Marina Bernal (Sevilla, 1968) es, desde su agencia SevillaPress, una persona que ha vivido la actualidad del corazón en primera línea durante años. El año pasado presentó Canta Rocío Canta, un libro escrito y preparado antes de la pandemia y antes de la vuelta a la actualidad de la hija de la cantante, Rocío Carrasco, a través del programa Contar la verdad para seguir viva. En él, explayan sus vivencias personales con Jurado tanto Bernal como muchas personas de su círculo, desde Ortega Cano hasta los hermanos Mohedano. "El libro nace en Chipiona. Se presenta en el Claustro del Santuario de Regla. Buscamos el mismo recorrido que hizo ella, porque luego lo presentamos en Sevilla y en Madrid. No llegamos a Barcelona por el confinamiento. Están los periodistas Javier Osborne, Del Olmo, Herrera, Isabel Gemio, Rosa Villacastín, Tico Medina...", dice indicando cada uno de los nombres. Con motivo del aniversario del fallecimiento este 1 de junio, lanza una reedición. Este sábado 5 de junio, a las 19 horas, presenta el libro en los Claustros de Santo Domingo.
¿Cómo era Rocío Mohedano, la persona?
Una mujer muy chipionera que presumía de la raíz. Ella se marcha físicamente de Chipiona pero lleva dentro a Chipiona siempre. Convive con las mismas costumbres, con los dejes chipioneros y el sentido del humor gaditano. Ella era muy organizada, perfeccionista. Cuando no tenía que trabajar, reunía a los suyos, se metía en la cocina e incluso, cuando adopta con Ortega Cano a sus dos hijos, es una mujer que se sienta a hacer los deberes con ellos. Era tremendamente sencilla, humana, muy generosa, muy sensible, y le gustaba mucho aprender de todo. Era una gran lectora, una gran conversadora. Quedando huérfana con 12 años, no pudo ir a la Universidad. Pero fue consciente del valor de la cultura. Intentó aprender con Gala o Alberti, que eran sus amigos.
"En el escenario era 'la Jurado', pero fuera podía ser incluso tímida"
¿Qué le quedó musicalmente por hacer?
Entre los proyectos que quedaron pendientes, había un disco con poemas de Alberti y musicado por Antonio Martín, el autor de comparsas de Cádiz. Hubo conversaciones con ella, pero cayó enferma. Antonio Martín es además autor del fandango que estrena en el Tívoli en el que defiende por primera vez a su hija. Antonio era sus oídos en el carnaval de Cádiz, le encantaba. Antonio Burgos y Antonio Martín le contaban lo que pasaba, las finales del Falla. En el mismo libro, recojo una anécdota con el Libi. Con Antonio Burgos tenían un código de amigos, el "a ti no te digo ná" del cuarteto del Libi. Otro proyecto que le quedó por hacer es un musical, siempre quiso pero enfermó.
¿Era diferente fuera y dentro del escenario?
En el escenario era una estrella, pero a la vez era madre, mujer, amiga, compañera... En el escenario era la Jurado. Nunca se confundía. Al mismo tiempo era una mujer con una gran fragilidad. Era sensible, todo le afectaba y a veces era hasta tímida. No le gustaba la soledad. Su fe la proclamaba también, a la Virgen del Rocío y a la Virgen de Regla.
¿Siente ciertas las muchas cosas que se dicen hoy sobre ella, 15 años después de su muerte?
Depende. ¿Qué relatos, qué personas? Todos hablan, pero la mayoría no tuvieron ocasión de conocerla. Cuando hablas por lo que te cuentan, nunca puedes dar un concepto exacto de la persona. Tuve la gran suerte de conocerla, a ella y a sus amigos, su gente. Cuánto le había costado todo. Fue una luchadora. En el libro cuento mi experiencia personal y la de los demás, con documentación gráfica de mi agencia, porque muchos de sus actos fueron reflejados, y mucha gente de Chipiona me ha cedido fotos personales. El libro es un homenaje a Rocío y a Chipiona. Decir Rocío es decir Chipiona. Se le identificaba en el mundo entero.
