión, no lo sé. Pero como decía Jean Renoir, no nos queda más remedio que sumergirnos en el infierno del mundo nuevo. Es así, vamos a sacar partido lo que podamos. Piensa en cuando se inventó la electricidad y en los que hacían velas, que pensaban en lo bonito que era ir a comprar y encender velas. Hay gente que lo reivindica y compra vinilos, pero el mundo del día a día es el que debemos vivir. Ojalá hubiéramos tenido cuando empecé en el cine los móviles que tenemos. Soderbergh está rodando con un iPhone. Cuando empecé, para un encadenado, fusionar dos imágenes, se esperaban diez días. Me fascina que la tecnología simplifique los procesos. Al final, la idea, el factor humano decide. Es necesaria la participación de las personas.
Quizás al haber más oferta, hay más posibilidad de volver a hacer otra películas más allá que pensar en si serán taquilleras y pensar más en la calidad. ¿Permite cierta libertad?
La diversidad es la clave, sí. En un cine como el nuestro, cada película es un mundo y no hay fórmulas. Algunas pegan taquillazos, pero somos francotiradores, que vamos solos a sacar adelante un proyecto. Ahora hay más diversidad.
¿Qué lineas ha cruzado y le quedan por cruzar?
Estoy contento de haber cruzado la línea del disfrute, de disfrutar con mi profesión. Por los condicionantes es difícil, también por la edad. Cuando superas las 10.000 horas, como los pilotos, te conviertes en un experto, ya no estás tan pendiente como cuando empiezas con la bicicleta pensando en mover una pierna y otra. Ahora disfrutas los paisajes.
¿Se considera director de actores? Ha trabajado con los más grandes del país, con muchos de ellos.
Un director, si no dirige actores, ¿qué dirige? Me hace adicto al cine el trabajo de los actores. Es lo que más me hace disfrutar.
¿Cuál es la prioridad en la Academia?
Entré para agradecer tanto al cine que le debo. Para mí es prioridad que la gente nos vea como ciudadanos normales, que tenemos proyectos, familia, sueños, y que tenemos que comer como cualquier ciudadano.
¿Fue un marrón?
No, es apasionante. Es un colectivo muy alucinante de gente válida y creativa. Tiene su complejidad, pero es un privilegio.
¿Algo que le diría al Ministerio de Cultura si se sentara con ellos?
Hay que reactivar la producción. Será inevitable unir lo público con lo privado. El Estado tiene la caja vacía y para que entre lo privado tienen que darle facilidades.
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