Purpurina en la cara, abanicos por si el termómetro se pasaba de los 26 grados y unas ganas tremendas de bailar. Qué hacer si no en el Puro Latino, uno de los festivales que más invita a moverse en la pista. Volvía tras su parón pandémico con todas las entradas agotadas en un recinto donde miles de personas ya habían brincado con David Guetta el mes pasado. Esta vez, sin una ola de calor abrasadora y sin albero de por medio. La organización ha instalado césped artificial en todas las zonas (Platino, Oro, General) por razones estéticas o para que el polvo no acabe en los zapatos.
Una fila de chavales andaba en masa en dirección a Las Banderas, en El Puerto, dejando a la izquierda el parking de la antigua Joy Sherry. “¿Has visto eso?”, dice uno de ellos señalando un cartel que indica que hay que abonar 10 euros para aparcar frente a la mítica discoteca de los ochenta —como si estuviese todavía abierta.
A lo lejos se divisa una noria, y jóvenes agolpados para entrar. Algunos aún con el cubata en la mano. Mientras atravesaban las barreras, Ptazeta ya arrancaba por todo lo alto esta cita con garra latina a la que miraban muchos ojos. No solo de fans sino también de todas las Fuerzas de Seguridad: Policía Local, Policía Nacional, Guardia Civil, Protección Civil, Bomberos y seguridad privada. Dispositivo reforzado, y más en estos días que no cesan los dichosos pinchazos.
La artista canaria, de 24 años, brilla en el trap español. “Quiéranse bien, quiéranse mucho y a quien les de la puta gana”, dijo la joven que acaba de firmar un contrato con Interscope, la discofráfica de Eminem o Lady Gaga.
La chica del tatuaje de serpiente sobre la ceja hizo “Trakatá”, saltó con una base de Bon Jovi y le dio paso a Lola Índigo, voz que resuena en discotecas y radios. La bailarina, con un body rosa brillante, un enorme lazo en el culo y chorros de humo criogénico pisó el escenario subida a una plataforma redonda. A una chiquilla, expectante desde los brazos de su madre, le cambió la cara cuando gritó “soy aquella niña de la escuela”.
Lola captó la atención del público con sus coreografías llenas de energía, su pelazo al viento del ventilador y su twerking —levantamiento y meneo de glúteos. “Es una reina”, dijo una chica con trenzas, peinado por el que muchas habían optado.
“¿Estáis preparados para lo que os espera la próxima hora? ¿Estáis borrachos?”, preguntó la artista que participó en Fama y en Operación Triunfo. Bebe un líquido secreto en un vaso con brillantina rosa, a juego con su outfit y, acto seguido hizo “Santería” al personal que gozó con Romeo y Julieta, Inocente, Mujer Bruja (ft. Mala Rodríguez) o Lola Bunny, tema que cantó al ritmo de enormes pelotas de yoga. Las mismas que una fan, una vez, robó y acabó vendiéndola Wallapop. Hay gente para todo.
Aplauso para dos personas que anunciaban su casamiento en una pancarta naranja y a perrerar después de que Lola cambiase su vestuario del rosa al azul y siguiera bailando con un equipo de 10 bailarines.
Llegó el descanso. Algunos decidieron reposar en el césped sin riesgos de acabar manchados y, otros, continuaron con la fiesta de DJ Batanero, gaditano que calentó motores antes de que el rapero colombiano, Blessd, de 22 años, diera su espectáculo.
Por entonces, los estómagos ya estaban rugiendo y algunos asistentes se desplazaron a la zona de restauración a reponer fuerzas. También hubo quien decidió pegarse un homenaje en la pizzería Blanca Paloma, el establecimiento hostelero más cercano al recinto. “Ha venido mucha gente, pero no tanta como en David Guetta”, dice Sara, una de las camareras. El rango de edad del público es diferente, y eso, se nota en los bolsillos.
Desde las mesas, ya se escuchaba a Tokischa, la cantante dominicana que ha colaborado con Rosalía o Madonna. “La ha liado”, comentó —en la jerga veinteañera— un joven que salía del mogollón en dirección a los aseos.
El plato fuerte, el cabeza de cartel, estaba a punto de aparecer. Un niño con llamativas cadenas, a hombros de su padre, divisaba a su alrededor los cientos de palos con luces de colores que empezaron a agitarse para dar la bienvenida a Nicky Jam, gigante del reguetón, de 41 años, el papá del cartel conformado, en su mayoría, por veinteañeros.
Serpentinas blancas, mucho humo y, tras una intro en la que el puertorriqueño-estadounidense aseguraba que esto “es un regalo que dios me esta dando por haber cambiado mi vida”, revolucionó al público.
Una mezcla de olor a porro y a vaper de fresa se respiraba en el ambiente mientras Nicky Jam cantó Te robaré (ft. Ozuna), El perdón (ft. Enrique Iglesias) y sus remix de Otro trago o Ay vamos. Temazos en los altavoces que no pudieron bailar algunas de las personas que se encontraban en la zona general donde, en ese momento, el gracioso de turno decidió lanzar una bomba con gas lacrimógeno con pimienta y droga. “Ojos llorosos, dolor en el pecho, no podíamos respirar”, cuenta una testigo a lavozdelsur.es.
A unos metros, Nicky Jam recorría la tarima de un lado a otro, de una punta a otra, sosegado, micro en mano y con algún movimiento de cadera cuando le apetecía. “Una bulla, una bulla, una bulla”, pedía con frecuencia para DJ Bass, que se terminó bajando de la mesa para saltar.
El reguetonero escogió clásicos de la escena para enloquecer a los asistentes que coreaban al unísono “Nicky nicky nicky jam” entre canción y canción. Dónde están las gatas —”esta yo se que la gente no se la va a saber”— Yo no soy tu marido, Hasta el amanecer, la “combi completa”, “besos en el cuello para calmar la sed” y vamos a “hacer travesuras, que se ha vuelto una locura”.
Después de este derroche de perreo, muchos abandonaron la pista y otros no quisieron perderse a Lunay, 21 años, que sorprendió con efectos de pirotecnia y gafas de sol en la madrugada – estaría deslumbrado por los focos. El festival siguió con Dalex, nombre que aparece junto a los de Sech, Myke Towers o Justin Quiles en temas como Puesto pal millón, y con Bryant Myers, ese trapero latino al que todo el mundo reconoce por su voz ronca.
Jucko DJ cerró el primer día de Puro Latino donde la juventud gozó vigilada por las fuerzas de Seguridad —había porteros en los baños. Al menos había sensación de seguridad, aunque como en todos lados, siempre haya personas que quieran arruinar la noche a otras.
Mención especial a los trabajadores de la limpieza, a los que les ha tocado recoger las cientos de bolsas y botellas esparcidas en las inmediaciones del recinto. Listo para el segundo día con una nueva tanda de estrellas nacionales e internacionales como Anuel AA o Bad Gyal.
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