¿Le dejaron musicalmente hacer todo lo que quiso?
A veces los artistas no pueden elegir, pero en la globalidad sí hizo lo que quiso. Cantó de todo. Tuvo una voz privilegiada. Tenía una sensibilidad para todo tipo de músicas. Jesús Quintero me cuenta que Rocío quería grabar algo de gospel. Él la acompaña a una misa en Estados Unidos. A raíz de ahí graba su versión Con las alas al viento. Pero Rocío pudo cantar lo que hubiera querido. Montserrat Caballé o Plácido Domingo la admiraban. Ella bebe de Jerez, del flamenco. Luego, en la copla, hizo un disco maravilloso en los Reales Alcázares. Tenía en sus espectáculos tres partes: baladas, copla y flamenco. En la presentación del sábado en Jerez hablaremos también de la importancia de Manuel Alejandro.
¿Fue usted su amiga?
Yo admiraba a Rocío. Tuve la gran suerte de conocerla. No digo amistad porque la conozco por ser periodista. Como fueron muchos años, hubo un sentimiento mutuo, de respeto, porque era tremendamente respetuosa. Me consideraba a nivel humano también. Estuve en su boda en Yerbabuena, en la capilla, donde había solo cuatro fotógrafos. Era generosa con todos, y en esos momentos íntimos fui testigo de primera línea.
¿Pervivirá la carrera musical o la vida privada cuando pasen más años?
Rocío Jurado artista pervivirá siempre. Es muy difícil que otra artista tenga ese carisma, esos registros, esa personalidad. La Rocío humana, mujer, debe ser conocida por la gente que sí la conoció de verdad. La mujer detrás de la estrella. El porqué consigue triunfar, siendo una chica que cantaba con todo en contra, todo eso quedará. Desde la oposición inicial de su padre hasta todas las cosas negativa, e incluso tragedias que vivió. Consiguió encontrar su camino. Si su padre no fallece, quizás no habría llegado, porque no le gusta la vida de la artista para su hija.
"Era la matriarca, partidaria siempre de las buenas relaciones, conciliadora..."
¿Cómo habría vivido ella esta repentina vuelta a la actualidad a través del documental?
Rocío Jurado era siempre punto de encuentro, de entendimiento, la conciliadora familiar y partidaria siempre de las buenas relaciones. La situación en la que se encuentra su hija de distanciamiento con sus nietos no se hubiera producido. No habría criticado a su familia aunque no le pareciera bien lo que hicieran. Era defensora de los suyos hasta arriba. Ninguna persona puede hablar mal de su hija, nietos, hermanos. Los quería a todos. Conocedora de virtudes y defectos de todos, nunca habría aprobado que se hubiera dicho nada malo de su círculo íntimo familiar. Acogía a todos. Como dice su canción Con las alas al viento, su familia estaba primero, era la matriarca. Ahí estaban sus hermanos, a los que adoraba. Era casi como una madre para ellos porque era la mayor. Su hermano cuenta que cuando le daban las notas en el colegio, en Madrid, porque se los llevó cuando consiguió establecerse, que le temía más a la reacción de Rocío que a la de su propia madre si tenía malas notas. Siempre tuvo ese carácter fuerte.
La mujer que mandaba.
Era un matriarcado, su familia era así. Su abuela puso también una tiendecita en Chipiona. Hablamos de su abuela, hace muchos años. Todas las mujeres en esa familia eran luchadoras, trabajadoras. Rocío era feminista, pero viendo al hombre en igualdad. No era combativa ni agresiva. Entendía al hombre como compañero, no como enemigo. Luchaba por los derechos de la mujer pero siempre desde el entendimiento. Era pacificadora, y con esa fuerza que tenía, le encantaba la conversación, siempre con argumentos, con la palabra. Le gustaba mucho escuchar a las personas.
Comentarios