Nadie de los presentes entendía cómo Sebastián Yatra podía aguantar encima del escenario, rodeado de focos, con una chaqueta, en una noche en la que el calor apretaba. El colombiano enloqueció al público que le esperaba con ansía en la pista y las gradas del Concert Music Festival nada más salir.
La ola de calor, que aún no había desaparecido, no fue un impedimento para que miles de personas saltaran, pegadas, al ritmo de los temas de reguetón del joven que, al igual que sus fans, desvelaba en su piel gotas de sudor inevitables. “Pensaba que me iba a dar un chungo”, dice Nazaret, una portuense que se plantó en la cola tres horas y media antes del concierto y logró la deseada primera fila.
Cuando llegó con sus amigas ya había gente con sillas de playa que llevaba un buen tiempo en la entrada, mientras otros, entraron al recinto corriendo, a última hora. “11-12-13-102, si estás triste, llámanos”, resonó en el poblado de Sancti Petri, reducto marinero donde algunos han llegado a ver fantasmas.
Nadie marcó esa sucesión de números que daba comienzo al tema Melancólicos anónimos porque en Chiclana, aunque quizás había personas superando una ruptura, allí solo se veían rostros de ilusión y felicidad, tanto en los más pequeños como en sus padres.
Móviles en mano, juego de luces y “arriba Sancti Petri”. Sebastián cambió la manga larga por las tirantas, buena elección a más de 35 grados, pero el calor sofocante seguía haciendo mella. Sin parar de bailar, rodeado de efectos especiales de todo tipo, desde fuego hasta confeti, recorría el escenario de un lado a otro, trayecto que el público seguía con sus cámaras mientras miraban por encima sin importar qué estaban grabando.
Bengalas, coreografías hipnotizadoras y hasta un bailarín haciendo breakdance. Yatra se entregó al calor chiclanero al grito de “Guapo, guapo” y de No estamos lokos de Ketama, que se fundió con uno de sus hits más sonados, Traicionera, y una que no podía faltar, Tacones rojos —esa que la radio ha repetido hasta la saciedad hasta clavarla en los oídos de media España.
Alguien lanzó un peluche, Yatra tiró una baqueta, y besó una bandera del país en el que está de gira. No fue lo único donde posó sus labios, también en la mejilla de una chica que probablemente soñó con él después de sentir su boca, y todo el sudor de su rostro cuando el joven se acercó a la valla —a unos metros de donde saltaba Nazaret.
Modo avión, Devuélveme el corazón con piano, Un año y Chica ideal retumbaron en los altavoces en una noche donde, entre balada y canción para perreo, Yatra subió la temperatura —más todavía. Acabó quitándose la camiseta y tirándosela a una de las bailarinas, Pau, según contó, “en señal de celebración” porque la compañera estaba embarazada.
Después de hinchar el pulmón para Por fin te encontré —cuando parecía que el colombiano ya había puesto todas sus cartas sobre la mesa— volvió a sorprender. De pronto, pisó la tarima, la “representación del amarillo, azul y rojo”, uno de los pesos pesados que lleva por bandera su tierra, su paisano Carlos Vives, al que, como hacía tanta calor, le desabrochó la camisa —le hizo un favor. También le robó un beso, como pedía en el tema que ambos compartieron ante los gritos entusiasmados de la masa.
Un espontáneo levantó la bandera de Andalucía, que Yatra no pasó por alto. “Imagino que esa es la de aquí, ¿no?”, dijo el artista, que estaba “emocionado” con el espectáculo. Con la energía propia de un joven de 27 años, movió sus caderas y agradeció a Dios por estar vivo.
Nadie quería que el concierto llegara a su fin —y menos una señora que manifestó en voz muy alta haberse sentido muy joven durante esas dos horas— pero todo lo bueno acaba. Más confeti, lanzallamas, chispas de pirotecnia y, como colofón final, Pareja del año, otro de sus éxitos en el Top 200 global de Spotify solo tres días después de su lanzamiento el año pasado.
Jóvenes, mayores y hasta un muchacho con muletas —“siete mil formas de ver la vida”— gozaron este domingo de verano. Ahora tocaba salir del poblado, llegar al parking y saltear el atasco. Pero eso ya es otra historia que se hacía más llevadera recordando los momentos del show.