"Padre, bético y cineasta. En ese orden". Es la trilogía que ofrece en el perfil de su cuenta de Twitter. Profundizando en su carrera profesional, en IMDb.com, la que probablemente sea la mayor base de datos audiovisual de internet, Olmo Figueredo González-Quevedo (Sevilla, 1980) figura en 50 créditos, 44 de ellos como productor, 3 como director, 2 como guionista y uno como editor. Con su productora La Claqueta, de la que es socio fundador y que ha cumplido mayoría de edad este 2020, este sevillano que estudió Comunicación Audiovisual en la Universidad de Sevilla y mamó cine desde niño ha llegado a la temida crisis de los 40 en el marco de la mayor pandemia en cien años. El giro de guion ha sido tremendo, y aun así, con todas las reservas del mundo, hace balance de un año para enmarcar. Es sin duda, a la vista de la cosecha de su prolífico trabajo, uno de los nombres propios del año en Andalucía.
Quién le iba a decir que este catastrófico 2020 fuera a ser el año que definitivamente iba a impulsar una carrera en la que ha producido la primera película andaluza candidata a representar a España en los Oscar, La trinchera infinita —que ya ganó dos premios Goya—, o esa carrera gracias a la que este pasado viernes 4 de diciembre se ha permitido el lujazo de hacer doblete en salas y en plataforma de streaming: El verano que vivimos, que ya se ha estrenado al fin en la gran pantalla española, y donde su productora ha estado al pie del cañón junto a majors internacionales y nacionales como Warner, Atresmedia y Bambú; y El estado contra Pablo Aibar, una serie documental de seis episodios de 55 minutos cada uno que ya está disponible en HBO.
“Ha sido un año de emociones fuertes y encontradas”, reconoce al otro lado del teléfono Figueredo, en declaraciones a lavozdelsur.es. Un año, hay que decir, donde también ha sido reconocido en el marco del Festival de Cine de Sevilla con el premio RTVA a su trayectoria, y donde también en este mes va a estrenar en cines El inconveniente, película dirigida por Bernabé Rico que Figueredo ha producido, y que obtuvo dos premios en el pasado Festival de Cine Español de Málaga.
"Sabes que hay que celebrar, vivir el momento, pero claro, sabes que tienes que tener los pies en la tierra porque si algo ha demostrado este 2020 es que cualquier cosa se puede torcer en cuestión de segundos"
¿Qué más puede pedir a este año, por otra parte, aciago?
Ha sido un año de emociones fuertes y encontradas. Un año muy difícil en términos profesionales, hemos tenido que vivir cancelaciones, estrenábamos nuestra primera obra de teatro, estrenábamos El inconveniente en un Festival de Málaga que no sabíamos si se iba a celebrar, pospusimos el estreno de El verano que vivimos… Hemos vivido igual que todos los compañeros de profesión y en mi caso personal, además, con dos padres médicos en edad de jubilación y con el miedo no saber si se llevarían el bicho a casa. Así que ha sido duro.
¿La suerte? "Pues quizás la suerte ha estado en que, dentro de nuestra de profesión, llevamos muchos años teletrabajando: la postproducción es probablemente de las partes de nuestro trabajo que más tiempo se lleva haciendo a distancia. Así que estar montando El viaje más largo, el documental de Manuel H. Martín, o tener que estar haciendo postproducción de El verano que vivimos o de la propia serie de Pablo Aibar tampoco han sido problema, aunque hayamos estado desconectados físicamente de nuestras oficinas. Y luego, pues grandes alegrías, aunque con la sensación de decir: qué duro. Por una parte te alegras, pero sabes que la situación sigue siendo una mierda… y sobre todo que tengo muchos compañeros que se dedican al turismo y la hostelería que están bastante jodidos. Entonces, sabes que hay que celebrar, vivir el momento, pero claro, sabes que tienes que tener los pies en la tierra porque si algo ha demostrado este 2020 es que cualquier cosa se puede torcer en cuestión de segundos".
A todo esto, Olmo Figueredo ha sumado hace escasas semanas un reconocimiento importante, el premio a la trayectoria que concede la RTVA en el marco del Festival de Cine de Sevilla. Galardón que, como explica, “me sorprendió, porque uno asocia estos premios a una trayectoria incluso más larga, aunque vayamos ya camino de los veinte años. No hemos parado y hemos tenido suerte, ni esperamos a salir de la facultad para montar la productora, pero ha sido una sorpresa con vértigo que me han dado a mí, pero realmente se lo dan a toda la gente que hace posible La Claqueta y a una generación.
Tengo la sensación de que el premio era un poco a esta generación de productores y productoras de finales de los 70 y principios de los 80 que empezamos a currar gracias al trabajo más consolidado de productores como Antonio Pérez, Gervasio Iglesias, Pilar Távora, o realizadores como Benito Zambrano y Alberto Rodríguez, y lo hemos tenido algo más fácil que ellos sabiendo que Madrid podía ser nuestro lugar de visita, pero no nuestro lugar de trabajo. Luego vivimos la primera crisis económica fuerte del 2008, y tuvimos la suerte de que ya habíamos empezado, con lo cual fue más fácil, y ahora esta nueva crisis. Casi los que más preocupan son los que están por venir. Van a sumar dos crisis y no sé realmente las nuevas generaciones cómo van a sacar la cabeza.
