Álvaro Íñigo forma, junto al argentino Joel Castrillón y al valenciano Héctor Verdú, una banda de rock funk que recorre salas alemanas cantando en español temas de 'Fusión lenta', su álbum debú.
“Nadie puede comprender / por qué tantos tienen que morir / suplicando solo libertad / el fracaso de la humanidad. / La justicia contra la razón / una luz que nunca existió / caminan sobre la muerte / esclavos del dolor”. Así empieza Amarga realidad, unos de los diez temas que componen el álbum Fusión lenta, el primer disco de la banda Red Booster, nacida en Berlín, la capital de Alemania, donde un jerezano, un valenciano y un argentino llevan desde 2014 recorriendo salas de la ciudad más multicultural del país germano. Sus canciones suenan en español, lo prefieren, en parte para defender sus lengua patria, y también porque, como comenta Álvaro D. Íñigo, compositor, vocalista y guitarra del grupo, “es imposible expresar sentimientos en un idioma que no es el tuyo”.
Álvaro es jerezano, concretamente del barrio de La Granja —algo que lleva a gala— y reside en Berlín desde 2011. Después de estar desde los 14 años tocando y actuando, en grupos de toda índole, decidió probar suerte de los Pirineos hacia arriba. En la ciudad compaginaba la que quería que fuera su profesión con su trabajo en la empresa de transportes familiar, pero en Alemania vive de la música, algo que en España es casi impensable. El valenciano Héctor Verdú (batería) y el argentino Joel Alejandro Castrillón (bajo) son las otras dos patas de un proyecto en el que los músicos componen las canciones, las interpretan, las graban, realizan la producción del disco, la promoción, la difusión en redes sociales… Todo. “Quisimos hacer un proyecto independiente, que no indie”, explica Álvaro, quien añade: “Alquilamos una sala, creamos nuestro propio estudio e hicimos un disco a la antigua usanza, como en los 70”.
Un año les ha costado sacar a la luz Fusión lenta, cuyas letras tienen “un contenido social muy fuerte”, según relata su componente jerezano, y recoge “injusticias sociales” y reivindicaciones de todo tipo. No quieren hacer música comercial, sino que haga pensar y reflexionar. “Transmitimos mensajes incómodos”, señala Íñigo. “No queremos llenar un estadio, sino que nos llegue una persona que lleva años escuchando música y nos diga que le gusta”, añade. Así se están abriendo paso, poco a poco, en países latinoamericanos como Chile, Argentina o México.
“Cualquier cosa puede ser utilizada en un tema”, apunta el jerezano que, eso sí, señala que no hacen nada “que ya esté hecho”. “Somos gente que lleva tocando muchos años y tenemos un sonido muy personal”. Sus letras también hablan de amor o, por ejemplo, de algún familiar de sus componentes, “pero siempre acaban con un mensaje positivo”, sostiene Álvaro, amante de la música desde muy pequeño. “Con 15 años ya escuchaba a The Doors, Led Zeppelin, los Beatles, los Rolling Stones, Pinkfloyd…” Con esas influencias y sus aportaciones personales, tan dispares, dan forma al que pretende ser su primer álbum de muchos, ya que quieren sacar uno por año. “Las ideas fluyen cuando nos ponemos a tocar, queremos aprovechar este torrente creativo”, señala Álvaro, quien señala que es la primera vez que toca en una banda con la que tiene tanta conexión.
“Romper con lo establecido / dejar de ser uno más / gritar sobre el precipicio / estrellar ideas en la pared. / Destruir todos tus complejos / abrir la puerta de atrás / quemar todos tus disfraces / aceptar la piel que quede en ti”, comienza Abre tu mente, otro de los temas de Fusión lenta, donde Red Booster da rienda suelta a su rock funk experimental, como ellos mismos definen su música. “¿Qué ocurriría si cortamos el cable rojo y el azul al mismo tiempo?, ¿cómo sonaría un guaguanco tocado con un fuzz?, ¿qué tal si le ponemos a Hendrix la cabeza de Syd Barrett?”, son algunas de las preguntas que se hacen Íñigo, Verdú y Castrillón cuando se juntan en una sala y empiezan a componer y a dar rienda suelta a su imaginación.
La banda, tras el parón estival, continuará con la promoción de su disco por la capital alemana, donde asegura que “la cultura es sagrada”. “El músico en Alemania es como el médico, dentro de la comunidad es respetado, allí reconocen que la música es algo necesario”. Un concepto bien distinto al que vivió en su ciudad natal. Por eso remata: “Cuando vuelva me dedicará a defender las bandas emergentes”.