Juan Manuel Martínez Atance nos recordó en primer lugar que Agustín Celis no es “un recién llegado al mundo de los libros”. Antes de esta novela, ya había publicado otras obras. Agustín es Licenciado en Filología Hispánica y profesor de Lengua y Literatura en Jerez, en el IES Seritium. Ha publicado varios libros relacionados con la historia, como Herejes y malditos, La historia del crimen organizado, Los masones, e Historias curiosas. Para la editorial Libsa ha realizado obras de carácter divulgativo: Bestiario, Grandes enigmas y misterios, Catálogo de seres fantásticos. Ha recibido en 1999 el Premio Nacional Fernando Quiñones de cuento, y en 2002 el Premio Internacional Unión Latina de relato, galardón otorgado por Radio Francia Internacional y el Instituto de México, dentro del Concurso Internacional Juan Rulfo. Es coautor de la novela juvenil Malekín o el secreto del armario. Ha sido finalista en dos ocasiones del Premio Azorín de novela, en 2016 con Non serviam y en 2018 con Manual de pastoreo.
Entre presentador y autor se estableció un diálogo sobre la novela, su estructura y su proceso de escritura. Agustín Celis aclaró que la presentación informal, en un sofá y entre amigos, en forma de diálogo, es la que mejor encaja con el espíritu del libro y de su protagonista, Lorenzo Mercader. La portada es el Ángel caído de Bellver. “Cuando uno lea la novela, se dará cuenta de por qué es esa la portada y por qué no puede ser de otra manera”, subrayó Agustín. El subtítulo es Novela póstuma de Lorenzo Mercader. Y la obra tiene tres partes: A modo de presentación, Los legionarios de Caín y La sombra de Caín. Según Juan Manuel, esta presentación, de Arturo Avendaño, “juega a lo que hacía Miguel de Cervantes”, sin embargo es una primera parte de la novela, “porque lo que cuenta en esa presentación ya forma parte de la historia”. La novela gira en torno al tema de la envidia, algo que tiene que ver con el Ángel caído.
Un momento de la presentación de la novela de Agustín Celis. FOTO: MANU GARCÍA
“El libro tiene mucho de juego literario”, precisó Agustín. “Toda la novela es una invitación a que el lector comprenda que la literatura es un juego que el escritor entabla con sus posibles lectores, un juego de ficción”. Es una narración que admite varios niveles de lectura. Se trata de una novela póstuma porque el escritor, el protagonista, murió en el año 2003, “un año aciago para la literatura, ya que murieron muchos escritores.” Y ese fue el desencadenante de la historia. Ese año murieron Augusto Monterroso, Terenci Moix, Roberto Bolaño, Dulce Chacón… Al morir Vázquez Montalbán en octubre fue cuando Agustín se preguntó qué estaba ocurriendo, si era una conjunción de los astros lo que había producido tantas pérdidas en el mundo de las letras… Así se le ocurrió la historia del libro. Quince años después de la muerte de Lorenzo Mercader, es decir, el año en que se publica Non serviam, aparecen dos escritos inéditos del autor, ocultos en su biblioteca. Esos documentos son la novela que va a leer el lector. Es una novela póstuma inserta dentro de otra novela. Ese es el juego literario.
Non serviam es un relato que, según Juan Manuel, utiliza muchas técnicas narrativas de carácter cervantino: historias intercaladas, el juego de la autoría, quién ha escrito realmente lo que uno está leyendo, personajes que construyen una realidad paralela, y diferentes perspectivas narrativas. La propia narración se convierte en parte de la intriga. Y el lector no sabe si dispone siempre de toda la información para comprender lo que ocurre, aclaró Juan Manuel. El tema esencial de la novela “es la necesidad que algunas personas tenemos de la ficción para sobrevivir, una necesidad física incluso, necesidad para poder mantenerse en pie. Que haya un componente de ficción en nuestras vidas que nos aleje de una realidad que muchas veces no nos gusta”, explicó Agustín Celis. Y en ese juego metaliterario, el escritor quiere que el lector en algún momento también confunda realidad y ficción. La novela es muy literaria. En la narración aparecen escritores, críticos literarios y editores, “y ninguno sale bien parado”, subrayó Agustín. “Algunos son personajes perversos, cínicos, nada recomendables como amigos”. Se analiza el mundo de las editoriales y el papel de la crítica literaria. El protagonista, Ramón Mercader, es un escritor de bestsellers, algo que choca con los criterios de la crítica. Por eso se habla de la realidad literaria, cultural y política del momento. También aparecen personas reconocibles del mundo de las letras, personas reales, pero siempre tratadas con respeto y cordialidad.
El origen de la novela se remonta al año 2003. El proceso de elaboración ha sido largo y complejo. Cuando muere Vázquez Montalbán escribió un primer relato corto que narra una extorsión a un escritor. Ese relato se titulaba “Los legionarios de Caín”. Agustín comprendió que en ese texto había algo más, y lo convirtió en una novela corta. Pero había más posibilidades, y siguió escribiendo. Hasta que construyó una novela larga, con una estructura diferente de la que finalmente tiene. La guardó en un cajón. La retomó en el 2011 y la volvió a modificar. La dejó, y la volvió a reescribir en 2016… Hasta el último momento la ha retocado y repensado. Agustín, en esta novela, ha trabajado como un escritor de brújula, no de mapas, según la clasificación de Javier Marías. El de mapas investiga, reúne información, y sobre ese mapa se pone a redactar. El de brújula se traza un rumbo, un objetivo, y se lanza a escribir sin saber la ruta exacta. Como en una partida de ajedrez, el escritor piensa en todas las posibilidades. Pero cada movimiento del oponente genera otras nuevas. Unas líneas narrativas se abren y se bifurcan, y otras se agotan y se cierran.
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