"He pasado más tiempo en los últimos nueve meses en el jardín con mis niñas que en el AVE... y he seguido trabajando, que es lo importante. Probablemente de lo poco bueno que ha traído esta pandemia"
Alberto Rodríguez comentaba en una entrevista reciente en lavozdelsur.es cómo, hasta hace poco más de un par de décadas, para dedicarse al mundo del cine, y a otros sectores, había que huir de Andalucía en busca de ElDorado madrileño o barcelonés. Con suerte, de ahí hasta llegar a la Meca de Hollywood. Ya no es así. Hoy las nuevas tecnologías, la globalización y la hiperconectividad permiten vivir en tu tierra sin exilio forzoso. "Eso ha cambiado completamente y ahora el cambio se va a multiplicar. Si había reparos en una generación de ejecutivos de atender a distancia, aquello se ha acabado", dice Figueredo. No obstante, aclara que "habrá que seguir viajando a otras comunidades y fuera de España para seguir conectando con productoras. El contacto humano sigue siendo fundamental a la hora de vender, y nosotros vendemos nuestras historias. El apretón de manos no puede suplirse con la barrera de una pantalla". Si mira atrás, dice, "he pasado más tiempo en los últimos nueve meses en el jardín con mis niñas que en el AVE... y he seguido trabajando, que es lo importante. Eso dice algo bueno, probablemente de lo poco bueno que ha traído esta pandemia. Si te quieres ir a Los Angeles, que sea porque aspiras a un proyecto diferente, pero no porque no puedas realizar tu trabajo en tu tierra".
Andalucía lleva décadas sacudiéndose tópicos y prejuicios, pero si algo lo ha hecho con fuerza en estos últimos tiempos ha sido la industria audiovisual, ¿no cree?
Totalmente. Seguimos teniendo trabajo que hacer, pero es innegable que la cosa ha cambiado. Ahí tenemos una historia con La trinchera infinita, hecha por realizadores vascos y con el andaluz más bonito y más puro que pueda encontrarse. Y no habiendo tenido que pelear ni con televisiones, ni con distribuidoras para hacerles ver que era importante esa verosimilitud de esa lengua andaluza en la película. Nadie cuestionó a ver si no van a entender el acento..., pero esto está cambiando mucho y, de alguna forma, reconocen en todo el país que España es una suma de identidades, de lenguas, y que, por tanto, nuestra propia habla andaluza también es fundamental.
Creo que es un momento para estar orgullosos de lo que hacemos aquí. Andalucía siempre ha sido una incubadora de talento a nivel cultural. Te das cuenta de eso, es que ves un talent show musical y siempre hay una mayoría de concursantes andaluces, o en la poesía, o los grandes escritores… es una cuna inabarcable de talento emergente a nivel cultural y lo que era importante era que hubiesen instituciones que estuviesen dispuestas a apoyar a esos creadores y a la industria cultural que les rodea. Es para sacar pecho pero sabiendo que esto se puede perder también rápido, hay que mejorar todo el rato.
"Andalucía es una cuna inabarcable de talento a nivel cultural y lo que era importante era que hubiesen instituciones que estuviesen dispuestas a apoyar a esos creadores y a la industria cultural que les rodea"
¿Cómo decidió que, a diferencia de otros muchos niños, y siendo del Betis, no quería ser futbolista, sino cineasta?
Nunca quise ser futbolista porque he sido malísimo jugando al fútbol, a mí me gustaba verlo y verlo en familia. Lo del Betis tiene un componente de vínculo con mi padre, o con mis amigos. Respecto al cine, siempre he estado muy vinculado al cine, mis padres son médicos pero siempre han sido muy cinéfilos. Caprichos de ropa en mi casa no, pero un disco, un libro o una película siempre eran bienvenidos. Nos alimentaron con comida y con cultura, hasta el punto de que me llamaron Olmo, sencillamente por el personaje de Gerard Depardieu en Novecento. En mi casa se ha mamado cine desde pequeño, estaba en una casa llena de VHS, por lo que para mí no fue difícil. Sí fue más difícil saber a qué me iba a dedicar. Recuerdo que estaba enamorado de las películas de Indiana Jones y al principio quería ser arqueólogo, pero me di cuenta de que quería ser como Harrison Ford, actor, y luego me di cuenta de que era muy malo, que no valía. Pues ya está: quiero ser como Spielberg, director, pero también vi que no tenía tanta paciencia y, quizás, tanto talento como otros tantos; y ahí entonces entendí que quería ser como ese George Lucas de detrás de las cámaras, organizando, uniendo equipos y con capacidad resolutiva, siendo pragmático en cada momento y sabiendo que si hay un problema hay que buscar la solución sin quejarse.
Aun así, este 4 de diciembre ha hecho doblete: estreno como coproductor en 'El verano que vivimos' y estreno como director en 'El Estado contra Pablo Aibar'. ¿Cómo han sido ambas experiencias?
En el primer caso, ha sido una preciosidad. Ha sido mi tercera colaboración con Bambú, y sobre todo al saber que traíamos una gran superproducción a Jerez y hablábamos de algo de lo que no se hablado mucho, el nacimiento de las casas bodegueras, ese triángulo del sherry... en una historia de época en los 50; saber que íbamos a hacer el mayor spot de la provincia de Cádiz y sus vinos que se había hecho nunca... Ha sido una responsabilidad saber que traes una historia que puede ayudar mucho a la ciudad, a la provincia y a Andalucía. También era una superproducción y la primera vez que trabajaba con Warner y Atresmedia, y ha sido una experiencia fantástica, muy bonita, una experiencia que ojalá repitamos pronto.
'El Estado contra Pablo Aibar': "Hemos narrado la historia de cómo se salvaba una vida, y se ha estrenado en el Festival de San Sebastián y ahora en HBO"
Y luego, mi primer trabajo en la dirección después de varios cortos, ha sido una serie de 6 capítulos y seis horas. Un poco locura, pero he podido hacerlo porque conocía muy bien la historia, a los personajes, a los protagonistas, sentía un profundísimo respeto por todos ellos y veía que era imprescindible contar esta historia, y que podía hacerlo yo acompañado de grandísimos compañeros con los que llevo trabajando muchísimo tiempo en común. Se ha coproducido con unos socios, Irusoin, a los que conozco muy bien y con quien ya estuvimos con 30 años de oscuridad —documental nominado al Goya en 2011— y con quienes también hemos hecho La trinchera. Sin ellos habría sido muy difícil porque era un documental que pensábamos que iba a estar terminado en dos años y ha durado seis. Al final ha habido un final feliz y hemos podido contar la historia como queríamos: Pablo no ha tenido liberación, pero al menos se ha librado de una pena de muerte que es un castigo cruel e inhumano. Hemos narrado la historia de cómo se salvaba una vida, y se ha estrenado en el Festival de San Sebastián y ahora en HBO.
Lo de HBO suena a un auténtico regalo...
Mi adolescencia la he pasado viendo series de HBO, así que solo ver el logotipo de HBO en el cartel era algo ya con lo que se nos caía la baba a todos los que estamos aquí. Es un sello indiscutible de calidad. Y esto demuestra que el trabajo se ha hecho lo suficientemente bien como para que estemos en la casa de tantísimas estrellas. Hemos tenido la suerte de que ellos se interesaron por la historia y ya se puede ver en España, Portugal y HBO Nordic (para todos los países nórdicos). Es una fabulosa noticia que haya podido estrenarse en HBO, lo hemos vivido con muchísima emoción, y aunque esto ha sido una producción independiente —la entrada de la plataforma se firmó en San Sebastián—, se pone de manifiesto que al poner medios, recursos, calidad y cariño, al final sí que puedes llegar a estas grandes plataformas.
¿Cómo llega a esta historia?
Estaba rodando The resurrection club, un corto documental (nominado en los Goya) junto con Amnistía Internacional, en Estados Unidos y en él se hablaba de historias de exonerados del corredor de la muerte, gente que fue absuelta. De repente, me topé con Seth Peñalver, coacusado en el caso de Pablo Aibar. Y me pareció curiosísimo, por no emplear otra palabra, que yo pudiera estar tomando una cerveza con él en Delaware, mientras Pablo estaba en el corredor de la muerte. Eran dos personas detenidas en el mismo momento, acusadas del mismo crimen, condenadas y sentenciadas a muerte. En cambio, el destino de uno y otro eran bien distintos. Te enteras de las ramificaciones, del pasado de Pablo, de que su tío es Urtain (el conocido boxeador), su conexión con el País Vasco... Me di cuenta de que había una historia muy interesante que contar. No solo la del caso en sí, sino las dos miradas opuestas del sistema judicial europeo y americano, de cómo influye el dinero... Era algo que había que contar y aquí hemos llegado.
Hablando de todo un poco, viendo esta semana noticias como la del chat de los militares, realmente la actualidad parece que no para de brindar guiones para futuros rodajes...
Siempre se ha dicho que la realidad supera a la ficción, por eso soy un enamorado del documental. Muchos de los puntos de giro de la propia historia de Aibar sorprenderían tanto que habría quien los consideraría inverosímiles. En La Claqueta vamos a seguir alimentándonos de historias basadas e inspiradas en hechos reales, sabemos que, desgraciadamente, van a seguir ocurriendo historias tan dramáticas como la propia pandemia de este año o todos estos pequeños incidentes que me comentábas, y vamos a seguir alimentándonos para contarlas en formato documental o ficción, que es lo que nos gusta: investigarlas, dedicarles nuestro tiempo, contarlas y ponerlas a disposición del público para que este saque sus conclusiones.